John Toshack se sentó en la sala de prensa del Bernabéu luciendo bronceado de bon vivant y ese aire tongue in cheek de los británicos cuando hacen algo tan extravagante como hablar lenguas foráneas. “Hay un problema con la ingle de Illgner”, le espetó al micrófono aliterando que es gerundio y paladeando ese bosque de eles salpicado de es mucho más abiertas de lo que la prosodia castellana prescribe. Toshack parecía muy divertido; galés de nación –el futbolista más importante que dio el país del rugby hasta la llegada de Ian Rush, que a su vez ostentó el título hasta que Gareth Bale irrumpió como un búfalo en White Hart Lane y subió al Olimpo de Chamartín–, seguramente acababa de descubrir que en español groin suena extrañamente parecido a "inglés", aunque la verdad es que Toshack siempre parecía divertirse mucho. Era un día de septiembre de 1999 y el galés anunciaba mientras se rascaba la sotabarba el primero de los lances de azar que han marcado la carrera de Iker Casillas, el mejor portero que ha tenido el Madrid desde el origen de los tiempos hasta el día de hoy.
Bodo Illgner era un portero de postín. Había sido campeón del mundo con Alemania en el 90, estaba iniciando su cuarta temporada en el club y le había cerrado definitivamente el camino de la titularidad a Cañizares, que se fue al Valencia. Toshack no parecía demasiado preocupado por aquel problema de abductores –en realidad, hago memoria y no consigo recordar a Toshack preocupado nunca. Yo diría que parecía aliviado porque Albano Bizzarri, el suplente que había llegado de Racing de Avellaneda con el runrun de joven portero con proyección, también estaba lesionado. Más que proyectarse, Bizzarri se había empeñado en estrellarse comportándose bajo palos como Peter Sellers en un guateque, así que tampoco sorprendió que al galés impasible la perspectiva de salir a San Mamés el domingo con un chaval inédito de dieciocho años en la portería le pareciera razón suficiente para volver a concentrarse en mejorar su approach en los campos de golf, asunto mucho más enjundioso para él que la pejiguera de andar haciendo alineaciones domingo a domingo. El resto ya es historia. El chaval resultó ser un portero fresco y distinto, un tipo de reflejos inverosímiles, que salía al uno contra uno con las manos por delante, algo que los porteros hacía al menos diez años que habían dejado de hacer.
Luego vinieron más episodios de chiripa: la lesión de César en plena final de Glasgow, cuando un Del Bosque conservador había decidido que el chico hiciera la mili en el banquillo; la enigmática conjura de un frasco de colonia contra los metatarsos de Cañizares en la concentración del Mundial, y, finalmente, el encuentro de la bota de Arbeloa con los metacarpos del muchacho ya transformado en leyenda que destapó la caja de los truenos un día de principios de 2012. Como argumentaba férreamente aquí Número Dos la semana pasada a sensu contrario, el fútbol es cosa de azar, materia de cuentos, que no de cuentas. Yo no vi a Di Stéfano, pero vi la sombra de Lev Yashin, la araña negra, a punto de la retirada. Vi también a Gordon Banks, a Sepp Maier, al Txopo Iríbar, a Dino Zoff, a Oliver Kahn. A todos los que han sido alguien bajo un larguero en los últimos cuarenta años he visto yo, pero a ninguno, oídme bien, a ninguno vi parar las cosas milagrosas que todos hemos visto parar a Casillas.
Pero basta, que esto no es una necrológica. Como vengo avisando desde el título, es una reivindicación. No venía yo aquí hoy a glosar la carrera de Casillas. Al cabo, los que convalidan los pitos infames que han acompañado su última temporada madridista siempre empiezan por reconocer lo que fue aunque solo sea para dar más relieve a la mala caricatura que encierra esa frase letal: con todo lo que nos ha dado. En esta misma Galerna escribía hace un par de días Paul Tenorio en un ensayo muy bien articulado que “existió un periodo, conviene no negarlo, en que Casillas fue el mejor”. Repárese en la sabia elección del verbo y de la lítote: conviene no negarlo, aunque solo sea para coger carrerilla antes de atizarle. La demolición de Casillas no es un episodio de ingratitud sino un esplendoroso e irresponsable gargajo contra el viento. Hace años le oí a Guillermo Cabrera Infante contar la prueba a que sometían a los sospechosos de locura en su pueblo natal del Oriente cubano. Los conducían a la casa del herrero, les hacían poner los huevos sobre el yunque –ignoro qué hacían con las locas presuntas– y empuñar el martillo. “Si no se machacaban los huevos es que no estaban locos”, concluía Cabrera Infante y con él sus muy esclarecidos paisanos. Pues bien, un sector del madridismo que no es necesariamente estúpido porque, entre otras cosas, sabe expresarse con la alta exigencia sintáctica que impone escribir en La Galerna, parece haber decidido que nos machaquemos virtualmente los huevos. Los propios y, de paso, los del vecino de abono.
