Karim, el crack sin estruendo

Karim Benzema tiene cráneo de malo de la película, y una rara especie de melancolía, incluso cuando brota en la carrera. Es homicida en el remate súbito. Y de tan buen pelotero casi nos da un susto a veces a los que desde siempre hemos creido en él. Porque Karim, de pronto, aúpa una jugada de la nada pura, enciende un remate de relámpago desde la sombra inesperada, inventa un golazo de metralla cuando todos esperábamos el pase, o el quiebro aún ultimo, ante el defensa desconcertado. Como a los grandísimos, a Karim no hay quien lo explique. Mejor verlo, claro. “Aprende a hacerte el que eres”, dice el clásico. Y en esa máxima milita Karim. Ha cumplido más de un mes ensanchando un recital de fútbol de inteligencia y peligro de birlibirloque, porque la magia y la lucidez son dos de sus altas virtudes de virtuoso masivo. Karim lleva el mítico 9, pero en ese nueve caben otros dorsales vivos, el 10, y también el 11. Sin salirse del mismo partido. Quiero decir que Karim se balancea al borde el área, como barajando tres jugadores en uno, y lo mismo resuelve de cabeceador impetuoso que cumple en la imaginación del último pase o se abisma en la banda para hacer ese regate en zigzag imposible, tan suyo, donde el espacio renace y se alumbra un centro nunca pensado. Naturalmente, el carácter en la vida acaba siendo el carácter en el campo. Karim tiene algo de chico raro, de exótico al ralentí, de goleador que va pensando en otra cosa.

Karim lleva el mítico 9, pero en ese nueve caben otros dorsales vivos, el 10, y también el 11. Sin salirse del mismo partido

No teníamos goleador, pero sí. Cuando la época de apoteosis de Cristiano, Benzema fue un servidor de oro de la voracidad goleadora de Ronaldo en esa delantera histórica. Y ahora el propio Benzema, ya sin Cristiano, ha ido desperezándose, hasta cumplir tres jugadores en uno solo: reparte espacio, da el último pase, remata, golea. Benzema es un elegante del peligro,  y esto lo hermana con dos grandes de eternidad, Zidane, y Ronaldo Nazario. De uno, y del otro, tiene Karim excelencias. Comparte con Zidane la secreta premeditación, en la jugada iniciada, con balón y, sobre todo, sin él. Ronaldo Nazario y Benzema se sostienen en un hambre medio escondida del gol, llegan al latigazo desde una especie de letargo que es acecho. No hay jugadores como Karim, raro para bien, veloz en la elegancia, peligroso desde el pensamiento. Tiene gol, y hasta la estadística lo corona. Sólo tiene por delante, entre los goleadores histórico del Madrid, a Di Stéfano y a Cristiano Ronaldo. Va empatado con el inolvidable Santillana, que colocó 186 goles en toda su carrera. Tiene gol, pero eso no es necesariamente lo suyo. Es un crack sin estruendo, un filósofo de la invención. Te apaña lo difícil. Se mueve conspiratorio, se maneja ensimismado, presenta una hoja de servicios cuajada de eficacia y cenefa. Está siempre al acecho de hacerse el que es.

Fotografías: Imago.