Este castigo en forma de diario nació con la intención de ser precisamente eso, un diario, o al menos algo parecido a un diario. Pero el dolor y la enfermedad llegaron a mi vesícula o a cualquier otro órgano interno (vayan ustedes a saber, dada la incompetencia médica) y me dejaron fuera de juego y más mermado que de costumbre.
Por suerte, tuve algunos días sin dolor extremo que aproveché de maravilla; pasé una tarde con una persona estupenda con nombre de película de Alfred Hitchcock y otra tarde con Jesús Bengoechea (y a pesar de ello también magnífica tarde) disfrutando de No me pises que llevo chanclas gracias al gran Pepe Begines. Por cierto, qué maravilla de himno nos compuso.
Durante todos estos días, las cuatro principales noticias deportivas han sido:
1.- Canonización de Ramón Álvarez de Mon
Nuestro querido galernauta apareció en el Chiringuito de Pedrerol y devastó las mentiras y la quimera azulgrana con su látigo de normas, razón y criterio. Muchos barcelonistas incluso agradecieron (sin rastro de ironía) el sopapo de realidad que les propinó Ramón. El asunto del límite salarial es un concepto matemático indiscutible y, gracias a la explicación de Ramón, si Tebas decide que el Barça puede infringir la norma, quedará claro a ojos de todo el mundo que los culés cuentan con ayuda en los despachos y no juegan con las mismas cartas que el resto.
Ramón ha descubierto para toda España que el secreto está en la masa (salarial). Y lo ha hecho sin necesidad de recurrir a las pizzas. La catarata de memes es desternillante.
2.- Derrota de España ante Italia en semifinales de la Eurocopa
Dicen que España jugó bien, pero a mí me aburrió de manera soberana. Morata marcó y Morata erró. Los buenos delanteros marcan las diferencias, son aquellos que ganan partidos. Sin embargo, Morata es como la canción de Ricky Martín: «Un, dos, tres, un pasito pa’lante, Morata. Un, dos, tres, un pasito p’atrás». De todos modos, es innegable que es un buen delantero para una selección como la Española, no podemos pedir peras al Harbor.
Pero lo mejor de la Eurocopa fue el repaso intelectual de Chiellini a Jordi «la ardilla» Alba en el sorteo previo al lanzamiento de penaltis. El roedor español intentó engañar a los colegiados y a Chiellini, pero el italiano es más listo que él y los árbitros menos tontos que los españoles, de modo que la treta ardillil cayó en saco roto. Chiellini zarandeó el cuerpo y el cerebro del inventor del penalba. Lo venció, lo humilló, lo relegó al lugar que le corresponde por su miseria moral.
El roedor Alba empequeñeció aún más. No tenía recursos morales, físicos, culturales ni mentales para enfrentarse a Chiellini. Era un combate desigual. Todo su ser encogió. Tanto es así, que en la fotografía se aprecia cómo en un vano intento por mantener una dignidad inexistente, agarró su menguante apéndice mingitorio para que no desapareciese dentro de sí mismo.
Esa es la imagen que dejará para la posteridad su paso por la capitanía de la selección española de fútbol. La de un ser miedoso y mezquino con la mano en la entrepierna, acongojado ante su falta de recursos. Lo mejor que le puede pasar a Jordi «la ardilla» Alba es que no tenga que volver a ser capitán de nada. De nada menos del Barça. En ese entorno sí brillan sus características.
Es irónico que Jordi Alba intentase trolear en el cara o cruz a alguien como Chiellini, que tiene precisamente nombre de moneda inglesa en italiano.
No obstante, a pesar del ridículo de Alba, la selección hizo un buen papel, mejor del esperado. Y ha logrado su objetivo, un objetivo imposible e ilógico a priori: unir bajo una bandera (la española) al antimadridismo y al antiespañolismo. Pero cosas más raras se han visto.
3.- Argentina gana la Copa América
Me alegro, sobre todo, por el Cabezón Ruggeri. La competición no es seria, no tiene una frecuencia establecida y, curiosamente, cuando el ocaso de Messi se acerca, se han celebrado más ediciones que grandes hermanos ha emitido Telecinco. Por lo tanto, no merece la pena ni comentarlo, es una atracción de circo más carente de seriedad.
4.- Italia gana la Eurocopa a Inglaterra y a Ceferin
La UEFA y el ínclito Boris Johnson tenían todo preparado al milímetro para disfrutar de una final de la Eurocopa que creían tener en el bolsillo. Ceferino tenía mucho que agradecer a los clubes ratas ingleses y a Boris.
Me preparé para ver la final. Me gusta apreciar la organización de los eventos y estaba seguro de que Ceferino no defraudaría (?). En efecto, antes del comienzo empezaron a llegar imágenes de seres humanos sin domesticar doblegando la débil seguridad estructurada por la UEFA y los ingleses.
Según la normativa anticovid, al estadio no podían acceder animales y no se podía superar el aforo máximo permitido. Todos pensábamos que en el caso de superarse este aforo no se podría celebrar el encuentro.
Pero nuestro querido Ceferino sabemos que no se rige por las normas legales, ni por el raciocinio. A él, si hay dinero de por medio, le da lo mismo. De modo que el aforo se sobrepasó ampliamente (había seres vivos sentados en las escaleras y vomitorios, nunca mejor dicho). Tampoco se respetó la prohibición de acceso a los animales, pudimos ver cómo entraban a Wembley homínidos que minutos antes sostenían bengalas con el recto, o esnifaban cocaína subidos a un púlpito y aplaudidos por semejantes de su misma especie. Estos son los valores que defiende la UEFA con Ceferin (over the rainbow) a la cabeza.
¿Habrá autosanción de la UEFA por los desastres de la organización? Si Ceferin trinca pasta del propio organismo que él dirige, seguro.
El encuentro comenzó según el guion establecido, gol de Inglaterra. Los morlacos berreaban sin control en las gradas. Es su cultura, hay que respetarla. Pero Inglaterra no contaba con que Italia es el Real Madrid de las selecciones y jamás se le puede dar por muerta. Además, contaban con el hándicap de ser entrenados por Álvaro Ojeda (aunque algunos aseguran que se llama Southgate), que consiguió amedrentar a sus propios futbolistas y dar vida a los italianos.
Para rizar el rizo, Álvaro Ojeda introdujo a dos primos suyos en el último minuto de la prórroga para lanzar los penaltis. Y claro, los fallaron, porque no eran futbolistas. Uno de ellos regenta una caseta en la feria de abril y el otro fabrica relojes de madera eólicos.
Aunque de la victoria italiana no me enteré hasta el día siguiente, porque mi hija estaba hasta las narices y se fue a la cama instantes antes de que comenzara el lanzamiento de penaltis. Quería que le contase historias inventadas, como todas las noches, y eso es más importante que el fútbol.
Fotografías Imago.
Diario madridista de la Eurocopa:
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