La leyenda de Casillas es patrimonio del madridismo, no importa si aquel ha gestionado mejor o peor su decadencia, cosa que, probablemente, ha hecho más mal que bien. Es como si para defender el laicismo montáramos una campaña para echar abajo la catedral de León porque el metro cuadrado de oficinas cotiza más en el mercado inmobiliario que el metro cúbico de penumbra gótica coloreada. Cada cosa en su sitio, amigos.
Y bien, ¿entonces qué quieres, que por ser monumento histórico-artístico se le hubiera blindado la titularidad hasta el día del juicio?, se preguntará alguno legítimamente. Obviamente, no. Con ese argumento, Don Alfredo o Gento tendrían que haber jugado hasta en silla de ruedas. Se ha convertido en artículo de fe que Casillas ya está acabado. Es más, que ya lo estaba en 2011, cuando no tenía los treinta y cuatro años de ahora –que no son invalidantes para un portero, por cierto– sino cuatro menos. No soy lector de prensa deportiva porque tengo buen gusto y soy un hombre ocupado –quién necesita leerla, además, desde que el patrón Bengoechea inventó La Galerna y el portanálisis para librarnos de todo mal–, pero no recuerdo que en aquellas fechas remotas nadie hablara de la decadencia de Casillas que tantos ven ahora en perspectiva. Me habría gustado que Iker envejeciera en el Madrid, como vi envejecer en su tiempo a Gento. En el banquillo, si es que el entrenador de turno, el único facultado para ello, así lo hubiera decidido. Al cabo, él también jubiló a un campeón del mundo, es ley de vida. Pero me habría gustado que tuviera la oportunidad de reivindicarse, de defender su titularidad en los entrenamientos. Eso se había convertido ya en un objetivo imposible. ¿O es que en los pitos inducidos de la última temporada no opera el mismo mecanismo vudú que en La Galerna se ha descrito más de una vez con respecto al As y a Bale, por ejemplo?
La acusación más que hinchada de traición es quizá el episodio más incomprensible de este triste asunto. ¿De verdad el intento de rescatar las relaciones personales entre algunos viejos compañeros de la selección es un acto de leso madridismo? ¿Acaso alguien tiene las grabaciones de aquellas conversaciones telefónicas para demostrar con ellas que Casillas nos bajó los pantalones a todos?¿En qué se diferencia esa construcción fantástica de las hernias y las ouijas de los sospechosos habituales? ¿Acaso después de aquello no mejoró el rendimiento del equipo en los clásicos, más centrado en ganar el partido que en morder el anzuelo de todas las tanganas? ¿Aportaba más Pepe comportándose como la niña del exorcista que ahora, convertido en un central hecho, derecho y aplomado? Ni siquiera creo que la culpa sea de Mou, aunque es evidente que le tenía ganas. Él no lo sacó realmente del equipo, lo sacó una lesión. Mantener el resto de la temporada a Diego López fue una decisión opinable pero legítima porque lo estaba haciendo bien.
El resultado es desastroso. La catedral de León, con mal de la piedra. El club, encharcado en el manejo patoso de las habilidades sociales, por más que objetivamente se ha comportado generosamente con Iker en la salida indemnizándole aunque no lo haya despedido –eso dice Florentino y el interesado no lo ha desmentido, así que habrá que creerle. Y abocado a una situación deportivamente absurda: ¿No estaba la portería bien cubierta con Iker y Keylor y que a quien dios se la dé Benítez se la bendiga? Ahora andamos por ahí obligados a invertir en un portero cuando hasta los lactantes saben que lo que necesitamos son centrocampistas bien forrados para escoltar a Kroos y a Luka, que no dan abasto. Solo queda encargarle misas y rogativas al Padre Suances para que si el Oporto se nos cruza un mal miércoles europeo, el síndrome Morientes-Morata no devenga síndrome Morientes-Morata-Casillas y, sobre todo, para que el madridismo sepa mantener los huevos lejos de los yunques. Que candidatos a blandir martillo no faltan.
Número Uno
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Muchisimas gracias por este articulo!!!Enclarece e intenta unir a Mourinhistas y Casillistas. Gente como usted necesita el Madrid porque hay que sumar y no restar!!!!
Amigo Makarov, creo que yerra usted: no hace falta unir a Mourinhistas y Casillistas, pues ya estamos unidos en algo mucho más grande que la suma de las partes: el madridismo.
