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Joan Gaspart: ayer, hoy y siempre

Joan Gaspart: ayer, hoy y siempre

Escrito por: Antonio Valderrama22 octubre, 2024
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El sábado que viene regresa el coñazo de cada temporada, o sea, el Clásico, un partido que hace tiempo dejó de ser una conflagración cósmica entre dos maneras radicalmente opuestas de entender la vida y el fútbol, y ahora no es más que una liza banal entre el mejor equipo del mundo y el club más tramposo de la historia del deporte profesional. Como casi siempre que esto se acerca, a Joan Gaspart se le calienta el pico y se acuerda del Madrid. Este pobre hombre no parece pensar en otra cosa. El otro día, en la asamblea ordinaria del Barcelona en la que Laporta logró que se aprobaran las cuentas del club del ejercicio 2023-2024, aludió veladamente a Florentino Pérez y mencionó a los fundadores del Madrid, “dos catalanes, a los que ya he perdonado y que en el cielo estén”.

Hablando del laportiano Barcelona actual, la verdad es que hay que quitarse el sombrero. Como juegan con diez nacionales en el equipo titular por puro pobreterío, pasan por los más españoles del mundo. Y como tienen el club desamortizado y a pique de salir a subasta internacional, financiándose con dinero más oscuro que los comités de expertos del BOE durante la pandemia, se ufanan de sacrificio fiscal: no es mentira eso de que para esconder algo lo mejor es dejarlo bien a la vista de todo el mundo y, en el caso de los sinvergüenzas, la mejor defensa que tienen desde luego que es un buen ataque. El ethos laportiano ha poseído por completo la institución, que está saliendo adelante —entre una bancarrota monstruosa, las evidencias del mayor fraude deportivo conocido y el despelote de la reconstrucción del Camp Nou— limpiándose el culo con el decoro, la decencia y la verdad.

El Clásico, un partido que hace tiempo dejó de ser una conflagración cósmica entre dos maneras radicalmente opuestas de entender la vida y el fútbol, y ahora no es más que una liza banal entre el mejor equipo del mundo y el club más tramposo de la historia del deporte profesional

Pero en fútbol, ¿qué es la verdad? Al final, la verdad es ganar, ya sea en buena lid o haciendo trampas. Esta es una ley de hierro del comportamiento humano en el mundo, bien lo sabe Dios. El caso Negreira-Fútbol Club Barcelona lo está demostrando. Cogidos como un choco, es decir, con las manos en la masa, la mayoría de los barcelonistas, públicos y anónimos, pasa olímpicamente de pedir perdón y más o menos reconoce con orgullo que aquello estuvo bien hecho. ¡Mientras se joda el Madrid…! Este axioma es, desde luego, extensible al resto de aficiones antimadridistas de España, que son casi todas. Por eso el fútbol español es una ciénaga de corrupción e inmoralidad, por más Eurocopas que se ganen. Si no existe nada parecido a una sociedad civil crítica en España, ¿cómo podría suceder de modo diferente en el fútbol, que es la cosa más importante de las menos importantes?

Villar, Gaspart y Laporta

Volviendo a Gaspart, al que no es posible acusar sin pruebas de nada por más que el arco temporal de la investigación y la sospecha lo sitúen en el ajo de los primeros años del negreirato, normalmente conviene no hacerle mucho caso. ¿Cómo se sentirían ustedes si, tras mucho, mucho tiempo de anhelar enfervorizadamente algo, como por ejemplo ser el presidente del club que ama con locura, el mismísimo día en que el sueño se materializa llega un desconocido que acaba de acceder a la presidencia del club enemigo, más que adversario; del club-némesis, del club que representa todo lo que se detesta en la vida, y destruye con una acción, dígase el fichaje de Figo, cualquier posibilidad de éxito futuro como maestro de ceremonias del club que se acaba de empezar a presidir?

