*Artículo publicado el 12 de diciembre de 2017, reflotado como homenaje a Kirk Douglas con motivo de su fallecimiento.
101 años cumplió el pasado 9 de diciembre. 101. Número capicúa. Como 2002, único año capicúa del siglo XXI, año en el que el Real Madrid, en su centenario, alzó su por entonces 9ª Copa de Europa. Curiosamente, el gran Kirk Douglas celebró su centenario en 2016, en año de otra Copa de Europa, la Undécima.
Sin duda es el Rey de los Vikingos y como tal le homenajeamos en esta web tan vikinga (epíteto que puede ser tomado como despectivo, desde luego no para mí). Lo fue en la célebre película de Richard Fleischer, Los vikingos, de 1958 (año de la 3ª Copa de Europa, año de doblete Liga-Copa de Europa como este 2017 que termina), en la que encarnaba al monarca Einar Lodbrock, en una epopeya extraordinaria donde rivalizaba con su medio hermano Eric, protagonizado por Tony Curtis, y ambos se disputaban el amor de la maravillosa Janet Leigh (esposa de Curtis en la vida real).
Kirk siempre ha sido, ante todo, un conquistador. Ya en esta película lo quiere acaparar todo: el trono, las tierras de Inglaterra y el corazón de la princesa Morgana (Janet Leigh). En la vida real era en cierto modo así, todo lo que se le antojaba lo quería para él: dinero, fama y las más bellas y atractivas mujeres. No en vano, su matrimonio con Diane Dill (madre del también célebre actor Michael Douglas), se fue al traste cuando ella se cansó de soportar las infidelidades continuas de su marido, entre ellas con algunas de las más célebres bellezas y femmes fatales de Hollywood, auténticas Galácticas de los años 40 como Gene Tierney, Rita Hayworth, Pier Angeli, Joan Crawford o Marlene Dietrich.
Su interesantísima y amena autobiografía, El hijo del trapero –muy recomendable– nos ayuda a comprender a este auténtico depredador de la vida, buscando siempre ir más allá y renunciando a una vida conformista. Siempre en busca de más y más. Madridismo en estado puro. Tras unos orígenes más que humildes –como se puede deducir por el título de su biografía– Kirk, nacido Issur Danielovitch, de origen judío-ruso, se hizo a sí mismo y tras su breve paso por escenarios teatrales como actor y también como profesor, Douglas hizo un debut más que prometedor en Hollywood en papeles importantes, como el recordado malvado en la espléndida Retorno al pasado de Jacques Tourneur, dando réplica adecuada a otro grande como Robert Mitchum.
kirk douglas fue el rey de los vikingos en 1958, año de la tercera copa de europa
Pocos actores como él han tenido el privilegio de trabajar a las órdenes de grandes maestros como Hawks, Hathaway, Wyler, Huston, Wilder o Minnelli. Fue uno de los favoritos de uno de los directores más puntillosos con los actores, Joseph L. Mankiewicz, en Carta a tres esposas y en el western crepuscular en clave de comedia El día de los tramposos. Maravilloso en westerns como El último tren de Gun Hill o Duelo de titanes, ambos dirigidos por John Sturges, y en los que Douglas se mide de igual a igual con Anthony Quinn y con Burt Lancaster, respectivamente. Su interpretación de Doc Holliday como el amigo y compañero del sheriff Wyatt Eartp/Lancaster fue de las mejores de su carrera.
Douglas, como nuestro Real Madrid, tocó todos los palos de la interpretación, puesto que empezó como bailarín en el teatro, luego hizo comedia, drama, cine negro y westerns. Ya se sabe, ir a por todas, e ir a ganar siempre, jugando al toque, al contraataque, al fútbol control, al preciosismo, a la épica, buscando siempre crear sensaciones emotivas a sus seguidores. Pero como Kirk siempre quería más, y ser el primero de la clase en todo, no se conformaba con interpretar, cobrar y disfrutar de la buena vida.
Por medio de su productora, Bryna, creada en 1955, también decidió ser arte y parte en el mundo de la toma de decisiones. Ya por entonces era un actor más que consagrado, y, lo que más se valoraba en Hollywood, muy taquillero. Cuando Stanley Kubrick estaba al borde de la desesperación buscando financiar su Senderos de gloria, Douglas, maravillado por el guion y por el magnífico papel protagonista, consiguió atraer dinero suficiente para sufragar la película, que a la postre resultaría una obra maestra absoluta del cine. La interpretación de Kirk como el coronel Dax ya forma parte de las mejores de la historia. El film no tuvo demasiado éxito en su momento (eran años difíciles aún de posguerra y fue tratado de antimilitarista, el peor pecado en los años 50 en América) pero con él, el nombre de Douglas se unió para siempre al cinema de qualité, y está indisolublemente ligado al genio de Kubrick.
