No es una frase mía,
pero resulta brillante:
Qué difícil ser humilde
cuando uno es tan grande.
Loquillo, Veteranos
La economía es la ciencia de la elección. Y casi todo es economía, menos la estupidez, que no es sustancia escasa. Como estudiante de letras, siempre en serias dificultades ante las matemáticas, a menudo tenía que elegir, en la recta final del examen, entre responder la pregunta 4 o la 5. Enfrentarme a las dos me llevaría al suspenso o, como dirán ahora, “no del todo apto para el sobresaliente”. De modo que elegía, claro, condicionado por la angosta puerta que mi cerebro ha reservado para las ciencias. Pero cuando uno es grande, el más grande, no puede elegir. No hay nada a lo que optar de forma excluyente. En la parte que me corresponde, admito que elegir es de cobardes. Por eso el Real Madrid no elige nunca nada, se queda con todo. La duda ofende.
Hay un periodismo madridista cicatero y chiquitín. De miras cortísimas. Obsesionado con la cuenta de resultados. Son esos tipos que tienen la necesidad de garantizarse una copa en la galería, que no soportan la incertidumbre, que prefieren, después de todo, amarrar como sea, amarrar siempre, amarrar lo poquito, antes que soñar. Mi consejo es que se hagan del Barcelona. A fin de cuentas, son los mismos que en vez de hacer un resumen de lo que han visto y sentido en un partido, desenfundan la hoja de Excel y te dicen que Pepito ha recorrido catorce mil quilómetros, mientras que Pepitovick tan solo ha acertado el 37,7 por cien de los pases. Que no sé por qué en vez de ver partidos de fútbol, no se sientan a leer los pliegos de la lotería de Navidad.
Pero son minoría. Por lo general, el madridista considera un insulto que le den a elegir. La única ventaja que tiene ser del Real Madrid es que aspiras siempre a ganar todo. Y a menudo, no solo aspiras –como el Atlético-, sino que también lo ganas. Si el Madrid no esconde el balón en el campo, ni rehúye al rival, ni teme al uno contra uno. Si el Madrid no renuncia a marcar gol aunque el partido esté sentenciado. Si el Madrid no sale a jugar con suplentes y canteranos en ningún campo de España. Si el Madrid no da una sola batalla por perdida. ¿Cómo demonios pretenden que elijamos entre ganar la Liga o ganar la Champions? ¿Qué broma es ésta? Supongo que se trata de la típica ocurrencia de quien pensaba que con la Superliga íbamos a mandar al Castilla a competir en la Liga española.
El último resultado contra Osasuna respalda aún más mi tesis. Pero incluso antes del partido –autorizo al director de La Galerna a que haga públicos los WhatsApp- ya contaba con darle a la tecla para dejar claro que el madridismo no elige entre papá y mamá. Que el Real Madrid debe dejarse hasta la última gota en el campo, por la Liga y por la Champions. Y no sería la primera vez que nos traemos a los pies de la Cibeles los dos trofeos.
Me dicen los más sesudos de las pelotas que es que “los chicos están cansados” a estas alturas de temporada. Me conmueve. Pero me gustaría contarle a “los chicos” cómo estoy yo, escritor maldito y columnista cabrón de barra, a estas alturas de temporada, con callos en los dedos y todos los bares cerrados antes de la caída de la noche, que es como si a ellos les obligaran a jugar los partidos sin balón, y en un almacén de Ikea.
Nadie interprete cierta inhumanidad en mi planteamiento. Es obvio que Modric, sin ir más lejos, necesitaría un mes en un balneario. Pero también lo es el hecho de que Modric, amputado, jugando con una pierna bajo el brazo y un parche en un ojo podría dar sin despeinarse el pase decisivo en cualquier maldito momento del partido. E incluso Benzema, atado de pies y brazos, y con una mina antipersona en la cabeza, sería capaz de rematarlo a la red, ya veremos con qué, que estamos en horario infantil.
En definitiva, lo único seguro es que el Real Madrid debe ir a muerte a todas las competiciones, permitiéndose tan solo justificadísimas reservas puntuales en las alineaciones y arriesgando todo lo que sea necesario para culminar de la mejor manera posible esta heroica temporada. Cualquier otra actitud no es el madridismo que yo conozco. Es mieditis.
Fotografías: Imago
Amigo Itxu, estaría de acuerdo con vd. si no existiera el factor externo árbitros-Tebas-Roures-Movistar-política.
Eso sí, si a pesar del citado factor somos campeones, será la liga más impresionante que recordemos.
Abrazos madridistas.
Como se ha citado en comentarios de otros artículos, hay que estar orgullosos de la temporada del equipo, entrenador y jugadores. Modric, por seguir con el ejemplo citado, podría, o podrá, seguro, jugar cojo y con el parche. Esa actitud no la tenía no la tendrá un jugador que ha pedido salir cedido porque no jugaba lo que él creía que tenía que jugar. El "sucesor" de Modric ha quedado retratado.
Itxu gran artículo. Hablar de elegir es un insulto para cualquier madridista. Las excusas son solo los argumentos de los que pierden. Si historia del Real Madrid nos ha enseñado algo es que nunca nos rendimos.
La humildad no está sobrevalorada. De hecho es importantísima. De todos modos muchos llaman humildad a lo que no es más que falsa modestia. La humildad no es la ausencia de objetivos, la falta de una ambición sana. Más bien consiste en considerar al rival, darle la importancia que se merece, no menospreciarlo, pero sabiendo que tú también tienes tus armas, poner todo el empeño en derrotarle.
Muchos de los galernautas "fashion", especialmente los que aparecen en las derrotas o empates inoportunos, carecen de esta humildad, pues parecen creer que los rivales no son más que una serie de conos que hay que sortear. Por eso cuando se pierde o empata se ponen histéricos, y cuando se gana suelen encontrar peros y más peros, o desprecian al rival que tuvimos delante, o su actuación de ese día, o la afición al tabaco de la abuela.
La humildad es la capacidad de reconocer las limitaciones propias . Estoy de acuerdo que , popularmente, es un término no demasiado bien interpretado.
Y para acabar diré que me gustan tan poco los falsos modestos, caso de Guardiola, como los falsos madridistas.