I want to hold your hand

Veníamos aquí hoy pintureros y risueños a glosar la estupenda victoria de ayer contra el Granada. Veníamos a no parar de hablar de James y Morata y Kovacic y Danilo y hasta de Coentrao, sobre todo de Coentrao (rock is not dead). Veníamos a elogiar como se merece a un equipo (no, no son dos equipos, lo diga Agamenón o sus porqueros) que parece haber cogido la ola buena mientras no para de sonar el Pet sounds de los Beach Boys -esa catedral- como presagio de lo mejor. Veníamos, en resumen, a pasearnos sin reservas -cosa rara- por las portadas deportivas madrileñas, acaso porque está escrito que los domingos se hicieron para descansar.

A todo eso veníamos. A recordar a aquellos primeros Beatles que tomó Brian Epstein de su mano para ponerles unos trajes de perfecto corte y confección a juego con unas sonrisas mitad inocentes, mitad pícaras y todo plenitud. Es la portada de Marca, con su "pandilla maravilla" y su "Madrid de los chavales" la que nos evoca aquel Love me do, aquel I want to hold your hand, aquel Please please me. Brian Epstein tenía pelo, Zidane no, pero qué importa este detalle comparado con el brillo común en la mirada, la mano maestra y la cuadratura del círculo.

A todo esto veníamos, pese a que el editorial de Relaño -sí, los domingos se hicieron para descansar, pero también para las homilías- ya comience a hacernos venir a otra cosa, porque sepan ustedes que no hubo partido, que el Granada estaba descendido, que ni se atrevan a celebrar un 0-4, que bajen la cabeza y no la levanten, que tal vez Relaño sea Adjunto a la Dirección de Sport y ustedes ahí pensando que el As se edita en Madrid.

Ahí lo tienen, abajo, en negro, como corresponde al carácter fúnebre de todo aguafiestas, gente que suele creerse en posesión de la verdad. El Madrid ganó en Granada, sí; lo hizo ampliamente, con soltura, con comodidad, con contundencia, alegremente, pero sin mérito alguno. Fue "la victoria más fácil de la Liga", de toda la Liga, de todas las ligas, de toda la Historia, nada ha habido más fácil que ganar ayer contra el Granada. Ustedes, casi sin ser once, también habrían ganado ese partido. Los colaboradores de La Galerna, dirigidos en la banda por Jesús Bengoechea, habríamos sacado un 0-1 sin demasiados apuros.

Así se las ponían a Felipe II. Ya les adelantamos, sin demasiado riesgo ni excesos adivinatorios, que si al Madrid se le ocurre ganar la Liga, ganar la Champions o ganar las dos cosas, nada habrá sido más fácil. La victoria ayer contra el Granada no es más que eso que suele decirse de un grano de arena, eso de que dicho grano contiene el universo entero. El 0-4 en Los Cármenes es el paso de la primera ronda de Champions, es haber eliminado al Nápoles, son los cinco goles de Cristiano al Bayern, el 3-0 al cholismo culé, es la Décima ("victoria un poquito vergonzante"), la Undécima ("de aquella manera") y todos los títulos del Madrid desde que el antimadridismo ha tomado tertulias, editoriales, medios y redes sociales.

Los Beatles, unos aficionados. I want to hold your hand la escribe, la toca y la canta mi hijo de cuatro años. Lennon y McCartney jamás escribieron una rumba catalana como D10S manda. Así que tápense ustedes, queridos galernautas. Ni se les ocurra celebrar que ayer ganó su Madrid, que anteayer también, que hace un mes también, ni mucho menos que puede ganar -ganar de verdad- al final de temporada. La magia está en otro lado. La magia es la del tridentazo.

El tridentazo puede ganar o perder, pero siempre será el tridentazo. Dos terceras partes del tridentazo pueden estar metidas en turbiedades económico-fiscales, pero viva la magia, magia potagia. El club del tridentazo puede estar imputado por varios frentes, pero tot el camp es un clam. El tridentazo no compareció en la eliminatoria decisiva de Champions, pero es que la magia se da cuando se da y solo los impíos pueden reprochárselo. En redundancia tridentil, el tridentazo puede ver la final de la Champions por televisión mientras da uso al tridente de los aperitivos, y eso, amics, es magia de la buena.