Springsteen está ya en los bises, tras las acostumbradas más de tres horas de brutal descarga musical. Nadie espera lo que viene. De pronto, el Boss empuña el micrófono y anuncia la presencia sobre el escenario de Sir Paul McCartney. No bromea. El exBeatle salta a escena con una guitarra y, cuando el estruendo de las más de cien mil almas aún no ha cesado por la euforia ante la sorpresa, ambos genios se lanzan con el one-two-three-four con que arranca I saw her standing there. Sucede que han pasado las once de la noche, y que hay una ordenanza que impide superar un determinado nivel de decibelios en el borough donde se encuentra Hyde Park. Así pues (¿así pues?), un funcionario del gobierno de la ciudad de Londres desenchufa el sonido del concierto. Los músicos no se dan cuentan y continúan, adentrándose incluso en Twist and shout a continuación, pero sólo los muy cercanos al escenario pueden escucharles. Es un momento único en la historia de la música arruinado por un hombrecillo gris, probablemente con gafas y lector del Sun. Velázquez y Goya salen de la tumba para pintar por primera y última vez un cuadro a cuatro manos, pero han transgredido los reglamentos del cementerio abandonando sus sepulcros a deshoras y deben cesar.
El pasado 2 de abril se cumplieron 30 años del fallecimiento de Juanito. El Málaga pensó que lucir un brazalete con la leyenda “Juanito 7” en su partido frente al Girona sería un homenaje sencillo y bonito. Lamentablemente no pudo llevarlo a cabo porque la normativa no se lo permitió.
La norma estipula que lo que puede llevar la equipación de un equipo de fútbol es el nombre del jugador, el número, eslóganes de alguna iniciativa, logotipos que promuevan el fútbol, el respeto, publicidad autorizada y los datos de un partido, como fecha, ciudad, estadio, equipo, torneo, etc. Estas imágenes pueden ir en el frontal de la camiseta o en el brazalete. Pero los eslóganes no pueden referirse a partidos, gobiernos o cargos políticos, a organizaciones de carácter discriminatorio, a ninguna agrupación cuyos objetivos o acciones puedan ofender a un número considerable de gente, ni tampoco —lo importante en este caso— a personas vivas o ya fallecidas, a no ser que formen parte del nombre de la competición.
Legalmente, no hay nada que objetar al hecho de que el Málaga no pudiese portar el brazalete en homenaje a Juanito. Tampoco se le puede reprochar al funcionario londinense, con las restricciones acústicas del borough en la mano, que se cargara para la posteridad el momento más rigurosamente único que ha brindado el rock, la conjunción de estrellas más apabullante. Pero sí podemos criticar lo adecuado de la norma. Impedir homenajear a un futbolista desaparecido no parece un asunto problemático que merezca ser prohibido. Es entendible y deseable que exista una regulación para evitar abusos y lograr una homogeneidad. Efectivamente, no es sensato que alguien utilice la indumentaria de su club para visibilizar causas innobles, pero la normativa en vigor quizá es demasiado estricta: recordar a un futbolista fallecido debe ser una facultad de los clubes.
Me van a permitir, con todo, que vaya un poco más allá, y que me permita no solo condenar la estúpida norma de la Liga y de Hyde Park, sino adornar también este artículo con un mohín de tenue desconsideración hacia esa raza de chupatintas, intercambiables en diferentes latitudes del planeta, de quienes la historia sólo demandaba, en un momento dado, único, irrepetible, que por una bendita vez dejaran de cumplir con su deber (¿deber?) en aras de un evidente bien mayor. Son el reverso anónimo y triste de la historia de los poetas más grandes: burócratas amargados, pajilleros de la mediocridad escrita, que se niegan a hacer una excepción obligatoria para poder contar a sus nietos, fish and chips en el regazo, que ellos impidieron un homenaje a Juanito porque era ilegal.
Ilegal. Al carajo, hombre.
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Amén. Esta gente, que lo invade todo, empezando por las más altas instancias, recorta cada día más nuestras vidas y nos hace menos libres, menos felices, menos humanos.
Una nueva memez de Don Vito Tebas. Es como los números ¿Por qué cada equipo no puede rotular las camisetas con la grafía que deseen? nada, como diga el gran Capo. El brazalete igual. ¿Tanto perjuicio ocasionaba a no se sabe quién que el Málaga luciera el brazalete de homenaje? O es porque era Juanito y no Cruyff o cualquier otro mimado por el Relato?
Hay brazaletes con guiños políticos, pero parece que eso sí es aceptado….
En fin…
No me lo puedo creer