Bravo, Galahad 😉
Puede que Iribar, Zamora, Yashine, Zoff y tantos otros no hicieran algunas de las paradas que hemos visto hacer a Iker. Eso tiene dificil comprobación. Primero por la ausencia de tantas camaras como hay ahora y la retransmisión de tantos partidos y segundo porque la memoria de los que los vieron jugar, a estas alturas ya no es la que era. Lo que si tengo claro es que los Zamora, Yashine, Maier, Clemence etc jamás hicieron sufrir tanto a sus aficionados cada vez que tenían corner en contra o tenían que sacar con el pie.
Si pero Buyo Augsutin y Miguel Angel dominaben el pie y el area de cojones. A todos les tenias que poner un GPS en la cabeza para no perder la orientacion cuando salian. Y el gran Paco Buyo se las comia por alto a mansalva. Como le llamo Capello portero de circo!!!
Estoy de acuerdo en muchas cosas y en desacuerdo en muchas otras. Así que vamos bien.
¿Con qué estoy de acuerdo? Pues que ahora decir que Casillas no fue un gran portero, me parece negativo para el Madrid, y negar la evidencia. Yo, como madridista, presumía del portero que teníamos como el mejor del mundo. ¿Que nunca ha salido bien por alto y nunca ha manejado bien el balón con los pies? Cierto, pero alcanzaba al menos el estándar en esos aspectos. Y además con su principal cualidad, los reflejos, ganaba puntos y eliminatorias. Yo creo que esto es indiscutible. Y yo siempre pensaba que cuando las delanteras contrarias superaban a nuestros defensas, luego tenían que superar a Iker. A mí me daba mucha confianza tener a Iker atrás.
Pero no estoy de acuerdo con varias cosas que se dicen. Por ejemplo, se pone en duda que Iker esté acabado. A mí no me parece que estuviera acabado en 2011, pero sí me parece que esté acabado a día de hoy. Al menos para el Madrid, que es lo que (me) importa. Mou le quitó, y Ancelotti le dio la posibilidad de jugar en las Copas el primer año, y en todas las competiciones, el segundo año. Digamos que ha tenido dos años enteros para recuperarse del supuesto mazazo psicológico que pudo suponer su suplencia primero, y lesión más suplencia después, con Mourinho. Y ha tenido un año completo jugando a diario para recuperarse del supuesto mazazo psicológico de "sólo" jugar las Copas en el primer año de Carlo. Y si no puede superar psicológicamente los pitos con los que en alguna ocasión se le ha recriminado, pues entonces es que no vale para el Madrid.
También dice el autor que le hubiera gustado ver a Iker envejecer en el Madrid, aunque fuera en el banquillo, si lo quería el entrenador de turno. Y a mí también me hubiera gustado. El problema es que cuando eso ocurrió, cuando el entrenador de turno le envió al banquillo, no lo aceptó de buen grado, no se reivindicó entrenando más y mejor para ganarse nuevamente la confianza. Lo que hizo fue callar ante el ataque a su entrenador y compañero en la portería por parte de muchos periodistas, que se sabía que son amigos suyos. Si hubiera salido ante los medios para proteger a su compañero y a su entrenador, o si hubiera exigido a sus amigos de la prensa que se callaran o que suavizaran el nivel de crítica a los mismos, entonces sí estaría de acuerdo en quererle ver envejecer, aunque sea en el banquillo, en el Madrid. Pero lo que hizo era incompatible con querer verle envejecer aquí. O jugaba de titular, que es algo negativo por su bajo rendimiento evidente en los últimos 3 años, o se tenía que ir, porque de quedarse en el banquillo, ya se encargarían sus amigos de pedir la titularidad. Y mientras tanto, el Madrid iría quemando buenos porteros: Diego, Keylor (?). A mí no me vale que se diga que podría recuperar su nivel de antaño. ¿Cuánto tiempo tenemos que esperar a que eso suceda? Los últimos dos años no sólo no ha recuperado su mejor nivel, sino que lo ha empeorado.
