Visitar la Galería de los Uffizi es como ir al Museo Bernabéu: hay grandeza por todas partes. En ambos lugares puede darte un empacho de gloria, lo que algunos llaman el “Síndrome de Stendhal”, que es un sofoco que te viene al cuerpo cuando tratas de asimilar de golpe el “Tondo Doni” de Miguel Ángel, el “Baco” de Caravaggio y el Díptico de los Duques de Urbino; todo al mismo tiempo.
Recuerdo la última vez que visité el Museo Bernabéu. El tour, como muchos de ustedes saben, incluye los vestuarios. Al atravesarlos, una señora que iba delante de mí exclamó extasiada que “¡aquí huele a hombre!”. A la buena mujer le dio un “stendhalazo” de órdago, no cabe duda. A mí más bien me olía a Copas de Europa, pero supongo que el Bernabéu es como una especie de test de Roschach en el que uno ve (o más bien huele) lo que más anhela su subconsciente.
Visitar la Galería de los Uffizi es como ir al Museo Bernabéu: hay grandeza por todas partes
En el Bernabéu uno se ciega con el triunfo. Hay trofeos incontables y recuerdos de enorme valor, pero, al final, los ojos siempre se van hacia esa vitrina mágica de 13 copones tan grandes como la vida. De igual manera que en los Uffizi siempre acabas viendo lo que más brilla y de lo que habla todo el mundo, lo cual, en el fondo, es una lástima, porque a menudo se pasan por alto discretos destellos de belleza.
En los Uffizi hay que andarse con ojo. Si uno se descuida puede acabar topándose con “El Nacimiento de Venus” de Botticelli, que es un cuadro muy culé, como casi todo lo que pintó Botticelli salvo el “Venus y Marte” de la National Gallery de Londres, pero de eso ya hablaremos otro día. Al “Nacimiento de Venus” es mejor pasarlo por alto. Hágame caso y déjeselo a esos enormes grupos de turistas que siempre se arraciman en torno al lienzo (y, de paso, fíjese cómo muchos de ellos llevan camisetas de Leo Messi).
En los Uffizi hay muchas joyas ocultas que merecen nuestro tiempo tanto o más que Botticelli. Una de ellas es “La Virgen de las Arpías”, de Andrea del Sarto. Una pintura de una perfección sobrenatural.
Recordaba ayer a Andrea del Sarto y su Virgen de las Arpías mientras gozaba con el triunfo del Madrid ante el Chelsea. Lo que vimos sobre el césped no fue un equipo: fue una galería de arte. Un furor manierista, como manierista era Parmigianino, quien pintó la “Madona dal Collo Lungo” (Virgen del Cuello Largo). Thibaout Courtois es el Portero del Brazo “Longo”, elástico y serpentino. Manierista. Igual que Fede Valverde, a quien solo le falta una coraza para ser el Cosme I de Médici pintado por Bronzino. Valverde galopa por el césped con tanta furia como si se lanzara contra los franceses en la batalla de Montemurio. Tras aquel triunfo, el emperador Carlos V otorgó a Cosme de Médici el ducado de Toscana, así que igual después del partido de ayer el César Carletto finalmente corona a Valverde con la titularidad indiscutible. Ojalá.
Contra tales obras de arte Tuchel no tenía ninguna posibilidad. Tuchel tiene cara de santo románico y dan ganas de colocarlo en una jamba del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela. Ayer lo intentó todo, incluso encomendarse a Mateo Kovacic, que —y esto es rigurosamente cierto— siempre sale al campo con una estampita de san Antonio de Padua en las espinilleras. Pero ni por esas, porque al croata anagógico, a Lukita de Saint Denis, lo tenemos nosotros. Y también la furia manierista, y contra eso no hay nada que hacer.
Contra tales obras de arte Tuchel no tenía ninguna posibilidad. Tuchel tiene cara de santo románico y dan ganas de colocarlo en una jamba del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela
Andrea del Sarto lo sabía muy bien cuando pintó La Virgen de las Arpías. Ese lienzo es una prefiguración madridista. Se supone que representa a la Virgen sobre un pedestal decorado con relieves de arpías y rodeada por san Juan y san Francisco. En realidad, no son arpías, son langostas, criaturas diabólicas que surgirán de los infiernos en el Fin de los Tiempos hasta que su pozo de maldad sea sellado por la Madre de Dios. De ahí la presencia de san Juan en el cuadro, quien describe este hecho en el capítulo IX del Apocalipsis. Junto a san Juan está san Francisco, porque el cuadro fue hecho para una congregación franciscana y porque, además, el verdadero nombre de pila del santo de Asís era Giovanni (Francisco es un mote, “francesco”, diminutivo de “franco” que era como se conocía a su padre, de origen francés).
El san Francisco de la Virgen de las Arpías tiene la misma cara que Karim Benzema, y eso no puede ser casual, como tampoco puede serlo que gire la cabeza como si fuera a meter un gol de remate o que tenga la pierna flexionada hacia atrás, como preparando un tiro a puerta. San Francisco recibió los estigmas en manos y pies como prueba de santidad, y yo, cada día que pasa, estoy más convencido de que Benzema oculta un estigma milagroso bajo su mano vendada como prueba de que a Dios, como no podía ser de otra forma, le gusta el buen fútbol. Benzema es un cuarto de santo porque en vez de cuatro llagas solo tiene una. Tampoco puede ser casualidad que san Juan se parezca a Fede Valverde, a quien, por cierto, últimamente dan por llamarlo “el Águila”, que es, por otro lado, el símbolo de san Juan evangelista… ¿También casualidad?
