He oído que existe un cierto abatimiento en las filas barcelonistas. Dicen que Messi (yo no me lo creo) regresó de Donosti con llorera, acurrucado en el regazo de Mascherano quien, certificada la derrota, se puso el brazalete de canguro. Yo le imagino susurrándole a Lionel una bonita canción de cuna argentina tras unas breves y dulces palabras, qué sé yo: "Viste, Lionelín, sho también soy un defraudador fiscal, no pasa nada, aquí estamos, chiquito, boludo...".
Es difícil ganar contra once, ya saben, lo cual es algo que sobradamente puede hacer el Barcelona. Lo único es que últimamente está desacostumbrado. Yo apuesto porque esa congoja de Messi provenga de un miedo ancestral, la madriditis con la que nace el culé, ese monstruo que siempre está ahí amenazante y tantas veces dormido. Oigan, cuando se despierta, provoca en la ciudad condal una suerte de efecto Pompeya: cae la lava por las laderas del volcán y se quedan como sepultados.
Yo a veces me pregunto qué es Barcelona, futbolísticamente hablando, sino un hermoso lugar conservado bajo el magma madridista. En estos días se suceden las réplicas, unas réplicas chiquititas, por las que Messi debe de estar meloso y Piqué, por ejemplo, sin ganas de periscope, que casi ya es como el medidor del optimismo azulgrana. Se escribe este artículo en la víspera de la visita del Wolfsburgo (el fantasma) al Bernabéu, con Schurrle y Draxler haciendo gala de una soberbia (unos fantasmas) que a los blancos debería bastarles para conseguir por aplastamiento una victoria en segunda instancia.
Hay un horizonte lejano pero alcanzable. Una gloria sobrevenida cuya posibilidad podría ser la causante de los gasecitos de Messi, del mohín por el que se refugiaría mimoso en los brazos del jefecito que le da golpecitos en la espalda para aliviarle. Yo creo que ellos, los barcelonistas, la huelen (la gloria madridista) antes que los propios madridistas. Son los culés los que piensan que el Madrid puede ganar la Liga y la Copa de Europa; como la fauna revuelta, excitada ante la proximidad de movimientos sísmicos. Esto los tiene destemplados, y yo me fío de ellos, de su instinto.
Y todo pasa por Madrid. Y no hablo sólo de la Copa de Europa. Mañana y el miércoles el Wolfsburgo y el Atlético tienen las llaves de una primavera que podría ser invernal, como hoy, o veraniega, como cuando el madridismo se pasea en mayo de madrugada agarrado del brazo por la Castellana como si todos fueran mocitas.
Yo no me la creo, pero la supuesta indisposición anímica de Messi me lleva a pensar que existen indicios intramuros del fútbol indicadores de una nueva erupción del Madrid. El Etna que se despierta en el momento menos pensado provocando una nueva crisis en Leo (¿no debería ser Lío?) quien, por cierto, lleva toda sus carrera comportándose como Marilyn Monroe en el rodaje de El príncipe y la corista: sacando de sus casillas a Laurence Olivier (quien sin embargo le consiente todo) a base de renovaciones y caprichos, ¡qué alma tan pura e inocente!
Después de mañana, después del miércoles, se abre el telón de una obra titulada: "El final de la Liga", como el del verano, que no tiene nada que ver con la anterior: "La Liga". Imagínense un Barcelona eliminado y un Atlético reventado, como un caballo. Imagínense incluso un Barcelona clasificado sin honor merced a la inercia arbitral y al destino ineluctable del Atlético. Pero sobre todo imagínense un Real Madrid que salva un dos a cero en contra. Imaginen esto. Imaginen una Liga (y una Copa de Europa) tan peligrosamente preparada que la lava vuelve a enterrar Pompeya, y de paso también Herculano.
En otros tiempos, el hundimiento del Barceroba sería seguro y seriamos los grandes beneficiados del descalabro culé. En la actualidad eso no está tan claro. Primero porque el Barceroba ya no es un club perdedor y esa mentalidad ha calado entre sus jugadores y aficionados. Segundo porque tampoco nosotros somos lo que fuimos y eso es algo mucho peor, para nosotros, evidentemente.
Se le olvida un pequeño detalle: El viento de cola arbitral-federativo, si no esta temporada estarían en mitad de tabla. Sin duda.
En eso bastante culpa tenemos también nosotros. Si abandonamos las parcelas de poder que antes dominábamos, es normal que otro ocupe nuestro lugar y se aproveche. Siempre se debe de estar con el que manda y si este cambia, acto seguido, cambiar también. Eso y dejar "fluir" dinero y prebendas por los cauces adecuados. Eso asegura muchos más títulos y honores que los fichajes más rutilantes y es bastante más barato.
100 por 100 agree.
Lo que me asombra es que Florentino, sabiendo lo que sabe del "fluir del dinero" -con qué concejal no habrá lidiado este hombre- no haga nada al respecto, que nosotros sepamos. También es cierto que hay miles de ojos observándonos por si metemos la pata. En fin, no sé, parece complicado.
You may say I'm a dreamer
But I'm not the only one
I hope someday you'll join us
And the world will be as one....., y Madridista (Varios 'bravos' por el artículo)
HASTA EL FINAL VAMOS REAL!!!
Tanquilos, Villarator y Arminio T2000 exterminarán cualquier posiblidad de que el Barcelona no gane la liga. Todo ello controlado por Scainet-Gaspart.