Y con respecto a la acusación de traición, bueno, es cierto que es una palabra demasiado gruesa. Lo dejaría en egoísmo, pero tras saber que denunció a su club a los tribunales, pues a lo mejor sí cabe la calificación de traición. Porque es cierto que durante dos años y medio, la versión que se conocía de aquella llamada era que Iker había pedido perdón a Xavi. Y por eso les dieron el Príncipe de Asturias (por cierto, un jurado repleto de culés). Sólo cuando, dos años y medio después, se enteraron (Iker y su entorno) de la acusación de traición por esa llamada, Iker y sus amigos trataron de cambiar la versión a una en la que no pidió perdón a Xavi, sino que se pidieron mutuamente reconducir la situación. Pero eso ya da igual, porque ya estaba hecho el daño en la imagen del Madrid, de su entrenador y de algunos de sus compañeros, en favor de su propia imagen (Príncipe de Asturias, donde el jurado consideró que los dos jugadores "simbolizan los valores de amistad y el compañerismo más allá de la máxima rivalidad de sus respectivos equipos") de la imagen del Barcelona, y de la imagen de la Selección Española. Da igual las conversaciones concretas que tuvieran. Son las consecuencias de esa llamada lo que se debe analizar. La imagen del equipo del capitán Iker quedó seriamente afectada: no es lo mismo que alguien externo dijera que éramos violentos, a que tu propio capitán reconozca implícitamente que eso era así.
Por otro lado, y esto veo que es un error bastante generalizado, la llamada de Iker a Xavi se produce en verano de 2011, y Mourinho alinea a Iker hasta diciembre de 2012, casi un año y medio después de la llamada. Yo no sé cómo se puede relacionar una cosa con otra, francamente.
Y por último, en el mismo párrafo (penúltimo) en el que se quieren las grabaciones de la conversación de Iker con Xavi, como evidencias de la "traición", se dice que es "evidente" que Mourinho tenía ganas a Iker. Pues a mí no me pareció tan evidente, y eso que Mou tenía razones. Ya digo, desde la llamada de marras, al banquillazo, pasaron 16 meses: no era nada evidente que le quitara por las ganas que supuestamente le tenía.
Buenas tardes estoy en general bastante de acuerdo con su artículo, sólo una pequeña precisión histórica sobre la titularidad del Sr. Casillas y MOU, en la tercera temporada de Mou, a principios de Enero, el portugués deja en el banquillo a Casillas en un partido en Málaga, ( jugando Adán ), que el Madrid pierde 3 -a- 2, en el siguiente partido en casa contra la Real Sociedad, recupera la titularidad, jugando regularmente todos los partidos de Liga y Copa, de ese mes, hasta su lesión en Valencia, a finales de Enero, la lesión le dura 3 meses, Febrero, Marzo y Abril, volviendo a principios de Mayo, con la Liga casi terminada, porque creo recordar había alguna competición internacional de la selección. En resumidas cuentas el entrenador que apartó a Casillas de la titularidad en la temporada 2013- 2014, fue el Sr. Ancellotti
Un solo apunte, ya que expone lo siguiente: "¿Acaso alguien tiene las grabaciones de aquellas conversaciones telefónicas para demostrar con ellas que Casillas nos bajó los pantalones a todos?". Entonces porqué la prensa nos abrumaba y machacaba todos los días a todas horas (las radios y sus tertulias) con que "había pedido perdón que era lo que tenía que hacer" ¿pidió o no pidió perdón? La prensa en ese momento decía que sí, estaban encantados con que el capi llevara la contraria a Mou, ya encontraron a su paladín... ¿por qué calló Iker y no salió a decir que no pidió perdón? ¿Acaso ponía a sus amigos, a los amigos de su mujer, a todo el frente de julio pulido en evidencia al desmentirles públicamente? ¿era mejor salvar a esos "amigos" de la prensa que ya hablan por ti, que ya se encargan de atizar, que el madridismo se creyera que pedió perdón por algo que el madridismo no creía que hubiera que pedirlo? Este es el quid, la prensa de rositas... y siguen en sus puestos, algunos medraron a más viruta y más poder y siguen con su doblerasero. ahor ale pregunto a usted ¿qué es más grave: que un jugador de futbol no se vaya en loor de multitudes como su trayectoria lo mereciera de su club de toda la vida o que la prensa manipule, tergiversa, nos venda opinión por información porque le cae mal o bien fulano o zutano? Que nuestros medios de comunicación se presten a esto es execrable y un bochorno de profesión... o tal vez es peor, es el reflejo del nivel de sociedad que tenemos... tremendo panorama.
Un artículo muy sensato
Pero el silencio de Iker ante esa conversación no logró sino agrandar mucho más el debate y la polémica.
Oiga, y en la lista de glorias galesas....¿dónde me deja usted a un tal Ryan Giggs?
Si y a John Charles
Gracias a todos por los comentarios.
Ignoraba que Ryan Giggs fuera galés, la verdad, y el olvido de John Charles, un mito del fútbol británico e italiano, es sencillamente imperdonable. Desde luego, fue mucho más importante que Toshack como jugador. Bien pensado, todos ellos (Charles, Rush, Giggs e incluso Bale, que todavía tiene mucho por delante) son bastante superiores a él.