Si yo le entiendo. Yo, como él, también me siento un poco culpable todo el rato. Como si viviese encerrado en una especie de síndrome del impostor perpetua. Culpable cuando cojo un libro prestado y encuentro frases y párrafos subrayados, que aquello me parece la mayor invasión a la intimidad ajena posible. Qué cosa tan intrusiva, qué sensación de ilegalidad. Como cuando paso por el arco de seguridad del aeropuerto, que mi cara de pánfilo parece gritarle al policía que llevo medio kilo de lo que sea en los bolsillos o en el recto. Yo, que soy un bendito. Culpable cuando digo que hablo inglés con fluidez y también culpable cuando escucho a mi compañero de piso follar con su novia como salvajes, mientras yo me refugio bajo la manta para no levantar sospechas.
Todo en mí es culpa, todo es arrepentimiento. Me arrepiento de mandar un whatsapp, de cortarme el pelo, de correr a por ese balón con el que me destrocé el tobillo. Me arrepiento de las cosas que digo incluso antes de haber terminado la frase. Pero así no se puede vivir, querido, con esta sensación de que uno es siempre un poco culpable, esta sensación de que si los cuernos tuviesen sabor sería como el de los chicles de menta.
Saber arrepentirse es, ante todo, un arte. Como lo es saber pedir perdón. Hay que saber reservar los perdones, y por tanto, los arrepentimientos, a imprudencias dignas, creo yo, de mejores causas
Saber arrepentirse es, ante todo, un arte. Como lo es saber pedir perdón. Hay que saber reservar los perdones, y por tanto, los arrepentimientos, a imprudencias dignas, creo yo, de mejores causas. Y más ahora que nunca, que se pide perdón fatal. Disculparse ha pasado a ser algo marginal, bajo el empleo de la mezquina fórmula “pido perdón si alguien se ha podido sentir ofendido…” o bien “lo siento si he podido molestar a alguien, no era mi intención”, incluso responsabilizando directamente al receptor de la disculpa: “creo que se me ha malinterpretado, no quería decir eso, en cualquier caso perdón a los que no me han sabido entender”. Pero qué manera de mierda de pedir perdón es esa.
El otro día vi en Twitter un vídeo de Juanito disculpándose por haberle pisado la cabeza a Matthäus (como para no arrepentirse, también te digo). “Me maldigo, maldigo ese comportamiento tan irracional”, confesaba. Joder, así da gusto escuchar una disculpa. Hasta para pedir perdón hace falta elegancia. Qué bonito es siempre ver a alguien vulnerable. Odiándose un poco. Afligido de verdad. Si no queremos más, nos basta con el arrepentimiento sincero del arrepentido, independientemente del acto.
— Roberto (@j7_roberto) October 17, 2023
Pienso todo esto mientras veo a Joselu celebrar un gol pidiendo perdón por sus fallos previos, como arrepintiéndose de ser el jugador que es. Y luego, en el postpartido, con el Bernabéu feliz entregado a Bellingham, a Carletto, a las noches europeas, le veo abatido, con cara de no haber dormido en una semana entera, con el mismo semblante que Juanito en Múnich. La misma sinceridad, el mismo dolor.
Y se me queda mal cuerpo, claro, porque empatizo con él, porque le veo como a uno de los nuestros, y por una especie de anacronismo identitario. El Madrid de la angustia wagneriana ya pasó, ya fue. El de ahora es el Madrid de las sonrisas. De Vini y de Camavinga. De Jude. El Madrid de los guapos. No hay lugar para remordimientos.
Así que aquí pedir perdón por fallar jamás. Lo que no te perdonaríamos sería que no corrieses, que no lo intentases una y mil veces, que no lo dieses todo por el escudo. Y eso lo entendiste desde el primer minuto
Así que aquí pedir perdón por fallar jamás. Lo que no te perdonaríamos sería que no corrieses, que no lo intentases una y mil veces, que no lo dieses todo por el escudo. Y eso lo entendiste desde el primer minuto. Que no te confunda cuando decimos que eres el delantero del pueblo. Que a ti no te ha tocado jugar en el Madrid en una tómbola, querido. Que te lo has ganado. Que ha sido tu carrera, tus méritos y tus virtudes las que te han traído hasta aquí. Que meter un gol en Champions en el Bernabéu es siempre la hostia. Y que está la vida como para no celebrar estas cosas.
