Los valores, en cualesquiera de las relaciones sociales, son fundamentales en la medida que afectan de manera directa al modo de comportamiento de un ser determinado. Son los pilares sobre los que se construye una identidad, sirven de guía para orientar y regir nuestra conducta y, en última instancia, son la base fundamental sobre la que se cimienta una comunidad. Ya lo sostenía Platón en sus diálogos: “Los valores son patrones morales universales que definen el ideal de sociedad humana, tanto para el individuo como para la sociedad”.
Al compás de lo anterior, podríamos establecer que la relación que se constituye entre unos principios y una institución, ya sea ésta de naturaleza política, religiosa o deportiva, ha de estar reglada conforme a la consecución de unos objetivos específicos, impuestos por la propia institución, y que es responsabilidad irrenunciable de los miembros de la misma preservar estos valores. De este modo, y a pesar de que la sociedad de la información haya modulado, contaminado y extendido el significado de estos valores en pro de sus objetivos, es evidente que el Real Madrid, como la institución deportiva más influyente del mundo, no puede ser ajeno a todo este compendio teórico-práctico de valores y principios, sino que ha de fomentarlos y promoverlos a través de sus miembros, que deben, -o deberían-, obrar conforme a ellos. Así, la solidaridad, el altruismo, el compañerismo, la humildad, el esfuerzo, el trabajo en silencio y la nobleza (tanto dentro como fuera del terreno de juego) son solo un puñado de condiciones que deben aglutinar todos y cada uno de estos integrantes para hacer que el grupo prospere. La exigencia de mantener incólumes estos principios es una máxima para todos aquellos que representan una marca como el Real Madrid, cuya magnitud y dimensión global alcanza cotas inimaginables que traspasan los límites puramente futbolísticos. Pero qué lástima, hablando en términos más ajustados a la práctica real, que todo esto suene a puro formalismo utópico y no a una férrea convicción de aquellos que han de seguirlos.
A colación de lo anterior, no se me ocurre un integrante de la plantilla blanca que encarne mejor estos valores que Karim Benzema, que para muchos, entre los que me incluyo, es ya el capitán sin brazalete del equipo blanco. Y es que el genio de Lyon, poseedor por otra parte de unas excelsas cualidades técnicas, se ha ganado el corazón de hasta los más escépticos detractores que renegaban de su valía hasta hace no mucho. Su calidad futbolística está fuera de toda duda: desprende clase y elegancia por los cuatro costados, mejora a los que tiene a su alrededor y despliega un fútbol al alcance de solo un puñado de futbolistas. Si no te gusta Karim Benzema no te gusta este deporte. Pero lo que aquí nos incumbe, no obstante, es la salvaguarda de un código de valores. Y es que Karim, que en árabe significa generoso, es el paradigma de todo este entramado. Él es el jugador que con más empeño coadyuva a la integración de los más jóvenes para su óptimo desarrollo; el que antepone, dada su peculiar y loable manera de entender el fútbol, el grupo y el bloque a sus intereses individuales y goleadores; el que nunca dedica malos gestos al respetable que le ha repudiado injustamente durante largos años; el que no ejerce pulsos a la Directiva; el que no vende titulares amarillistas y sensacionalistas; ése individuo que renunció someterse a una operación la temporada pasada para defender los intereses del equipo, jugando con un dedo roto y con una férula a toda luces incómoda, que no hace más que simbolizar alegóricamente la grandeza de un futbolista único que será más recordado y valorado en la memoria que en el presente por razón de su egregio y honorable particularismo. Un futbolista que, la temporada pasada, logró mantener vivas las aspiraciones de un plantel al que lideró sin titubear mientras la mayoría de sus miembros daban muestras de una apatía que desconcertaba a toda una afición. Por si fuera poco, el peso y la influencia del lionés en el actual Real Madrid tiene una importancia clave en términos cualitativos (personifica y aglutina casi la totalidad del tejido creativo del equipo) y cuantitativos (está a un paso de superar a Puskas como quinto máximo goleador histórico del Real Madrid)
En una época en la que cada vez van ganando más terreno propiedades perniciosas como el egoísmo, la indiferencia, la prevalencia del interés personal, la deslealtad y la ingratitud, es muy reconfortante encontrar una figura que aúne y personifique una serie de cualidades antagónicas a las anteriormente descritas. Un club no solo entiende de títulos e insignias, sino también del reconocimiento de unos valores y principios intransmisibles que han de regir su trayectoria. Y Karim Benzema, genio incomprendido donde los haya, los dignifica, y en consonancia, los encarama y enaltece de una manera inmejorable. Y cómo me alegro de que, al fin, después de diez temporadas, tenga el reconocimiento que se merece.
Aquí tiene el aplauso de otro de los colíderes del movimiento benzemista, desde que se le intentaba menospreciar en los tiempos de Mou, don Sergio.
Benzema forever!. Tampoco hay que exagerar amigo/ palmero. Benzema ha tenido tres etapas claramente diferenciadas. La primera: LA APUESTA DEL PRESIDENTE. Al principio era la eterna promesa. Irregular, sin goles, transmitiendo frialdad. Como si nada le importará demasiado. La segunda: LAS AMISTADES PELIGROSAS. Salió de esto mejor futbolista. Sus compañeros y el madridismo, le apoyaron. Creció. La tercera: LA MADUREZ DEL FUTBOLISTA/ PERSONA. Karim, (maldito lo que importa el significado de su nombre), se ha convertido en un jugador de excelencia. Completo. No es ningún genio, y mucho menos un genio incomprendido. Es un grande. Punto.
Artículo monumental, desde al titular al punto final. Me quito el cráneo, y le doy las gracias al autor.
"Si no te gusta Benzema no te gusta este deporte." Toma ya. Jugador franquicia y líder de nuestro equipo en una de nuestras peores temporadas de la historia reciente. Un título vamos. Me parece un jugador fantástico, de verdad, pero cuando vayamos perdiendo las opciones según avance la temporada nos acordaremos de no haber fichado un delantero de verdad. Lo digo ahora para que no me llamen oportunista. Que conste que no pongo en duda su madridismo ni su calidad, de hecho es el único que ha estado a la altura desde la marcha de Cristiano. Pongo en duda que con un delantero centro como él podamos pelear por los títulos.
Parece mentira que, todavía, haya gente que piense que, por llevar el 9 a la espalda, se sea delantero centro.
Es verdad que locura. Como se me habrá ocurrido pensar que Benzema juega de 9, lleva el 9 pero no es delantero centro.
Articulista y foreros , opiniones dispares como es lógico y natural ; ahora bien , el hostiazo a Ramos todavía está retumbando en mi ordenador , jejejeje , es lo que más me gusta del articulo ,
Saludos a todas .
Qué es, ¿un trilogía?
¿Sabe el autor hablar sobre otra cosa?
La calidad de un columnista de opinión no se basa en florituras y adornos lingüísticos sino en la versatilidad a la hora de hablar de distintos temas, con conocimiento de ellos, claro.
Espero con ansia la siguiente entrega, "Benzema y la importancia de la dieta mediterránea"
Se repite más que el atún de marca blanca en aceite de girasol.
Asco de Liga.