Pintaba ser una noche complicada. Y muy larga.
Quien suscribe había regresado de un viaje de trabajo a Valencia, tras un enorme madrugón. Aun así, le dio tiempo a pasar rápidamente por casa para coger una camiseta, era una ocasión especial, digna de un acontecimiento.
Es por ello por lo que, tras descartar la de Courtois (había que ir de blanco al Bernabéu), la de Benzema y la de Modric (este escribidor ha cogido algún kilito de más y apenas pudo probárselas), me decidí por la camiseta de las finales, la que solo llevo en las finales (las dos de Copa en Valencia ante el FC Barcelona, y, sobre todo, las cuatro finales de Copa de Europa disputadas y ganadas en Lisboa, Milán, Cardiff y Kiev): la que me firmó y me dedicó hace 15 años mi querido y añorado don Alfredo Di Stéfano.
Era día de talismanes, como bien dice siempre mi amigo Fred Gwynne. Pep Guardiola dirige un equipo de enormes virtudes y, sobre todo, se le ha dado casi siempre bien jugar en el Bernabéu. Todo conjuro, sortilegio, encantamiento e incluso exorcismo era necesario antes del partido de vuelta de semifinales.
ras descartar la camiseta de Courtois, la de Benzema y la de Modric, me decidí por la camiseta que solo llevo en las finales: la que me firmó y me dedicó hace 15 años mi querido y añorado don Alfredo Di Stéfano
No podía por tanto prescindir de la compañía de mi “pareja” de Champions, Alfonso, y unimos a la fiesta a un madridista cabal y —supuestamente— de mente fría como nuestro amigo Alberto. En el descanso, tras una primera parte que se nos antojó cortísima —los minutos cuando se va perdiendo se hacen centésimas de segundo— rememorábamos los descansos en pasadas finales vividas: 0-1 en Lisboa, con el churro de Godín presidiendo el marcador, 1-1 en Cardiff (tras el impresionante empate tras chilena de Mandzukic), 0-0 en Kiev ante el Liverpool, que ya había perdido a Salah, aunque nosotros habíamos sufrido la baja de Carvajal. Tan solo en Milán conseguimos llegar a la media parte con el 1-0 obra de la punterita de Sergio Ramos. El Madrid había peleado bien, pero faltaba puntería y algo de mordiente arriba. No sé quién de los tres rememoró la segunda parte gloriosa —y reciente— del Sánchez Pizjuán, en la que nuestras tropas vikingas arrasaron Híspalis con un 0-4 de parcial (aunque Cuadra Fernández se encargó de hacernos rabiar tras anular indebidamente el golazo de Vinicius). Vimos al lado nuestro a Juni Calafat, el jefe de ojeadores del club y artífice de, entre otros, los fichajes del Dúo Dinámico brasileño, Vinicius y Rodrygo. Toda una premonición y un augurio de un futuro muy feliz a corto plazo.
El partido se volvía loco, tras unos buenos minutos del Madrid, los de Guardiola querían anestesiar el ritmo, con rondos y pérdidas de tiempo como las dos —eternas— que provocó Kyle Walker tirado en el césped como un guiñapo. Toni Kroos duró hasta el minuto 67, en el que fue sustituido por un Rodrygo Goes que lucía un aura celestial. Guardiola sustituyó a Walker y a De Bruyne por Zinchenko (con cambio de banda de Cancelo) y por Gundogan. Y sucedió lo que desencadenó la tormenta perfecta. Galopada del ex del Dortmund, pase a Bernardo Silva y Mahrez fusilando a Courtois en el único error de nuestra defensa. 0-1, minuto 72, y 0-2 en la eliminatoria, con doble pivote sky blue (Rodri-Gundogan). Pep se frotaba las manos, parecía que se iba a imponer una vez más en nuestro recinto sagrado.
Reacción de Ancelotti, que tras quitar a Kroos unos minutos antes, acabó por borrar del campo todo vestigio de la gloriosa CKM o CMK y entraron Eduardo Camavinga y Marco Asensio. A todas estas, Militao cojeaba sin parar y Ancelotti le envió al palomar del área de Ederson, para ver si cazaba al vuelo algún centro de Valverde, de Mendy o de Carvajal.
