Dallas FC vs. Los Angeles FC. Farewell, Gareth Bale
Todo llega a su fin. Es tiempo finiquitar mi corresponsalía en EE. UU. para La Galerna. Sobre si realmente estuve o no en estas tierras, mantendremos un pequeño resquicio para el misterio. “Solo el misterio nos hace vivir, solo el misterio”, dijo Lorca una vez. También lo dijo Laporta cuando Tebas le preguntó por la masa salarial del Fútbol Club Barcelona.
Comencé esta labor con un encargo muy concreto por parte de Jesús Bengoechea: lograr que Gareth Bale tuviera una estrella de la fama en Hollywood Boulevard. Les adelanto que he fracasado en tal empeño, pero esta historia sí tiene un final feliz. Sigan leyendo y les contaré en primicia todos los detalles.
Comencé esta labor con un encargo muy concreto por parte de Jesús Bengoechea: lograr que Gareth Bale tuviera una estrella de la fama en Hollywood Boulevard. Les adelanto que he fracasado en tal empeño, pero esta historia sí tiene un final feliz
Hoy el LAFC jugaba contra el Dallas FC en el Toyota Stadium de la pequeña pedanía texana de Frisco. Frisco jura que es una ciudad, de igual manera que Mariano jura que es futbolista del Real Madrid. Frisco parece más bien una cosa hecha con piezas que sobraron de otras ciudades. Es un lugar con el mismo encanto que un vaso de agua del grifo.
Llegué a este arrabal de los confines del universo tras un viaje de 21 horas en el ferrocarril Texas Eagle que cubre la distancia entre Chicago y San Antonio. En un estado lamentable, me registré en mi hotel, me duché y, casi sin tiempo para llegar al partido, me uniformé con mi camiseta del Real Madrid con el 11 a la espalda.
Hay algo de magia en esa elástica. En cuanto la tuve puesta, mis fuerzas se renovaron y sentí que sería una noche especial. No me equivoqué. Salí del hotel y me crucé con varios aficionados camino del estadio. Un chaval, de unos diez o doce años, me miró y un castellano con acento de vaquero exclamó: “¡Hala Madrid!”. Qué bonito es ser de este equipo, caramba.
En seguida me di cuenta que muchos otros aficionados tejanos llevaban también camisetas del Real Madrid, y todas con el nombre de Bale en la espalda. Ningún garethista se siente solo en Frisco, Texas. Podría ser el lema de la ciudad, junto con “hicimos lo que pudimos.”
El interior del Toyota Stadium era una fiesta. Hoy se celebraba el Día de la Herencia Hispana. Para conmemorar la fecha, a todos los afortunados espectadores nos han regalado una camiseta conmemorativa, que es algo así como la prenda que H. P. Lovecraft y Paco Clavel nunca diseñaron. Decidí que el único uso que podía darle era utilizarla para que Gareth Bale me estampara su autógrafo en ella.
Un momento… ¿eso quiere decir que has conseguido la firma de Gareth Bale? No. Mejor. Mucho mejor. Sigan leyendo, sigan.
Mientras un trío femenino de mariachis amenizaba el prepartido, la mascota del Dallas FC, Hooper el Bisonte, se hacía fotos con los aficionados. En Chicago vi la obra de Hopper el artista y en Dallas la de Hooper el Bisonte. Ambos tienen en común la capacidad de representar el drama subyacente en lo cotidiano; porque Hooper el Bisonte es, dicho claramente, un tocapelotas.
Durante el partido, cada vez que un jugador del equipo rival del Dallas FC recibía una amonestación en forma de tarjeta, la pantalla gigante mostraba una imagen de Hooper el Bisonte mostrando la roja o la amarilla (según corresponda) y haciendo gestos de burla en calidad 4K. Hooper el Bisonte tiene el mismo carisma que una patada en el bazo y me sorprende que aún no lo hayan convertido en relleno de empanada.
Me hice una foto con Hooper el Bisonte señalando mi escudo del Real Madrid. Para que aprendiera un poco de señorío ese bovino malencarado. Pensé, además, que me serviría como ensayo para la foto con Gareth Bale.
Tras haber visto en Frisco, Texas, a Hooper el Bisonte con la mano en el pecho escuchando patrióticamente el himno de los EE. UU. entonado por tres mujeres mariachis; puedo asegurar categóricamente que ya lo he visto todo en esta vida
Un segundo, un segundo… Entonces, ¿te hiciste una foto con Gareth Bale? No. Tampoco. Aún más increíble. Esperen y lo verán.
Antes de empezar el encuentro, aquí se escucha el himno nacional. Todo el estadio en pie. Silencio absoluto. El honor de entonar las patrióticas estrofas ha correspondido a las tres mariachis del grupo “Estrellas de Texas”. Tras haber visto en Frisco, Texas, a Hooper el Bisonte con la mano en el pecho escuchando patrióticamente el himno de los EE. UU. entonado por tres mujeres mariachis; puedo asegurar categóricamente que ya lo he visto todo en esta vida.
El partido fue un despelote, como suele ser habitual. Cada lance favorable al equipo local era celebrado con una salva de fuegos artificiales. A espectáculo aquí no les gana nadie y cada gol es como una mascletá donde en vez de fallera mayor hay un bisonte capullo en camiseta.
El equipo visitante marcó dos goles y ganó el partido porque al LAFC le expulsaron por roja directa a un jugador en el minuto 10 y, además, su línea defensiva es un carnaval. Chiellini, al que quiero como a un hermano mayor, hoy estaba en tono Isco crepuscular, empeñado en dar pases a los rivales y en caerse de culo cada vez que pateaba el balón.
Mientras, en banda calentaba Gareth Bale.
Y, atentos, que llega el clímax de mi relato.
