El domingo pasado era dos de enero y yo me encontraba de paseo en Cádiz honrando el Año Nuevo. Mi padre me tuvo al tanto del partido y rondando las cuatro de la tarde me escribió: esto está perdío tó. A mí me acababan de dar un hueco en la barra de Casa Manteca y entonces pensé en Carlo Ancelotti. Carlo Ancelotti es un hombre de espíritu mediterráneo que en ese momento estaba atrapado en un Getafe 1 Real Madrid 0. Esto ocurría la primera tarde del primer domingo del año, el drama es fácil imaginárselo. El Coliséum Alfonso Pérez está muy lejos del mar. Homero nunca soñó con Getafe, así que cuando me pusieron delante un plato de atún en manteca pensé en los día de calvario que a Carletto le quedan por delante hasta que se termine este “océano de cristales rotos” que empieza con cada derrota absurda del Madrid, como dice Ángel Del Riego.
¿Qué le pediría a los Reyes Magos este hombre si pudiera? Seguramente influido por la mirada beatífica sobre las cosas del mundo que siempre te ofrece la manzanilla, decidí ponerme en su lugar. ¿Qué le pediría un hombre epicúreo como Carlo Ancelotti a los tres reyes de Oriente? A priori es una persona que lo tiene todo. También como entrenador del Madrid. De hecho hay quien diría, y me atrevo a decir que Carletto comparte esa opinión, que entrenar al Madrid ya es tenerlo todo. Pero siendo el míster del líder de la Liga, bien clasificado para octavos de la Copa de Europa y ante un cruce asequible en Copa, también muchos otros pensarían que a Ancelotti, como al que invitan a una caseta de la feria de Sevilla, no le falta de nada.
De hecho hay quien diría, y me atrevo a decir que Carletto comparte esa opinión, que entrenar al Madrid ya es tenerlo todo
Sin embargo Carlo es un tipo que ama la vida y ama sus dones. Io sono molto contento di manducare prosciutto di Jabugo, cecina de León y mojama de Barbate. Y para seguir manducándola os pediría que tres de mis giocatores, por ejemplo, Bale, Isco y Marcelo, volvieran a la vida. No se trata de que Anita Ekberg desde la Fontana di Trevi salga gritando Marcello, Marcello, detrás de su melena de Copacabana. Tampoco de que a Bale lo nombren ahora Príncipe de Gales, o que Isco abandone el veganismo de buenas a primeras. Yo me conformo, Santa Madonna, con que no se me mueran corriendo por el campo. Que Bale no se desarticule tirando un desmarque, y que un día, sólo uno, se despierte recordando que una vez él fue un príncipe con más legitimidad natural que Carlos de Inglaterra. Que Isco, al que yo besé como Vito Corleone transmitiéndole el poder dinástico en un naranjal a Michael, se pueda volver a mirar al espejo y recupere la dignidad como ser humano; que masticando brócoli le sea devuelta la memoria del fantasista felliniano que parió Málaga. Que Marcelo recuerde que en el tobillo izquierdo lleva desde que nació cuarzo incrustado, piedra preciosa caída de la Luna.
Ya sólo con esto Ancelotti se daría con un canto en los dientes. No en vano sería como si de repente Florentino apareciera en su ático de la Puerta de Alcalá poniéndole tres regalos debajo del árbol, tres refuerzos a mitad de curso con los que no contaba ni por asomo.
Ma, ya que estamos, ¿por qué conformarnos con questo così? Vallejo, ahora que caigo. Lo tengo aquí, entrena conmigo todos los días, ¿no es mejor que sirva para algo? De Ceballos, questo ragazzo virtuoso, habilidoso e, così, gaseoso, ¿por qué no hacer de él un Camavinga? Al fin y al cabo Eduardo también hizo una buena temporada en el Betis de Francia antes de ganarse la fama, y míralo, qué soltura, qué atrevimiento. A veces me parece que Ceballos tiene el mismo giro flamenco, la misma cosa magnética con la pelota junto al tobillo, a lo mejor sólo necesita un impulso mágico y qué noche mejor para pedírtela que la del cinco de enero, víspera de la sagrada Epifanía.
