Hubo un tiempo en que criticar a Benzema era la norma habitual en todas y cada una de las tertulias futbolísticas de este país. Desde las emitidas por televisión hasta las más informales de sobremesa compartían el mismo denominador común de criticar, reprobar y perseguir al francés, cuyas prestaciones futbolísticas, intangibles en su mayoría, escapaban de las pragmáticas y cerradas mentes de sus detractores. Fruto de esta tenaz campaña de descrédito se fueron construyendo una serie de mitos que, a nivel propagandístico, calaron hondo en ciertos sectores de la afición. Desde el infundado “Es el protegido por el presidente” hasta el “Tiene sangre de horchata, no es un 9 como los de antes”. Otrora, esto era la norma y no la excepción, circunstancia que contrasta enormemente con la unanimidad casi absoluta que hay hoy instaurada sobre su figura.
La magnitud que ha alcanzado Karim en el esquema de Zidane es tan incuestionable como incalculable. Es el engranaje fundamental que rubrica todo el circuito asociativo del equipo. Cuando el Madrid baila, es porque él mueve los pies con un control absoluto sobre el compás grupal. Él marca los tiempos, proporciona a la jugada el ritmo que requiere y, con suma calma y exquisitez, complementa las funciones aceleradoras del juego que ejercen Hazard, Vinícius y compañía. La esencia misma del fútbol es pensar antes que el rival y ejecutar en la dirección deseada para después generar superioridades numéricas y futbolísticas en función del contexto. El lionés va incluso un paso más, pues él medita el curso del juego justo antes incluso de recibir el balón (y mucho antes de sentir el aliento de su marcador), lo que explica ese compendio de pases y paredes de corte trigonométrico que regala partido tras partido. Ciertamente, la coexistencia con un monstruo goleador como Cristiano Ronaldo durante nueve temporadas eclipsó su enorme talento e hipotecó en buena medida su capacidad anotadora, aunque ineluctablemente, y fruto de su inherente generosidad, humildad y preferencia por el interés colectivo, ejerció bajo la sombra un rol que, sin tener el reconocimiento deseado, dio sus frutos en forma de 4 Ligas de Campeones; todas ellas con él de titular.
la coexistencia con un monstruo goleador como Cristiano Ronaldo durante nueve temporadas eclipsó su enorme talento e hipotecó en buena medida su capacidad anotadora, fruto de su inherente generosidad
Con todo, el Karim post Cristiano es un futbolista que, poseyendo la misma técnica individual -esa que está a la altura de muy pocos-, ha dado un paso al frente más que reseñable en el apartado goleador. Ha asumido galones y responsabilidades, ha tenido el tesón necesario para coger los mandos (a diferencia de otros muchos que pasan de puntillas) y se ha constituido como la cabeza visible de un equipo que, de no ser por sus aportaciones, estaría condenado perpetuamente. Medir a un jugador de su categoría exclusivamente por las cifras es un análisis simplista, sin perjuicio de que con los datos en mano sus servicios sean aún más demoledores. En la pasada temporada, anotó un conjunto de 30 goles oficiales, consiguiendo el récord histórico de ser el primer jugador en la historia del club en marcar ocho tantos consecutivos. Y en la presente ha elevado la importancia cualitativa a sus cifras: facturó ante el Sevilla en el Pizjuán, ante el Atlético de Madrid, ante el PSG por partida doble, ante el Valencia en sendos partidos y ante la Real Sociedad. Estadísticas irrefutables que le colocan a la cabeza de los goles y de las asistencias y que le permiten pelear de tú a tú con Messi por el Pichichi de LaLiga. Y todo ello sin ser el ejecutor habitual de los penaltis. Asombroso.