Pep se frotaba las manos, parecía que se iba a imponer una vez más en nuestro recinto sagrado. Aquello pintaba feo de verdad, pese a mi camiseta dedicada por la Saeta Rubia
Aquello pintaba feo de verdad, pese a mi camiseta dedicada por la Saeta Rubia. Peor aún cuando el recién ingresado Jack Grealish, madridista reconocido, penetraba como cuchillo en mantequilla por la banda izquierda y proporcionaba paros cardíacos con sus incursiones. En esos momentos, empezaban a surtir efecto los conjuros y los talismanes, ya que Mendy salvó milagrosamente bajo palos, y Courtois volvió a reafirmar que es, con creces, el mejor cancerbero del mundo, desviando a córner un disparo del nuevo guaperas inglés. Courtois fue enorme, una vez más, en sus noches europeas.
Pero el Bernabéu seguía creyendo. Con una fe digna de Indiana Jones en su búsqueda del Santo Grial, “sólo el penitente pasará”: con fe y con humildad, el Bernabéu siguió adelante hacia su objetivo, “siguiendo los pasos de la palabra”. No se dejó de animar y de vitorear al equipo, cuando ya corría el minuto 80 y muchos, y tras sacar Guardiola a su veterano Fernandinho para acabar de dormir el partido llevando el balón a la zona del córner izquierdo.
Y es que anoche había poco piperismo y, si lo había, acabó en su mayoría por convertirse a la fe inquebrantable. Minuto 87, minuto 88, y muy pocos eran los desesperados que caminaban hacia los vomitorios abandonando el coliseo. Tras los ejercicios exitosos ante el PSG y ante el Chelsea, poderosos transatlánticos dopados de petróleo y minas de oro y de diamantes, lo mínimo que podía hacer cada espectador era esperar hasta el pitido final de Orsato para cuando menos reventar las palmas de sus manos en una ovación infinita de agradecimiento a este equipo indomable e ininteligible.
Ya entrábamos en el minuto 89 y el Madrid, pese a haber dispuesto de unas cuantas oportunidades de gol, lo cierto es que no había logrado disparar entre los tres palos defendidos por Ederson. Tuvo que ser el más niño, el revoltoso de la clase, el Jaimito Camavinga, quien abriese un excelente pase a su profesor Benzema para que, al límite del fuera de juego (pero en posición correctísima), nuestro Balón de Oro bajase el esférico con un toque excelso y lo pusiese en el área pequeña para que el otro pillo del aula, hijo de su padre biológico Goes y también hijo adoptivo de don Luka Modric, se adelantara al guardameta y colocara el 1-1 en el tanteador.
El alarido liberado por el estadio debió de escucharse en los anillos de Saturno. En la tablilla del cuarto árbitro se indicaban los 6 minutos de prolongación y todos en el Bernabéu, y me imagino que en millones de hogares del universo, estábamos seguros de que el segundo gol caería en ese tiempo. 1 minuto transcurrió y fue un buen centro de Carvajal, peinado ligeramente por Asensio, que acabó por ser perfectamente alojado en el marco citizen por la cabeza del elegido ayer para la gloria, de nuevo Rodrygo Goes. Y aún quedaban 4 minutos, en los que el propio Rodrygo puedo marcar el hat trick más rápido y más trascendental de la historia reciente de la Copa de Europa: 3 goles en 3 minutos.
El alarido liberado por el estadio debió de escucharse en los anillos de Saturno. El cuarto árbitro indicaba 6 minutos de prolongación y todos en el Bernabéu, y me imagino que en millones de hogares del universo, estábamos seguros de que el segundo gol caería en ese tiempo
Prórroga y éxtasis. Aquello parecía Lisboa tras el cabezazo memorable de Ramos. Todos los madridistas presentes ya sabíamos que la prórroga iba a ser nuestra. Más aun cuando tras una cabalgada de Camavinga, Rodrygo —¡otra vez él!— encontraba a Benzema en el área y Rubén Dias arrollaba al de Lyon. Penalti perfecto al palo derecho, ayer ya no hubiese cabido más emoción para otro Panenka. El City estaba ya con la lengua fuera y prácticamente izó la bandera blanca con el cambio de Rodri por Sterling, ya que desapareció toda consistencia en su centro del campo. Benzema pidió el cambio y fue el momento, uno más en este final de temporada, de Dani Ceballos, con criterio y personalidad dominando la situación. Entre él y el joven Camavinga se bastaban para rebañar cada balón de Gundogan, de Grealish o de Sterling. La segunda parte de la prórroga prácticamente ni se jugó, entre cambios y pérdidas de tiempo de Militao, cruda y dulce venganza hacia Guardiola, que hizo que los suyos perdieran tiempo desde el inicio del encuentro. En cierto modo, e irónicamente, el Madrid vengó a Simeone y a los suyos por los infames últimos 20 minutos de los de Pep en el Wanda.