Tenía a Gareth a tal distancia de mi butaca que me habría bastado alargar la mano para deshacerle el moño. Podía haberle dicho algo, pero no me atreví. Rodeado de hinchas locales temí manifestar demasiado entusiasmo por el galés —en aquel momento el LAFC iba por delante en el marcador— y acabar siendo pasto de Hooper el Bisonte o de las mariachis patrióticas.
Observé no obstante que el público que me rodeaba, aunque seguidores del Dallas FC, no tenían tales reparos. Los gritos de “¡Gareth! ¡Gareth!” y los aplausos se empezaron a multiplicar. Todos querían llamar su atención. Uno dijo, “¡Hala Madrid!”, y Bale sonrió un poco y levantó el pulgar. Otros le agitaban banderas galesas. Bale, a algunos pocos, les hacía señas con timidez mientras trataba de concentrarse en el calentamiento.
Al ver que respondía favorablemente a los jaleos de la grada, me dejé llevar por el espíritu local. “¡Gareth! ¡Grande!”, grité. Nada. Ni caso. Pasó a mi a lado trotando y cabizbajo.
Tenía a Gareth a tal distancia de mi butaca que me habría bastado alargar la mano para deshacerle el moño. Podía haberle dicho algo, pero no me atreví. Rodeado de hinchas locales temí manifestar demasiado entusiasmo por el galés y acabar siendo pasto de Hooper el Bisonte o de las mariachis patrióticas
Quien me conoce sabe que tiendo a ser un tipo más bien discreto. Pero estaba desatado. Me había hecho miles de kilómetros para llegar hasta allí. Necesitaba algún premio, aunque fuera pequeño, a mis desvelos garethistas y no iba a tener mejor oportunidad. Era imposible tenerlo más cerca salvo que yo fuera un defensa del Dallas FC. Pero nada. Yo decía su nombre. Le regalaba los más afectuosos aplausos y no me hacía ni caso.
Lo que voy a contar ahora es rigurosamente cierto. Atentos.
A la cuarta o quinta vez que pasó frente a mi asiento, me levanté y, seguramente víctima de un subidón de azúcar producido por mi vaso grande de Dr. Pepper Light, solté la siguiente perla:
—¡Gareth, viva doña Debbie, la madre que te parió!
Entonces el galés volador miró hacia donde yo estaba, sonrió de medio lado durante un segundo, levantó el pulgar durante otro medio y siguió calentando.
No tengo pruebas gráficas de este momento trascendental, pero sí a unos treinta o cuarenta testigos: aficionados del Dallas FC que estaban alrededor mío cuando esto ocurrió. Porque ocurrió, de eso no tengan la menor duda.
—¡Gareth, viva doña Debbie, la madre que te parió!
Entonces el galés volador miró hacia donde yo estaba, sonrió de medio lado durante un segundo, levantó el pulgar durante otro medio y siguió calentando
Llegados a este punto, que es claramente el cénit del relato de mi aventura americana, queda poco que decir. Me despido de la MLS, tan satisfecho como aturdido de sus excesos, y regreso a mi querido Real Madrid, que es el regalo que en su día recibí del hijo de doña Debbie.
Permítanme, si me lo permiten, una pequeña reflexión final. No tengan reparo en querer a un jugador. No se acomplejen porque les llamen “viudas” de tal o de cual jugador. Amar a un equipo a través de un nombre, de una cara, es algo lógico. Un equipo de fútbol como el Real Madrid es más que un escudo; los escudos son fríos, no tienen alma. El Madrid es su historia y su leyenda, y ambas fueron forjadas por nombres propios, no por conceptos: Paco Gento, Alfredo Di Stefano, Puskas, Zidane, Juanito, Raúl… Gareth Bale; son personas de carne hueso. Los seres humanos estamos hechos para querer a otros seres humanos, y ese amor primordial y sencillo es el que nos eleva a sentir anhelo por ideas más abstractas. Amar “al escudo” del Madrid así sin más es, en el fondo, como amar al sistema métrico decimal. Lo que nos hace vibrar el corazón son las personas que fabricaron la gloria que sostiene a ese escudo.
De modo que quieran a nuestros jugadores: quieran a Bale, a Ronaldo, a Luka Modric —más que a ninguno—, a Toni Kroos o incluso a Mariano si les apetece. Porque, al fin y al cabo, el madridismo no es sino puro amor.
Devolvemos la conexión.
Fotografías: Luis Montero Manglano.
Entregas anteriores de L. A. is my lady:
I. Previa del Nashville SC v. Los Ángeles FC: El clásico de las Artes
II. Un debut, un coyote y un abogado real: crónica del Nashville SC vs. Los Angeles FC
III. Sporting KC vs. Los Angeles FC. Hotter than the wather
IV. Real Salt Lake vs. Los Angeles FC. Bale Doing Bale Things
V. Los Angeles FC vs. DC United. No Bale. No Party
VI. Austin FC vs. Los Angeles FC. The Texas Chainsaw Massacre
Good job, Mr. Manglano
Anda que hacer un serial aquí en la galerna con el galés y jugador de golf que se estuvo riendo del club mientras se lo llevaba crudo tiene tela, anda y que le den al jeta de gareth, el día que Floper le fichó por no haber podido fichar al payaso de Neymar mal motivo, pero el día que le renovó ya se cubrió de gloria, y encima se esperaba cuando la marcha de Cristiano que diera un paso adelante, en fin...
Entonces no creo que le gusten mis futuros proyectos "En la cocina con Gareth Bale", " Los mil y un diseños de centros de mesa para ocasiones especiales de Gareth Bale" ni "Gareth Bale canta a Cole Porter"
Que tal "Gareth bale:la casa de empeños", "Gareth bale shore" o "la ruleta de Gareth bale"?