Solo un milagro en sentido estricto permite ganar un partido sesteando durante la mayor parte, y durmiendo a pierna suelta desde el minuto 45 al 85. Si a eso añadimos que el Madrid está nervioso, desconfiado de sí mismo, lo sorprendente es no perder ante un rival modesto pero menos atenazado por la torpeza, fruto poco evitable de reunir indolencia con falta de seguridad instintiva. Faltos de ese sí interior, los jugadores se convierten en análogos de la gelatina, que tiembla con el movimiento del plato pero no logra desplazarse un milímetro, y cuando llega el momento de salvar un peligro o rematar se achican ellos solos, como cómplices de la adversidad.
Por eso sobresalió el juego de Bale, que además de marcar aprovechando su zancada de centauro ilustró el lance llamado desmarque, ejecutado esta temporada con mala fortuna y hasta desgana por otros compañeros, aunque compendie el arte de la llegada eficaz. Su juego ha rozado lo difícil de superar, y esa noticia colma de asombro tras la más larga secuencia de lesiones graves que le conozco a crack alguno. Bien por él, cuya sustitución rondó la ridiculez atendiendo al desempeño de otros. Seguro que tal cosa se hará imposible, si mantiene su progresión.
la sustitución de bale rondó la ridiculez atendiendo al desempeño de otros
Del resto, ¿qué decir? Recién salido, Asensio perdió un balón que no le había visto perder, por simple falta de empuje, y los centros de Achraf y Marcelo darían para un curso sobre el despropósito. A la hora de chutar, la izquierda de este último parece atenazada por un íncubo que manda alcanzar zonas cada vez más remotas del graderío, y otro espíritu satánico persiguió toda la noche cada pase de Casemiro. Varane no remata los córneres como otrora, y tiembla ante acosos antes resueltos con suficiencia olímpica. Cristiano se deja caer por si cuela, cuando no tira al muñeco o fuera, y con el nervio convertido en gelatina solo Kroos –con el regate y posterior pase culminado en el primer gol- y la excepcional parada de Navas al penalti estuvieron a la altura.
Pero el fútbol es así, el partido fue muy entretenido, y veremos cuánto se prolonga sufrir bajo el peso de la púrpura.
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"El Centauro", ¡qué buen apodo para Bale!. Todo un hallazgo, don Antonio.
Estaremos asi hasta que cambien de entrenador, pues ayer sabia la alineación toda España, es decir mas de lo mismo, los cambios un desastre siempre tarde y en la mayoria de las veces mal, en fin la púrpura, la empaparemos.