La cúspide de la relación Kubrick-Douglas fue en su trabajo conjunto en Espartaco, película épica y madridista donde las haya, con Douglas de nuevo como productor. Aquí es interesante leer las versiones de ambos divos durante el rodaje de esta macro-producción: cada uno estaba convencido que el otro era un megalómano o un maniático insufrible. Se rompió la relación entre estos dos genios, fuertes caracteres ambos e incapaces de mantener un equilibrio de fuerzas. Paradójicamente, Douglas, como productor de Espartaco, llegó a la cumbre del mundo, y pudo trabajar con algunos de los actores que más admiraba, como Peter Ustinov, Charles Laughton o Laurence Olivier, pero también marcó su cuesta abajo en el cine, y ya en los años 60, dio la impresión de que Douglas había hecho todo lo que se había propuesto en el Séptimo Arte.
Con todo ganado, fama, dinero, premios (Globo de Oro, el Oscar honorífico lo obtendría ya con 80 años, en 1996, de manos de Steven Spìelberg, tras haber estado a punto de ganarlo interpretando a Van Gogh en El loco del pelo rojo en 1955), Kirk completó su carrera de forma irregular, dándonos, de vez en cuando, como un Balón de Oro en partidos de exhibición, algunas interpretaciones y películas interesantes como Los héroes de Telemark, la aclamada El compromiso (dirigida por Kazan) o la ya mencionada El día de los tramposos, donde con sus viejos amigos Henry Fonda y Burgess Meredith se lo pasaron en grande en el rodaje.
En los años 70 decidió, ante la falta de buenos papeles protagonistas, refugiarse en alguna serie de TV (medio desde donde empezó a despuntar su hijo Michael en la mítica serie Las calles de San Francisco) y, poco a poco, su presencia se hizo poco menos que testimonial en algún film de serie B. Supo retirarse a tiempo, como Amancio o como Zidane, sin hacer ruido y sin arrastrarse por los estudios. No lo necesitaba.
Y aquí le tenemos, con 101 años, rodeado de hijos y nietos y todavía con amplias ganas de seguir por este mundo. No quiso ser como su protagonista en la película sobre boxeo, El ídolo de barro, un recuerdo perecedero por la historia del cine. No quiso ser James Dean, una estrella fugaz.
Como nuestro amado club, Kirk lo ha ganado todo, lo ha tenido todo. Siempre ha vivido como ha querido. Sin falsa humildad y con algo de altanería. Como decía Vincente Minnelli, su energía y su vigor eran incansables, así como su afán por darlo todo hasta el límite. Y siempre ganándose el respeto de todos puesto que todo lo que logró fue gracias a su esfuerzo, a su tenacidad, a su afán de superación y a saber mantenerse en la cima, aprendiendo de sus –pocos– fracasos para conquistar la excelencia y el cariño de su público. Esperamos verte mucho más tiempo entre nosotros, Rey Vikingo.
Muchas Felicidades, Maestro.
Kirk Douglas (1916-2020). Descanse en paz.
Un placer leer el articulo.Gracias
Muchísimas gracias, de verdad!
Aunque lo he leído con dos años de retraso, merece mucho la pena. Uno de mis actores favoritos, uno de los buenos buenos, de los más grandes, capaz de hacer de bueno o de villano, y nunca suficientemente ponderado por la crítica. Puro madridismo.
Muchas Gracias, Amiguete Barney. Me alegro que lo hayas leído.
Me alegro de que lo hayas rescatado, Athos, así he podido disfrutar de este más que merecido homenaje que rendiste, y que ahora vuelve a cobrar actualidad, a uno de los actores más grandes de la historia
Saludos
Lo leí en su día y lo he vuelto a leer hoy. Es formidable.
Aunque parezca una película menor, en comparación con alguno de sus grandes éxitos, siempre me ha parecido una de sus mejores interpretaciones la de "El Día
De Los Tramposos", en la que combina diferentes registros a la perfección.
D.E.P.
Lo leí en su día y me encantó, y hoy lo he disfrutado nuevamente.
Gracias por ello, Athos.