Empezamos viendo a Isco bajo los auspicios del tristón ingeniero Pellegrini, que siempre presumió de no temer a ningún rival y siempre hizo la alineación más timorata, en cuyo equipo hacía veces de diablo cojuelo –el protagonista de la novela homónima publicada por Vélez de Guevara en 1641–, atormentando a las defensas como “el espíritu más travieso del infierno”, merced a una cintura y unos tobillos de flexibilidad inverosímil, que apuran el amago como un genio de la moto su frenada.
Nadie puso en duda que el balón le obedecía sin condiciones, y lo mismo daba uno de fútbol que una pelota armada con papel de periódico, pues solo volvería al suelo cuando le viniese en gana, levitando entretanto por obra y gracia de todo menos brazos y manos. Lo que sí se puso en duda fue que valiese una millonada, porque parecía lento para cumplir sus ambiciosos dibujos de jugada –como si el considerable trasero estuviera demasiado próximo al suelo a tales efectos–, y perseguido por una tendencia autolimitante al requiebro. Por lo demás, siempre tuvo una puntería a la altura de su don malabar, cuya primera víctima de postín fue si no recuerdo mal el Galatasaray en Constantinopla, cuando bajó un balón llovido y lo clavó rozando el pie de un palo, como anoche en uno de sus dos goles a Italia.
Pero el destino de todo lo inmediato es ser abolido, o si prefieren no salir a la primera, y su odisea pasó por la competencia de compañeros brillantemente dotados. Eso incluía ganar velocidad y fuelle, defender más y acabar de confiar en sí mismo, capitalizando la experiencia y el esfuerzo hasta mejorar en todo. De hecho, solo Asensio parece hoy tan capaz de desequilibrar, y así como la presencia de ambos remite a haber fichado bien tampoco deja de confirmar la llamada suerte del campeón. En el gran Real, el gran Milán y el gran Barcelona, azares grandes y pequeños premiaron al ya adelantado en excelencia.
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Admirado don Antonio: emplea usted mal el término "requiebro". Es muy tentador usarlo como neologismo (un quiebro: quiebro. Dos quiebros:requiebro) pero , como usted sin duda sabe, requiebro significa piropo.