Getty Images.
Joselu es lo que es, no engaña a nadie. Vino para mejorar a Hazard, Mariano y Jovic (tenía el listón muy bajo, ciertamente). En menos de 1/3 de la temporada ya lo ha logrado. No hay más debate.
Joselu no debe pedir perdón por fallar, perdón deberían haber pedido Isco, Bale, Hazard etc por no haber sido todo lo profesionales que debieron ser, al menos no todo el tiempo.
Joselu sabe que el que le aplaude el día que la enchufa és el mismo que se va a acordar de sus parientes cuando falle, y que la memoria es muy corta en ésta casa seas canterano o de Kuala Lumpur.Que se lo digan al pipita Higuaín
Buen artículo. Para mi un futbolista si lo da todo y lo intenta nunca debe pedir perdón.
Si alguien tiene que pedir perdón es el que lo ha fichado sabiendo sus limitaciones y haciéndole pasar un mal trago porque no debe ser fácil no estar a la altura jugando champions en el Bernabéu.
Madre mía, qué calidad de artículos en La Galerna. Muchas gracias, de verdad.
Pues iba a entrar al trapo cansado de tanto madridista en redes sociales, medios y en todas partes instando a Joselu a no pedir perdón. Como me siento representado por este estupendo artículo, me he calmado, pero no obstante...
- el mejor jugador de nuestra historia reciente, un tal Cristiano Ronaldo, ya lo hizo y no se le cayeron los anillos.
- gracias por pedir perdón, Joselu, y hazlo cuantas veces gustes por lo que digo a continuación.
- estoy tan cansado del sentimiento de culpabilidad cuasi judeocristiano como de esa especie de principio que se ha establecido por el que disculparse no es un síntoma de educación sino de debilidad. Disculparse ante tu afición no es sino un signo de RESPETO a club y aficionados. Un jugador pasa una mala racha, siente que no está dando lo que recibe y pide perdón. No veo dónde está el problema en un gesto tan bonito.
Joselu sabe que le vamos a querer igual porque se deja la piel en cada partido. Y en el Bernabéu lo único que no se perdona -al menos la mayoría- es la desidia y la falta de compromiso.
Lo llamativo de Joselu es esa actitud sincera, tan anacrónica, tan impropia de estos tiempos de postureo, de Marianos y de Hazardes. Joselu en nuestro equipo, no sé si siempre, pero de momento sí, por supuesto.
Abrazos madridistas
Artículo muy en la línea de la Galerna. Jejeje. Qué siga la fiesta. Mi opinión es que fue positivo lo que pasó. Muy positivo el "jugadón" de Bellingham que , ya en los estertores del partido. puso un pase-gol a un buen futbolista que no estuvo muy acertado durante el partido ante el Nápoles. De hecho, actuando para el Madrid, no está teniendo un rendimiento destacado .
Fue sincero y terapéutico su acción de pedir disculpas. Además en ese gesto había agradecimiento y alivio a esa jugada del inglés que permitió redimirle.
Quiero lo mejor para Joselu , pero al mismo tiempo soy madridista exigente y lo que pido es entrega . Y Joselu trasmite un poco de desidia , sobre todo si lo comparamos con otros futbolistas. Recuerdo muy bien al Joselu del Castilla coincidiendo con Morata. Prefería a Joselu, me gustaba más su fútbol . Le veía más killer. Ojalá este español nacido en Alemania reflexione, con calma y la aflicción en su justa medida, para decidir seguir trabajando motivado y con determinación. Es buen futbolista y todavía puede aportar mucho más al equipo. Se ha ganado el derecho, con su trayectoria y fútbol, a ser él mismo quien se ponga la presión necesaria para aumentar su rendimiento.