Irse al PSG

Cristiano está buscando equipo. Salió del Madrid y ya nada es igual. Es como si vagara sin rumbo en busca de alguien que le quiera. Qué lástima. Un poco vedette. Hay jugadores impresionantes que de pronto se ponen a enseñar las piernas y a cantar y hacer cosas raras. A mí lo de Cristiano me parece un bolo. Un bolo de senectud (futbolística), que es peor. Igual que Messi, igual que Sergio Ramos.

Es un poco como el Tony Curtis anciano, que aparecía en fiestas veraniegas con su novia treintañera y poitrinera, y con el peluquín plateado, cuando había sido caballero medieval y vikingo y príncipe y seductor de Marilyn o destripador, entre otras cosas. Qué bien hubiera estado Cristiano estos dos años en Madrid, siendo Cristiano, el mito de casi quinientos goles.

Porque ya llevaría quinientos goles o más con la camiseta blanca. Sería casi inmortal y esperaría a Kylian como nosotros, para enseñarle alguna cosa importante. Pero se fue. Y dejó esos millones que quizá puedan hacer posible la llegada del ídolo francés, la llave de todas las primaveras. Pero esto es otra historia.

Yo les hablaba de cómo Cristiano se marchó del Madrid, igual que Ramos. O de cómo Messi (y Ramos) acabó en el PSG (Petroleum Saint Germain, olvídense de París. París es otra cosa). El inédito Odegaard se fue al Arsenal, como el divino Özil. El ángel Di María también acabó en Saint Germain (que hagan otro equipo de París y lo llamen, qué se yo, el Montmartre, el París Montmartre). Y yo no sé qué pasa.

Dicen que es el dinero, pero yo creo que el dinero sólo es un problema cuando no lo tienes. Si tienes dinero a montones (como Cristiano o Messi o Ramos o Di María, también, y Özil, incluso Odegaard) y te marchas del Madrid por dinero también tienes un problema, que por supuesto nada tiene que ver con el dinero.

Si tienes dinero a montones y te marchas del Madrid por dinero también tienes un problema, que por supuesto nada tiene que ver con el dinero

Dejar el Madrid por dinero es como hacerse mayor de repente como Tony Curtis y empezar a aparecer en photo calls marbellíes con chorreras y sombrero tejano. O peor, con labios y pechos postizos o vertiginosos estiramientos epidérmicos. Yo los veo así a los pesegistas. Los pesegistas son los Cristianos y los Ramos y los Messis y todos los demás que dejan el Olimpo para volar solos.

Un vuelo corto, por lo general. Hay otros que también tienen montones de dinero y no quieren más que retirarse en el Madrid. Lo que quieren es al Madrid y algunos, en todo caso, acabar sus días de fútbol donde empezaron: por amor, por hombría.

Hay en el pesegismo como concepto un desmoronamiento de todo lo conseguido. Hay un desencanto en el aficionado con el pesegista, como si lo tirara todo por la borda. Pero que más nos da si ya se fueron. Algunos reconocieron públicamente su error con los años, y la mayoría de los que tuvieron que salir por otras cuestiones hablaron después con orgullo del cielo.

Hay otros que también tienen montones de dinero y no quieren más que retirarse en el Madrid. Lo que quieren es al Madrid y algunos, en todo caso, acabar sus días de fútbol donde empezaron: por amor, por hombría

No dicen nada los que se van por decisión propia. Sonríen al irse al PSG (o a cualquier otra cosa similar), pero saben que es una sonrisa corta, como el vuelo de su aventura de madurez, donde sólo se llena el bolsillo (ya lleno) en lugar de ensancharse el corazón.

Así es la vida (la imagino triste por las noches) para los que se fueron, una sombra recauchutada de lo que se fue, y así es la vida para los que vienen y vendrán, y para los que se quedan sin condiciones. Irse al PSG, como genérico (véanse otros, también), es de horteras, por eso va a venir a Madrid el elegante Kylian.

Fotografías Imago