Otorgar un premio con el nombre de Francisco Gento es casi obligatorio para un medio que lleva por nombre el sobrenombre del legendario extremo cántabro, el único futbolista que ganó 6 Copas de Europa. Asimismo, resultaba evidente que en su primera edición dicho premio había de recaer en el líder de la defensa de aquella época dorada. José Emilio Santamaría ganó junto a Gento 4 de esas 6 Copas, amén de una inacabable sucesión de títulos.
En la primavera de 1957, Santiago Bernabéu decidió reforzar la defensa con un fichaje de campanillas, un central de gran jerarquía que ya había impresionado en Europa en el Mundial de Suiza de 1954, y en su continente en el Campeonato Sudamericano ese año. Santamaría había estado cerca de realizar una gira con el Atlético de Madrid y de firmar por el Barcelona, que también andaba tras él, pero la recomendación de Héctor Rial convenció al presidente merengue, que pagó 170.000 pesos por el zaguero.
Otorgar un premio con el nombre de Gento es casi obligatorio para un medio que lleva por nombre el sobrenombre del legendario extremo cántabro. Asimismo, resultaba evidente que en su primera edición dicho premio había de recaer en Santamaría, el líder de la defensa de aquella época dorada
José Emilio Santamaría, hijo de españoles orensanos, nació el 31 de julio de 1929 en Montevideo y se crió primero en el Atlético Pocitos para más tarde jugar diez temporadas en Nacional. El uruguayo era un central adelantado a su tiempo por su clase, calidad y criterio a la hora de sacar el balón jugado desde atrás. Además era seguro, solvente, inteligente en la colocación y bueno en el juego aéreo. Un defensa completísimo, uno de los mejores del mundo a finales de los 50 y principios de los años 60.
El charrúa llegó a la capital española un 28 de mayo y el día de su presentación declaró: "Me hizo gracia que llamaran merengues al equipo que quería ficharme. Además seguiría vistiendo de blanco, como en Nacional”. Por su parte Bernabéu se mostró encantado con su contratación y afirmó ante la prensa que “necesitamos un hombre fuerte por cada línea. Y la que nos faltaba por cubrir era la defensa. Para eso ha venido Santamaría”. Su contrato le unió al club durante tres años y su incorporación dio un nuevo aire a una zaga que no acababa de convencer por su solvencia a Di Stéfano.
Pronto los compañeros comenzaron a llamar Pepe a Santamaría, y el debut del defensa se produjo ante el Charleroi en un partido amistoso y el CA Osasuna en un encuentro oficial. En su primer año logró el doblete de Liga y Copa de Europa y lideró el eje defensivo blanco junto a Atienza y Lesmes en los costados.
Un total de siete temporadas más estuvo el charrúa siendo el jefe de la defensa y fijo para sus entrenadores Carniglia y posteriormente Miguel Muñoz. A su lado fueron desfilando multitud de nombres con los que hizo trío o cuarteto en la defensa, caso de Marquitos, Pachín, Miche, Casado, Miera, Isidro o Zoco.
Bernabéu se mostró encantado con su contratación y afirmó ante la prensa que “necesitamos un hombre fuerte por cada línea. Y la que nos faltaba por cubrir era la defensa. Para eso ha venido Santamaría”
Y los títulos no pararon de llegar para completar un palmarés extraordinario. Dos Copas de Europa más ante Milan o Eintracht de Frankfurt, cinco Ligas de forma consecutiva entre 1961 y 1965, la Copa de 1962 donde se derrotó al Sevilla en la final o la Copa Intercontinental ante Peñarol, eterno rival del otro club de su vida, Nacional. Precisamente ante el equipo de su tierra disputó el que probablemente fue su mejor choque con la camiseta merengue. El duelo fue el de ida de la nueva competición en el estadio de Centenario. Peñarol contaba con una delantera mítica y apabullante formada por Cubilla, Spencer, Linazza, Hohberg y Borges que fue incapaz de superar la defensa comandada por Santamaría, y el encuentro terminó sin goles. En la vuelta, el 5-1 en el Bernabéu dio el triunfo a los blancos.
La última temporada de Santamaría en el Real Madrid fue la única donde dejó de ser indiscutible. La generación ye-yé se imponía y el uruguayo cedió su puesto de titular a De Felipe. Aquel curso de 1965-1966 sumó 14 partidos entre todas las competiciones y se despidió con la cuarta Copa de Europa de su carrera y la ‘Sexta’ del club, ayudando en dos compromisos europeos ante el Feyenoord en primera ronda y el Kilmanock en la segunda.
Se retiró con 37 años y dejando un bagaje espectacular de 337 partidos oficiales. Marcó dos goles, ambos conseguidos en Liga. El primero ante el Espanol en abril de 1959 en la jornada 30 de Liga y el segundo frente al Athletic de Bilbao en 1960 en la jornada 8 del campeonato liguero. Por ello, y tras el verano de 1966 el club le rindió un merecido homenaje, con el Hamburgo alemán como rival. El partido lo ganaron los visitantes y Santamaría jugó sus últimos minutos con la casaca merengue antes de ser sustituido por De Felipe con todo el Santiago Bernabéu en pie despidiéndole.
Se retiró con 37 años y dejando un bagaje espectacular de 337 partidos oficiales, 4 copas de Europa, 1 Intercontinental, 6 Ligas y 1 Copa de España
Su carrera internacional se dividió en su papel con Uruguay de 1952 a 1957, y luego con España desde 1958 hasta 1962 tras obtener la nacionalización. Con La Celeste disputó un total de 20 encuentros y participó en el Mundial de Suiza, donde alcanzaron el cuarto puesto y fue elegido en el XI ideal del torneo. Con España, debutó frente a Irlanda del Norte en 1958 y acumuló 16 internacionalidades.
Posteriormente tuvo una trayectoria como técnico donde dirigió a la selección olímpica española, al RCD Español desde 1971 a 1977 y a España sub19 y sub21. En 1982 lideró a la selección española absoluta en un Mundial celebrado en casa con unas expectativas absolutamente irrealizables en cuanto al papel del equipo local. El Mundial no fue un éxito, el uruguayo fue la fuente principal de las iras de una prensa completamente irracional, y no volvió a entrenar, dedicándose a varios negocios alejados del balompié. Lo que perdió el fútbol con esta retirada temprana de los banquillos es incalculable.
José Emilio Santamaría es una gloria viviente de este deporte. Por ello, La Galerna no puede sino condecorarle con su primer Premio Francisco Gento.
Enhorabuena, querido Pepe, y Hala Madrid.
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