Se me ocurren poquísimos jugadores que se acerquen al nivel del francés. De hecho, por impacto goleador y status está perfectamente capacitado y legitimado para presentar una candidatura muy seria al balón de Oro. Hasta la publicación de este artículo ha sido el jugador más destacado y decisivo del campeonato, y desde la reanudación del mismo, ha ido coleccionando exhibiciones magistrales. Salvo dos meses apagados en los que le costó salir de la lesión y coger ritmo competitivo, en el cómputo global muy pocos se le asemejan. Ya no solo por sus cifras, en sí nada desdeñables, sino también por como mueve y hace mejorar al equipo. No hablamos del mejor delantero del mundo, ni tampoco del más voraz, pero sí del más completo, el que mejor entiende hacia qué dirección ha de remar el equipo en su conjunto. Ese mismo jugador que prioriza el interés general al particular; un tipo humilde, sencillo y noble, tanto con compañeros como con rivales. Jamás ha protagonizado episodios candentes en el vestuario, ni declaraciones bravuconas a la misma prensa que le ha repudiado durante años; ni conflictos con sus rivales (prueba de ello son las irrisorias tarjetas amarillas que ha visto vestido de blanco: 8 en 551 partidos).
Un arquitecto silencioso que monopoliza y mueve los hilos del tejido productivo del equipo en tres cuartos de campo y que, once años después, goza con justicia del ansiado reconocimiento del madridismo. Ante el Espanyol, con un taconazo que rebosa arte por los cuatro costados, sumó su asistencia número 117, que se solapan con los 258 goles oficiales. Cifras mareantes que rezuman la grandeza de un jugador cuyo legado permanecerá incólume al devenir de los tiempos. Y los que confiaron en él durante etapas más sombrías se morirán de razón.
Fotografías Getty Images.
Complicado lo tiene. No creo que France Football permitiera nunca que se le entregara "su" premio a un jugador que está vetado en la selección francesa por causas ajenas al fútbol.
Se escudarían en que nunca ha ganado nada con su selección, o que no marca goles espectaculares, o cualquier otra cosa.
Pelin exagerado el artículo, pero lleva dos años muy buenos, es la verdad. Desde que se marchó Cristiano lleva el peso ofensivo del equipo y sus prestaciones han crecido mucho. Es un artista aunque sigo pensando que el Madrid necesita algo más para ganar los partidos importantes. No obstante está haciendo una muy buena temporada en medio de la mediocridad general en España y en Europa donde nadie está destacando demasiado.
Totalmente de acuerdo con esta opinión.
Un maestro del gol
El único problema que tiene Benzema es el número de su camiseta. Es un jugador superlativo, que si jugara en otro equipo que yo me sé, estaría recibiendo elogios sin parar. Pero juega donde juega y así, la cosa cambia.
Su gol "de pillo" en la Decimotercera está muy infravalorado. La prensa (cómo no) se cebó despiadadamente en el portero para restar mérito al francés. No me canso de ver ese gol. Benzemá engaña totalmente al portero con el movimiento de su cuerpo. Se frena, como dando por hecho que ya no tiene nada que hacer y comienza a desviar la trayectoria, como alejándose del portero, pero mirando de reojo por si sucedía lo que acabó sucediendo.
Hay un antes y un después de ese gol. Ahora, los porteros ya no sueltan el balón hasta que el rival más próximo está a medio kilómetro, pero en aquél momento, hacía muchísimo tiempo que no sucedía nada parecido. Y lo sucedido fue fruto de la intuición de Karim. Ese tipo de jugada no la había intentado antes, pero debió de leer en la cara de Karius (o le tenía estudiado) que iba a agilizar el juego sacando rápido con la mano..
Muy acertado lo que dices. Hasta ese momento, Karius había hecho una Champions muy buena. Si eso lo hace Messi...
Si eso lo hace Messi,como dice Cibeles,tenemos el gol del pillo durante años. Seguramente pondrían su repetición en cada aniversario, cumpleaños de d10s, y en el día de acción de gracias. Mientras babearian Cristóbal Soria, d'alessandro y David Sánchez mientras afirmaría que eso solo lo hace un genio
Amén