De Mariano, carissimos magos de Oriente, tampoco quiero milagros. Con que pueda jugar uno de cada dos partidos yo me daría por satisfecho, ya nos previno Plauto contra la avaricia
De Mariano, carissimos magos de Oriente, tampoco quiero milagros. Con que pueda jugar uno de cada dos partidos yo me daría por satisfecho, ya nos previno Plauto contra la avaricia. A Jovic no hay manera de despertarlo. Y mira que no para de sonar La Marcha Radetzky en el vestuario. Florentino ya me ha preguntado si me estoy convirtiendo en un austracista. Pero la cosa es que yo sé que hay algo dentro de este estafermo con cara de boxeador soviético, hay movimiento, acción y violencia. Suficiente, Sus Majestades, como para llegar a mayo en cabeza, que la anterior experiencia me enseñó que el Madrid es un cuento a veces muy largo que como uno no sepa cómo terminarlo acaba siendo devorado por el lobo y los tres cerditos.
¿Hazard? Santo Gennaro de mi alma, que no se lesione y que recuerde que hay niños que se han comprado su camiseta. O peor, niños a los que los Reyes le han puesto su camiseta con el siete, que Dios los ampare y bendiga. De Asensio me gustaría deciros que ojalá le devolvieseis aquel desparpajo del principio, aquella cosa volcánica que le daba la vuelta al mundo como un calcetín. Aquel caminar de rey con el que andaba cuando lo fichamos, que todavía estaba yo aquí entrenando. Sobre todo que comprenda que él no nació para ser un funcionario, aunque haya días que parezca que se pasa la vida en el Madrid opositando a auxiliar administrativo de la Administración General del Estado.
¿Hazard? Santo Gennaro de mi alma, que no se lesione y que recuerde que hay niños que se han comprado su camiseta. O peor, niños a los que los Reyes le han puesto su camiseta con el siete, que Dios los ampare y bendiga
A Rodrigo me gustaría que le trajeseis huesos de santo de Toledo, para que eche cuerpo. Ese es el mejor regalo: que coma, que se hinche. Que metabolice, porque sus condiciones con esa figura esmirriada y ligera son tan útiles como que a un octogenario le toquen los cien millones de euros del euromillón. De los demás no digo nada porque todos me parecen un milagro. Que Kroos, Modric y Casemiro sigan siendo la Sagrada Familia cuando juegan juntos me hace dudar de si no serán ellos los tres magos de Oriente. Vini es un prodigio al que me es dado, por fin, bautizar con fuego. Militao, Alaba y Mendy me hacen sentir joven de nuevo: tengo veinte años menos y estoy en Milán entrenando. Tengo a mis órdenes a Stam, a Nesta y a Maldini. Y voy a volver a ganar una Copa de Europa. ¿No es la nostalgia un artefacto peligroso y maravilloso? Pero por encima de todo, os voy a ser sincero. Porque vosotros, Majestades, lo sabéis todo. Lo que considero un regalo inigualable es que aquella tarde de junio Florentino me llamase de nuevo. Yo ya planificaba mi retiro. No se vivía del todo mal en Liverpool: al fin y al cabo me ingresaban en el banco a primeros de cada año trece millones de euros. Pero yo ya me veía pescando en la península del Labrador. Salmones. Y truchas. A lo mejor haría queso como mi padre. Y de repente, el Madrid. Florentino: ¿está Carletto? que se ponga. Lo que os pido, mis queridos Reyes Magos de Oriente, es que cada uno de los madridistas que habitan este mundo de Dios reciba esta noche la iluminación que les haga darse cuenta de que ser del Madrid, aunque la aventura dure cinco minutos, es un viaje que merece la pena y que como los regalos de Reyes en casa de los abuelos, se recuerda toda la vida.
Fotografías Imago.
Y un lateral derecho? No pediría un lateral derecho que al menos juegue la mitad de los partidos?