A Gaspart lo aniquiló Florentino un día de julio del año 2000 y desde entonces vaga por las sombras, entre la vida y la muerte, persiguiendo a Pérez como un remedo del duelista napoleónico de Conrad, obsesionado con algo irremediable que ya pasó. Pero esta vez ha mencionado, sin llegar del todo a hacerlo, en el mejor estilo catalán de toda la vida, a los hermanos Padrós. Y aquí sí que es necesario poner un pie en pared. Los Padrós, catalanísimos, fundaron el Madrid junto a un puñado de muchachos madrileños de orígenes diversos y común cosmopolitismo. Alguna vez Gaspart ha dicho que en el Madrid poco menos que se abomina de la catalanidad de sus fundadores, algo por lo demás más falso que las palancas que permitieron al Barcelona de Xavi ganar su última liga.

A Gaspart lo aniquiló Florentino un día de julio del año 2000 y desde entonces vaga por las sombras, entre la vida y la muerte, persiguiendo a Pérez como un remedo del duelista napoleónico de Conrad, obsesionado con algo irremediable que ya pasó

Los Padrós, hombres de negocio y comercio como el mismo Gaspart, eran amigos del rey y también liberales y proclives al autonomismo catalán. A Carlos le hicieron un simulacro de fusilamiento durante el Terror Rojo madrileño, en el verano del 36, los abuelos políticos de todos esos partidos de izquierda en los que se apoyó Puigdemont (cuyo abuelo, es gracioso, también tuvo que largarse en aquel momento de Cataluña, por miedo a los mismos) en 2017 para forzar el referéndum de independencia, que Gaspart dice querer (pero no apoyar, hace poco afirmó que votaría, si pudiera, que no) en Cataluña más que un doblete de su Barça.

Joan Gaspart

Gaspart afirma que en el Barcelona actual “hay oposición”, no como en el Madrid, según él. Lo dirá porque Laporta, cuando llegó la primera vez, en 2003, no levantó las alfombras para fiscalizar su gestión como presidente, aunque la vinculación de Negreira con el club, que se sepa, data por lo menos desde 2001. En el Madrid no habrá oposición pero tampoco cadáveres en el armario, por más que Gaspart vuelva a la carga afirmando que “no tienen solamente un Negreira, han tenido cientos de Negreiras en su historia”. Al menos podría hacernos un favor y ponerle el nombre a alguno, a uno solo, pero, por favor, que no sea Franco. En el fondo, el gaspartismo es el epítome de todo lo que está mal en Cataluña, una calculada y esquiva ambigüedad con la que eludir las cuestiones fundamentales sin abordarlas de frente y dilatarlas sine die mientras se pueda sacar de ellas partido. Esto, pensando con generosidad.

Gaspart afirma del Madrid que “no tienen solamente un Negreira, han tenido cientos de Negreiras en su historia”. Al menos podría hacernos un favor y ponerle el nombre a alguno, a uno solo, pero, por favor, que no sea Franco

Si el Real Madrid es un accidente histórico en la España moderna, en la España de hoy, en la de 2024, no es solamente eso, sino además, una gran molestia. En Sodoma, el justo sobra. Pues su mera existencia proclama al Universo la indecencia general que lo rodea. Al Madrid hay que extirparlo pues pone a todos en evidencia pero ¿cómo apagar el sol? Lo único que queda es enfangarlo, y a eso están los medios de información deportiva y de la otra, los viejos y los nuevos, llenos de antimadridistas, de pobre almas enfermas de odio, incapaces de señalar una abyección como la cometida por el Bilbao el pasado domingo, homenajeando a proetarras, o de acorralar al Atlético de Madrid, usando mil disculpas para el basurero de su fondo sur. En cambio, cada minúscula estupidez en torno al Madrid es objeto de hinchazón desmesurada, pues con algo hay que tapar, aunque no se pueda, la gigantesca inmoralidad en la que sigue vegetando este deporte y esta industria.

 

Getty Images.

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Madridista de infantería. Practico el anarcomadridismo en mis horas de esparcimiento. Soy el central al que siempre mandan a rematar melones en los descuentos. En Twitter podrán encontrarme como @fantantonio

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🎂Cumple 33 años el hombre que le enseñó a Bellingham lo que significaba «chilena», el hombre tranquilo que no flaqueará jamás ante un penalti decisivo, el gran @Lucasvazquez91

¡Felicidades!

Lamine Yamal es muy joven.

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En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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