Isco, de la raíz a las puntas

Madrid, 9 de febrero de 2021. Estadio Alfredo Di Stéfano, noche muy lluviosa en la capital del España, que limita al Norte con el Mar Cantábrico, Andorra y Francia; al Sur con el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico; al Este con el Mar Mediterráneo y al Oeste con Portugal, el Océano Atlántico y John Wayne.

El Real Madrid se enfrenta al Getafe y va ganando. Zidane ordena a Isco calentar porque saldrá a jugar no a mucho tardar. Le acompaña Gregory Dupont, el preparador físico del equipo blanco. Isco se levanta del banquillo con el mismo entusiasmo que se atiende una llamada telefónica de un comercial de una empresa de telecomunicaciones a la hora de la siesta. Una vez en posición bípeda, se encamina hacia la banda con la sudadera específica del Real Madrid para el calentamiento y un chaleco reflectante como los utilizados cuando uno pincha una rueda y ha de bajarse del vehículo a motor en plena carretera.

Dupont observa a Isco. Isco se quita el gorro —hecho «funda-mental» para comenzar a calentar— y agita su melena al viento como Rita Hayworth en Gilda. El cabello del malagueño ondea a cámara lenta, el tiempo se detiene y el mundo solo tiene ojos para observar la crin de Isco («Ijco» para el Sur de Madrid y Castilla La Mancha).

—Igco, macho, empieza a calentag —le indica monsieur Dupont.

—Tranqui, Pisha, ¿tienes prisa o algo? —responde preguntando Isco.

En Madrid está cayendo el diluvio universal, mas Isco decide que ha de mojarse el pelo para poder calentar. Debe de ser la cuarta ley de la Termodinámica que impide calentar lloviendo a cántaros sin mojarse (aún más) el pelo. Dupont comienza a intranquilizarse.

—Macho, que está lloviendo, ¿pog qué te mojas el pelo? —inquiere Dupont.

—Tío, que esto no es agua normal, es agua micelar con extracto de mitocondria afroislandesa y ADN de pitiminí. Si no me aplico este producto, me se eriza el cabello y me se queda fosco, como un diente de león durante un día húmedo en Bilbao —se excusa Isco—. Con este producto, el pelete me se elonga, y no parezco Engonga, y doy buena imagen, que somos el Real Madrid. ¡Mira la magia de mi melena!

Dupont mira su reloj Dupont y comienza a impacientarse, pero su educación y jerarquía le impiden tomar medidas más drásticas. No tiene más narices que esperar a que Isco termine con su ritual.

Isco inclina la cabeza hacia adelante y acto seguida la sacude (la cabeza) hacia atrás. Y se la moja (la melena). El movimiento recuerda a Bo Derek o a Daryl Hannah saliendo del mar y agitando su cabellera, pero con cierto aire de espeto. Con todo el respeto para Isco, por supuesto. El malagueño se aplica el líquido por toda la cabellera de manera minuciosa. No deja un mechón sin empapar.

Dupont se muerde la lengua y se traga una cuarta parte de la misma, pero no se aprecia en las imágenes porque lleva colocada la correspondiente mascarilla FPP2 (la que utilizan los que preferían no estudiar BUP).

Tras impregnarse el pelaje filamento a filamento, de la raíz a las puntas, Dupont entiende que Isco ya está en condiciones de mover el esqueleto de una vez.

—¿Ya está, no, tgonco? Empieza a calentag, macho —le recrimina Dupont.

—Espera, pisha, que me falta la gomita y ya sabes que sin gomita no se puede tocar pelo —tómale el pelo Isco a Dupont con su característica guasa.

Isco rebusca en su muñeca (la parte del cuerpo, no una Nancy) una goma capilar y se realiza un recogido elegante a la par que sencillo.

—¡Vamos Isco! ¿Tu crgees que esto es lo nogmal? —pregunta desesperado Dupont.

—Lo normal no, lo real, porque yo lo valgo.

Fotografías: Getty Images.