Innovación

En uno de sus mejores primeros tiempos, el Real pudo irse al descanso con tres o cuatro dianas, a despecho de que Asenjo se hinchase a hacer paradas estupendas, de no mediar la horrible racha de Cristiano, y la novedad de que Kroos tire siempre al graderío. El equipo fue equipo, no hubo prisas ni descoordinación, y dio gusto ver cómo superaba a un bloque abundante en talento y motivación.

Sin embargo, lo real no protege a nadie bajo su terruño o ramaje; quien perdona abona lo inverso de su propósito, y fallar jamás se cumple en vano. Debes demostrar quién eres aquí y ahora, en una sucesión tan regular como la del segundero, y si estás por debajo del Fuenlabrada o el Numancia lo pagas con el Villarreal, porque vivir del cuento no dura más que el camelo en otros órdenes de la vida, y que se añadan tres o cuatro ceros al salario de cada figurante exacerba la exigencia, en vez de difuminarla con respeto a los galones y otras figuras retóricas del gremialismo.

vivir del cuento no dura más que el camelo en otros órdenes de la vida

Bendito sea Zidane hasta 2020, porque enseñó a jugar con el vaivén del acordeón y tiene crédito para seguir intentándolo, aunque sobran quienes debiendo cortar no cortan, quienes debiendo finalizar no finalizan, y quienes debiendo luchar no luchan. No son intenciones sino aciertos puntuales, medidos por semestres en vez de por semanas, como ocurre con fontaneros, procuradores, albañiles, arquitectos y novelistas. El peso de la gloria ha anulado a algunos, atenaza a otros y minimiza al resto, todos ellos héroes homéricos atascados de un modo u otro en el surco de la importancia. Recomenzar se impone.

Cristiano, figura inmortal e inimitable del único equipo que prefiere perder a trampear, ha dado de sí todo lo exigible en función de sus emolumentos, y a mi juicio bastante más. Probablemente no habrá otro merengue con tantas prestaciones y honradez profesional; pero hay un tiempo para cada cosa, y otros aires bien podrían reverdecer sus alas sin lastrar las de un club con audiencia planetaria, permitiendo todavía un canje favorable por uno o dos peones con esperanzas fundadas de acceder al balón de oro, y en todo caso aptos para recomenzar, sin el lastre que convierte en gelatina la fibra y prolonga la huida hacia adelante.

Al Madrid le sobran efectivo y afición para conformarse con vivir anacrónicamente, y estoy seguro de que a Florentino y a Sánchez les consta que la innovación es el activo supremo. Sin prisa ni pausa, surcando estoicamente lo que resta de temporada, la pauta del logro reclama prioridad incondicional sobre la del derecho adquirido, entre otras cosas porque la casa blanca no es un departamento universitario, una sección sindical o una cofradía de fanáticos, sino el laboratorio donde pegarle patadas y cabezazos a un balón se convirtió en arte seductor para el mundo entero.