Yo no hablaría de admiración sino más bien de miedo. Todo el mundo está asustado de la cabeza que lució Jude Bellingham en su presentación en Valdebebas, y son dos sustos en uno. Por un lado, está el respingo que pega el alma ante un joven inteligente, gentil y educado, de los que ya no quedan, que diría una abuela, siendo la abuela ya yo mismo. Por otra parte, está la incredulidad casi empavorecida ante la constatación de que esa actitud no la muestra cualquiera, sino un futbolista, nada menos, siendo este último gremio el epítome del nuevo rico soez y chabacano.
Estando en Nigeria, allá por 2001, entrevisté al embajador de Estados Unidos en Abuja. Le pedimos que nos escribiera una carta de recomendación para llegar a entrevistar otras personalidades en el país. La carta era escueta y contundente: “I found them courteous, professional and well informed”. Se refería a nosotros (te quiero, Delphine, allá donde estés), y me pareció la mejor referencia posible. Recuerdo aquí a Savater y a aquella mujer que se le acercó en lo más crudo de los crímenes etarras para confesarle que rezaba para que Dios le protegiera de los asesinos. “Le agradezco mucho sus oraciones, señora”, replicó el filósofo. “Porque yo soy ateo y por tanto no creo en Dios. Pero también soy español y por tanto creo, y mucho, en las recomendaciones”.
Aclaró Jude, cuando le preguntaron por el coste de su fichaje, que no es contable ni abogado, pero con esa oratoria podría defender al mismísimo Barça de las acusaciones de corrupción ante un tribunal justo, y salir los negreiras incólumes pese a la rotundidad de las evidencias. Por fortuna, no está aquí el de Birmingham para defender al Barça sino para defendernos a nosotros
“Courteous, professional and well-informed”. Las dos últimas cualidades se nos suponían, por así decirlo. Pero me impresionó que al embajador, a su vez, le impresionara nuestra cortesía. Por entonces yo era joven y, lo que es más importante, lo era el mundo también (muy especialmente en África donde siempre será joven), y no podía ni imaginar el manto de grosería que se aprestaba a cubrir la raza humana a punta de arrogancia y TikTok. En 2001 las buenas maneras ya no se presumían, por así decirlo. En 2023, es el polo opuesto el que se da por hecho, de manera que un renacuajo (de 1’86, pero renacuajo) que se presenta saludando a los periodistas y haciendo votos por una buena relación mientras dure su contrato, para a continuación empezar a desgranar sus razones y sus sueños madridistas de la forma más articulada posible, causa estupor. Aclaró Jude, cuando le preguntaron por el coste de su fichaje, que no es contable ni abogado, pero con esa oratoria podría defender al mismísimo Barça de las acusaciones de corrupción ante un tribunal justo, y salir los negreiras incólumes pese a la rotundidad de las evidencias. Por fortuna, no está aquí el de Birmingham para defender al Barça sino para defendernos a nosotros, y no ante la justicia, cosa que no necesitamos, sino sobre las praderas fecundadas con minas de los raíllos y maffeos. Lo cual tampoco está mal dado que el chico -aún no le habíamos ponderado esto- juega al fútbol como le da la mismísima gana.
La cortesía es la epidermis de la bondad, y así cuando Jude agradece públicamente a Vallejo que le ceda el número 5 (guarismo con el que el inglés se cita temerariamente con la historia) está siendo bueno y cabal como las abuelas nos enseñaban que había que ser, aunque ya hemos advertido antes que soy yo quien se ha convertido en las abuelas, casi todas se reencarnaron en mí, algunas también en Bellingham. Cuando te hagan un favor da las gracias, nos decían, y no otra cosa es lo que hizo el ex del Dortmund, además de engalanar con piropos a los blancos (“En Inglaterra hay gran admiración con el Madrid”, soltó, quizá sin pretender denotar el notable contraste con la propia España, base geográfica del club vikingo sin que nada puede hacerse por impedirlo) y advertir jocosamente que a Kroos y Modric les aguarda una buena turra de petición de consejos. Las buenas formas traen de serie un sentido del humor tan carismático como sea posible, que en el caso de Jude es mucho.
En los tiempos que corren, además, las buenas formas deben publicitarse. Pudo Jude limitarse a mostrar su gratitud a Vallejo en privado. Lo que haga tu mano derecha que no lo sepa la izquierda, se aducirá erróneamente. Cuando la cortesía escasea, como ahora lo hace, hay que proyectarla al mundo como parte de una gran misión ética. Es un nuevo mandato moral que quizá se da de tortas con esa pacatería en la que ahora no nos reconocemos, en la que ya hemos dejado de ser abuelas. Los educados, ahora, deben jactarse de serlo, porque es mucha la ignorancia de que la buena educación existe. Por eso la rueda de prensa de Jude es un prodigio a ojos del planeta, pero sobre todo ante la mirada incrédula de un país tan instalado en lo zafio que sujetos como Fernando Roig llenan periódicos.
Hey, Jude, let’s make them sad.
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Magnífico artículo. Los dos últimos párrafos me han trasladado a la definición de educación de Antonio Escohotado.
No puedo , ni siquiera intentar, dejar de ser honesto en esto de mis sentimientos relacionados con el deporte espectáculo-negocio. Reconozco que ,aún llevando el Real Madrid tan en el corazón como siempre, no ejerzo igual. No. Es inevitable. ¿ Cómo ,si no, podría reaccionar uno ante la cantidad de politiqueo y fraude que se produce alrededor ? No hace falta ni que entre en detalles sobre los negreira, roures, tebas, hernàndeç-hernàndeç , clos gòmeç , hierreçuelo , peruguita, y demás esbirros...
El caso es que igual que cada vez veo menos partidos de fútbol, incluso del Real Madrid, he perdido interés en los fichajes y presentaciones de nuestros futbolistas. Sin embargo, y excepcionalmente, el otro día atendí la de Bellingham. Precisamente por su personalidad. Creo que tiene mucho que ver con su extraordinaria calidad como futbolista. Lo que pude corroborar en el acto institucional de su presentación, me cuadra perfectamente. Destaca por su inteligencia y madurez. La prensa espanyola va a ir a por él. Así como el que no quiere la cosa...Ahora están afilando los cuchillos.