Simeone afronta su quinta temporada al frente del Atleti. Cinco títulos desde su llegada y dos ellos ganados directamente al Real Madrid. Sin incluir aquella liga (que muchos disfrutamos, para qué nos vamos a engañar) ganada en el último partido en el Camp Nou pero que no deja de ser, de fondo, un tercer título “robado” a nuestro museo.
No obstante, ningún detalle refleja mejor la subida a la escalera del éxito del Atleti como aquella colleja al cuarto árbitro en la Supercopa del año pasado. Porque pensemos: hace poco más de tres años y medio Simeone coge un equipo que miraba al descenso, y aquella noche se marcha del campo entre vítores y aplausos tras darle dos collejas al cuarto árbitro. Hablamos de un entrenador crecido, que maneja a la perfección ese otro futbol que Mourinho intentó llevar a su máxima expresión en su etapa en el club. El problema, para nosotros, es que Simeone es un Mourinho sin Casillas. Y sin Guardiola. Y sin Relaño. Y sin Segurola. Y eso es imparable. Si el Madrid es un equipo presidencialista desde la presidencia, el Atleti es un equipo presidencialista desde el banquillo. Nadie en el Atleti manda más que Simeone.
Si me está leyendo Mendes, seguro que ahora estará forzando una sonrisa.
Aquella colleja desenmascaró a gran parte de los ciudadanos periodistas que montaban tertulias y programas deportivos enteros de sobremesa en torno a una lata de Red Bull mal tirada en un vestuario, pero que no tuvieron tiempo de comentar dicho lance.
Teníamos delante a un entrenador que había humillado al cuarto árbitro, y a una afición que se había puesto en pie ante tal hazaña. Pero no hubo ni rastro de este gesto durante días posteriores.
“Cholo, tu colleja nos señala el camino”, se podría ver en muchas redacciones.
En cualquier caso, siempre agradeceré a Simeone habernos devuelto un derbi. Aquellos que nacimos en la generación del 79 y posteriores, nunca entendimos aquella animadversión que tenían nuestros abuelos a un equipo que, como mucho, despertaba pena. El Atelti era ese club amigo al que le dabas una colleja en el patio, y cuando se daba la vuelta para devolvértela veía que eras tú y agachaba la cabeza. Durante más de 20 años fueron acumulando ese odio, provocado más por la displicencia que mostrábamos hacia ellos que por la fuerte competitividad por ser el que reinara en España.
Esa sensación de impotencia, de inferioridad, fue enterrada con aquel gesto de la colleja. No me cabe duda.
Comentaba mi amigo @Mrsambo que este era el partido del presupuesto. Ya tuvimos la oportunidad de leer en uno de mis primeros artículos lo que realmente se escondía detrás de aquella palabra. Nunca dejará de sorprenderme por qué la actual diferencia de presupuesto entre ambos equipos se ve como una anomalía de la competición y no como un fracaso en la gestión económica del Atleti. Hay una charla de Emilio Duró, aquí os dejo el link, que habla sobre la superación y las claves del éxito que viene muy al caso de este victimismo sin sentido.
Aunque es mucho mejor escucharle que leerle, hay dos mensajes importantes que bien podrían aplicarse los aficionados atléticos, alias los pupas:
- El universo no está 400.000 años buscando marrones para que cuando los encuentre los concentre a orillas del Manzanares para joder al Atleti.
Porque si te caen todos los marrones sólo puede significar 2 cosas:
- Alternativa A: Dios te los envía
- Alternativa B: el marrón eres tú y los atraes
- Y el segundo mensaje: si quieres defecar zanahorias… ¿qué debes hacer?
- Rezar
- Comer zanahorias
Es decir, que si ves que tu club vecino ha triplicado los ingresos en menos de diez años, y tú estás a verlas venir pidiéndole aplazamientos a Hacienda, al menos deberías plantearte que están haciendo ellos y copiarlo.
Así que el domingo confluyen en el Calderón 3 partidos: el de la colleja, el del presupuesto y el que quiera jugar Modric.
Siempre he tenido la certeza de que el club contrata a Benítez con el único objetivo de ganar dos partidos: contra el Atleti en el Calderón, y contra el Barça en el Camp Nou.
Mucho se habló estos días pasados de los empates ante el Sporting y Málaga que son de los que cuestan ligas. No puedo estar más en desacuerdo con esa afirmación.
Si Ancelotti no está hoy embalsamado en las vitrinas del Museo del Bernabéu para hacerle reverencias, es precisamente porque no supo ganar a domicilio en ninguno de estos campos las dos temporadas que mejor futbol ha hecho el Madrid en años.
He comentado ya alguna vez que jugar bonito puede resultar hasta sencillo (amigo Cappa, lo siento pero esto es así) pero que ganar ya es otra cosa. Para ganar hace falta tener controladas una multitud de variables, aunque entre ellas (no me olvido, Fred Gwynne) siempre se encuentre la suerte.
No me cuesta imaginar que en la T4 tuvieran este pensamiento en la cabeza y que por eso se decidieran por el bueno de Rafa. Un maniático del “microfútbol”, de esos pequeños detalles que deciden un partido cuando las fuerzas pueden estar igualadas.
El domingo es el día de la colleja de Rafa. Una colleja que lleva guardada desde que salió de este club hace ahora veinte años.
Una colleja que, de ganar, ira destinada a gente como yo que desconfiaron de su fichaje. Una colleja que hará dudar hasta al propio Simeone de si realmente sigue subiendo su escalera o si ya no hay más peldaños que alcanzar. Una colleja que hará despertar a muchos integrantes de la primera plantilla que dudaron de los métodos de Benítez.
Una colleja que, estoy seguro, Modric ayudará a que resuene con gran fuerza.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos