Tiene suerte Brahim Díaz de vestir de blanco, no contar con el pequeño Negreira como chófer, y no llevar en la sangre cócteles rosarinos, porque de otro modo nos lo volverían loco a entrevistas en todo el mundo, a candidaturas y trofeos, a rumores y chifladuras sobre la gloria que le espera en la cima en los próximos quince años tras el gol que se inventó ante el Villarreal, de esos que dan sentido al tozudo vicio de pagar una entrada para ver el fútbol.
Tiene suerte porque así dejarán que vuelva a hacerlo, que siga trabajando y creciendo, y que continúe repartiendo felicidad y locura sobre el césped, sin la presión de tener que entronizar cada tres meses a un nuevo príncipe balompédico de brevísima edad, para tapar lo que en la zona oscura del vestuario aún hiede y borbotea, o para distraer a los propios de los temblores colectivos de los puestos insípidos de la tabla. Eso en el Real Madrid, gracias a Dios y a Florentino, no sucede.
Y tiene suerte también porque el madridismo no necesita que le vendan los nuevos ídolos en el papel de los lunes, que aquí las ovaciones se ganan solo en el campo, y los amores inquebrantables brotan con espontaneidad, al paso de cualquier huracán de fútbol y belleza que ponga en pie al graderío al enchufarla al fondo de la red, esté previsto o no que irrumpa en el festival de la magia blanca contemporánea.
Por mi parte, no me hizo falta el maravilloso gol del otro día para tener la seguridad de que la suplencia crónica de Brahim tenía algo de despilfarro de rico, porque si bien no estábamos necesitando de su buena estrella para acompañar los resultados del Real Madrid, ya bastante notables, nunca el Bernabéu se siente cómodo renunciando a la fiesta de un jugador tocado por la varita de la imprevisibilidad, que en un atacante es la sal y la alegría de su fútbol.
La calidad a veces se compra o se vende. El madridismo no. O se tiene o no. Y Brahim lo tiene
No es solo la velocidad explosiva, los cambios de ritmos, la capacidad de desborde, o el modo en que recorta y sienta hasta a las hormigas del césped. Es que intenta lo que nadie sensato se atrevería a probar, en el momento más inesperado, y el modo en que logra tensionar él solo a toda una defensa.
Por si fuera poco, el muchacho está creciendo con la titularidad semana tras semana, y tengo para mí que la explosión de talento y arte del 3-1 contra Villarreal fue solo el comienzo de una bonita amistad entre la grada y el futbolista, que aún puede darnos muchas, muchas tardes de éxtasis balompédico, concediendo tácitas oportunidades de reflexión a los mendrugos de la Federación y al grisáceo seleccionador, que aún dudan porque viste de blanco.
A la vuelta de la Navidad volverá Vini Jr, y no tengo la menor idea de quién debe jugar y quién quedarse en el banquillo, en ese montón de combinaciones de éxito que tenemos en la parte media y alta, quién debe abrir el marcador, y quién debe saltar al campo en el segundo tiempo para tratar de cerrarlo. Quizá tan solo espero que, incorporados de nuevo todos los atacantes, nadie olvide el tiempo en que Brahim Díaz, casi desconocido para muchos hasta hace semanas, cubrió sin despeinarse el hueco de varios de los mejores delanteros del mundo, tras haber estado desde comienzo de temporada trabajando en silencio con sus compañeros, sin alzar ni una sola vez la voz sobre su suplencia, y después de acordarse antes de nada del equipo, frente al micrófono, cuando le dieron la oportunidad de reivindicarse tras marcar uno de los mejores tantos de su carrera. Que eso es madridismo. La calidad a veces se compra o se vende. El madridismo no. O se tiene o no. Y Brahim lo tiene.
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Lo malo es que ya lo usarán como arma arrojadiza contra el club, que si "hay debate Brahim", "hay caso Brahim", que debería jugar más que Rodry, más que Vini, "Ancelotti tiene un problema con Brahim"... en fin todas las cosas que no salen con el resto de equipos.
Que aún no haya ido a la selección española cuando otros muchos en la posición de delantero si han ido, y sobre todo va por el hijo de amunike que cuando Brahim ya era uno de los importantes en el Milan prefería llevar a su yerno, al que está ahora en el Brighton y a nosecuantos más, pero ahora con de la fuente ya empieza a cantar llevar antes a Yamal que a Brahim por ejemplo.
Y si, antes de que vaya con Marruecos yo prefiero que vaya con España porque además éste jugador es nacido y criado en España con madre española y padre marroquí, no es como otros que tienen los dos padres de fuera y se vino de niño a vivir aquí, más motivos que otros tiene aparte de su excelsa calidad.
Bueno eso de calidad comprar o vender dejémoslo a parte.
Es un fenómeno y por ejemplo no necesita constantemente a un Benzema al lado como ocurría con otro "fenómeno".
El tiempo lo dirá quien puede o quien debe jugar la naturaleza es sabía
Todo aquel que vio a este jugador en el Milan los últimos 3 años, no le sorprende. Fenomenal jugador y buen compañero... ¿Después ver en la próxima convocatoria a Yamal, Ferrán o Ansu ? Porfavor
Con todo mi respeto por el articulo todos sabemos q sino hubiera habido tantos lesionados Brahim no hublera jugado ya q no es del agrado de Carletto.
Mi opinion es q es un jugador Guadiana q alterna buenos partidos con otros q no.
En el Milan le pasó lo mismo un día se salia y luego desaparecia no tiene la constancia para jugar de titular.
En los partidos pasa de hacer un jugadón a desaparecer el resto.
Es una pena q un jugador con tan buena técnica no tenga continuidad.
Creo que lo de Ibrahim supone la confirmación de que Ancelotti sabe gestionar como deben acoplarse los jugadores jóvenes al ritmo competitivo del club. Cuando otros entrenadores (Xavi p. Ej.) van quemando uno tras otros a jóvenes promesas (Pedri, Ansu, Menphis, Yamal etc), nuestro entrenador los va incluyendo poco a poco hasta que están listos y pueden aportar calidad equipo: Rodrygo, Vini, Camavinga, etc.
No he leído comentarios sobre la importantisima labor defensiva, que Ibrahim efectuó sobre Parejo.
Un excelente jugador que debería seguir en el Madrid mucho tiempo,es más,debería ser convocado con la selección española antes de que, ante la tardanza, lo llame Marruecos, nos arrepentiríamos, también es cierto que,como todo buen jugador, necesita continuidad y no por la obligación de bajas, sino por su juego y por lo que aporta