Si nos llegan a contar 24 horas antes que los nuestros acabarían jugando sin la CMK, sin Benzema, sin Militao, sin Vinicius, y con Vallejo (un aplauso para el maño), Ceballos, Lucas y un Asensio más punzante que nunca, no nos lo habríamos podido ni imaginar. Nos hizo recordar a esos minutos finales ante el Chelsea, jugando con una defensa increíble como la formada por Lucas-Carvajal-Alaba-Marcelo. De locos. El Madrid, matando poco a poco a todos sus fieles seguidores, para, acto seguido, hacerlos revivir a todos. Como si tal cosa. Superando paredes de mil quinientos metros de altura, impregnadas de pinchos venenosos, con la única ayuda de sus uñas y estando descalzos. Y con una mano atada a la espalda.
La fiesta duró en el estadio hasta pasadas las 12 de la noche, tres horas después de iniciarse el partido. Los miles de asistentes no queríamos volver a casa, la temperatura era magnífica y teníamos que ir a buscar y a abrazar a más amigos desperdigados por los aledaños: Jesús Bengoechea, cómo no, y toda su maravillosa familia de hermanos y sobrinos. La gran Lucía, amiga y alma del chat de La Galerna. El fiel madridista y gran persona Lomas. Y tantos y tantos que nos encontrábamos caminando ya hacia el aparcamiento, pasada la una y media de la madrugada…
Di Stéfano lo había vuelto a hacer, la camiseta que firmó es infalible. Pero también lo volvió a hacer Paco Gento, desde el cielo desde hace 3 meses, hombre récord de la Copa de Europa, y que sin duda colaboró activamente en las sucesivas rendiciones de PSG, Chelsea y Manchester City en nuestro feudo. Benditos sean siempre don Alfredo y don Paco, padres y abuelos de todo el esplendor madridista que parece que nunca va a tener fin.
Getty Images.
El Madrid nunca es favorito, luego gana ¡y la gente se sorprende!
Lo repito:
El fútbol se gana y se pierde a los puntos. El Madrid es el único equipo que sabe ganar por KO.
El MC de Guardiola es como los ratones que solo conocen un agujero, cuando se lo tapas entran en pánico y pasa lo que vimos anoche. Tuvo 30 minutos para demostrar sus conocimientos, no lo hizo ni el ni JuanMalillo que es como el otro vendehumos..
Personalmente a mi nunca me ha engañado este individuo...el fútbol que a mí me gusta es el del
Real Madrid de Don Alfredo. y el de todos los demás que vinieron después,
El Brasil de Pelé ,Gerson,Rivelino Jairo, Tostao etc etc
Ha habido otros pero a mí el antifútbol de este individuo y sus asesores, me aburre con tan poca verticalidad.
Anoche tuvo su merecido. Lo mismo que la tuvo cuando entrenaba al BMunchen de dónde salió por .....,.
Siempre .....
iiiii HALA MADRI iiiii
Precioso artículo. Increíble lo que no hace vivir este EQUIPO
Señor Athos Dumas:
Algunos de los que le queremos bien, también queremos bien al Real Madrid . Por el bien de todos nosotros, cuide un poquito más su salud cuidando su línea . Y, por favor, póngase la camiseta de Di Stéfano en París el día D. Creo que la vamos a necesitar.
Muchas gracias, querido Floquet.
Me he descuidado en estos dos últimos años con la pandemia, tiene usted razón, me tengo que poner más en forma.
Si consigo entradas para París - estoy en ello -, no dude que mi camiseta tendrá sitio en mi maleta.
Glorioso artículo lo guardaré como usted su camiseta de don ALFREDO.
Grande y emocionante artículo Athos. Hala Madrid!!!!!
Gran articulo.
El gran error del MC fue meter un gol a 15 minutos del final, lo que activó el modo Berseker del RM.
El "gran estratega" que tienen por entrenador parece que no se enteró que con el 0-0 estaban clasificados.