¿Y acaso es casualidad también que la Virgen de las Arpías vista de blanco, rosa, amarillo y azul; colores todos ellos que en diversas ocasiones han adornado la camiseta del Real Madrid? No, imposible. Demasiadas casualidades. Solo hay una explicación: Andrea del Sarto, autor del lienzo, era madridista.
Pero apártense que me vengo arriba. Voy aún más lejos y aseguro que Andrea del Sarto no solo era madridista. Andrea del Sarto era ni más ni menos que Karim Benzema.
Cada día que pasa, estoy más convencido de que Benzema oculta un estigma milagroso bajo su mano vendada como prueba de que a Dios, como no podía ser de otra forma, le gusta el buen fútbol
A Andrea del Sarto lo llamaban Andrea “senza errori”, Andrea sin errores, porque según Giorgio Vasari, su discípulo y biógrafo, sus pinturas eran “absolutamente perfectas en todos los aspectos.” Su apellido, “del Sarto”, significa “del sastre” porque esa era la profesión de su padre, igual que Karim Benzema, que le hace un traje a cualquier defensa que intenta detenerlo. Pero Karim Benzema, el Grandioso Karino, también hace joyería, ¿o no es acaso pura labor de orfebre aquel regate en el filo del área del Vicente Calderón? Andrea del Sarto, por cierto, se formó también como maestro joyero.
Del Sarto era un pintor magnífico y hoy sería inmensamente célebre de no haber tenido la mala suerte de coincidir en la misma época con tres titanes, Miguel Ángel, Rafael y Leonardo; que sofocaron su fama de manera injusta. Incluso el propio Vasari dice que a Del Sarto le faltaba “fuego y ambición”, lo cual me recuerda a cuando el diario Marca llamaba “Benze-ná” a Karino en primera plana o a cuando los piperos le gritaban “Benzemalo” desde la grada. Durante una época, Karino fue considerado la pata coja de la BBC, lo cual es hoy difícil de asimilar.
A pesar de lo dicho por Vasari, la obra de Andrea del Sarto es, precisamente, un compendio de Miguel Ángel, de Rafael y de Leonardo. Tenía del Del Sarto lo mejor de los tres genios y supo combinarlo como nadie en un catálogo de una belleza difícil de igualar por un simple mortal. En Karim está lo mejor de los genios del fútbol, desde Di Stefano hasta Cristiano Ronaldo.
Karino es Leonardo, es Miguel Ángel y es casi Rafael, Karino es manierista e infinito, Karino se desliza sobre el césped como un pincel sobre un lienzo, Karino es potencia y sutileza, Karino es elegancia y “sprezzatura”. Todo lo que hace lo hace bien y lo hace bonito
Andrea del Sarto condensó todo su genio en la Virgen de las Arpías. De igual modo que ayer contra el Chelsea Karim Benzema dio un recital del catálogo de su grandeza. Todas las cosas que hizo Karino en Stamford Bridge fueron, parafraseando a Vasari, “absolutamente perfectas en todos los aspectos”. Porque Karino es el Príncipe de los Intangibles, Karino es Leonardo, es Miguel Ángel y es casi Rafael, Karino es manierista e infinito, Karino se desliza sobre el césped como un pincel sobre un lienzo, Karino es potencia y sutileza, Karino es elegancia y “sprezzatura”. Todo lo que hace lo hace bien y lo hace bonito.
Ese es Karim Benzemá. Puro milagro blanco. Karino “senza errori”.
Getty Images.
Sencillamente sensacional, la forma en la que anexa dos artes, con tantos elementos físicamente dispares, como abstractamente idénticos: fútbol y pintura. Bravo!
Me descubro ante la brillantez de éste hombre
Gracias por el magnífico artículo. Florencia queda un poco lejos, pero en el Prado parece que hay cositas que ver de este señor...
https://www.museodelprado.es/coleccion/artista/sarto-andrea-del/c9d7da6c-4bb5-4f98-be45-8da0a40a64ee
Maravilloso texto, a ver si los panenkitas y los futboleros "ilustraos" oficiales (todos proculés y propatéticos), toman nota.
Abrazos madridistas
¡Bárbaro!
Sensacional. Muchas gracias.
Me sorprende que nadie ha comentado (yo al menos no lo he visto) que, en la jugada que falla Benzema solo ante el portero dentro del area, hay un contacto del defensa por detrás en la pierna de Benzema, que le impide rematar bien el balón. A mi juicio aunque el contacto no es fuerte le zancadilla lo suficiente para fallar. Hala Madrid!!!
En la televisión francesa lo tenían claro: se cae Karim, es penalti.
Brutal!
Por fin un articulo a la altura del gran Karim Benzema. Por cierto, en la eliminatoria contra el PSG e ayer contra el Chelsea, Karim Benzema mostró que es el 9 más completo de la historia del fútbol. Ni Henry, ni Ibra, ni Ronaldo el gordo, ni Van Basten... Puede no ser el mejor entre todos ellos, pero es el más completo. Los 6 goles son diferentes e mostran que domina todos los registros de un 9 e de un 10. Dos juegos para entender quien es Benzema.
Me quito el cráneo!