Nos dejó un 15 de agosto, a sus 75 años, víctima del maldito Alzheimer, el mejor ariete del que yo tengo recuerdo: el mítico «Torpedo» Müller, el cazagoles por excelencia.
Dicha pérdida me ha hecho viajar al pasado, a aquel verano de 1974, disfrutado en Las Navas del Marqués (Ávila), y con un espectacular Mundial de fútbol celebrado en Alemania.
Previamente al Mundial, habíamos asistido a la eliminación de la selección española, en un partido de desempate jugado en Frankfurt, y que dejó a los de Kubala sin poder participar por culpa de un gol del central yugoslavo Katalinski.
Nos dejó un 15 de agosto, a sus 75 años, víctima del maldito Alzheimer, el mejor ariete del que yo tengo recuerdo: el mítico “Torpedo” Müller, el “cazagoles” por excelencia
Coca-Cola, o quizás fuese Pepsi, hizo unos álbumes preciosos con las selecciones participantes, y en las chapas de las bebidas los niños podíamos conseguir también las caras de los futbolistas clasificados.
Tan solo 16 selecciones, con algunas tan exóticas como Haití o Zaire, zarandeadas por los polacos y por los propios yugoslavos (7-0 y 9-0, respectivamente), pese a los esfuerzos del portero haitiano Francillon y pese a las fintas de los zaireños (hoy en día República Democrática de Congo) Kibonge Mafu, Mulamba o el talentoso Kembo Kembo.
En solidaridad con los de Zaire estuve jugando todo el verano a las chapas con su selección, y lavé no pocas afrentas goleando a mis rivales a base de garbanzazos.
En el Mundial jugaron ambas Alemanias, aún separadas desde la Segunda Guerra Mundial, y de hecho se enfrentaron en un duelo fratricida, la RFA y la RDA, en la fase previa, con victoria de los «democráticos», que vencieron 1-0 con gol de su figura de entonces, Sparwasser.
A falta de actuación española, quien les escribe se puso a animar a la RFA, y eso por varios motivos. Nuestro Günter Netzer, figura indiscutible de la Euro 72, formaba parte del equipo, aunque apenas participó. Overath, Bonhof y Hoeness fueron los elegidos por Helmut Schön. Pero también estaba Paul Breitner, del que se rumoreaba iba a ser el fichaje de campanillas de Don Santiago Bernabéu en ese verano. Además, el Bayern de Múnich se acababa de coronar campeón de Europa ante el Atlético de Madrid, y aquella circunstancia hacía que este escribidor admirase profundamente a los Maier, Beckenbauer, Schwarzenbeck (¡en pie!) y al gran Torpedo Müller. He de reconocer que dos años después, cuando el Bayern nos eliminó en semifinales de la Copa de Europa con tres —3— goles de Müller ya no me hicieron tanta gracia aquellos alemanes. Pero esa es otra historia...
Había otro madridista en el Mundial, el argentino Oscar «Pinino» Mas, pero apenas jugó algún minuto. De aquella selección argentina, recuerdo a los colchoneros Heredia y al «Ratón» Ayala, al portero de Las Palmas Carnevalli y a dos jugadores con apellidos fascinantes, Babington y Houseman.
Fue un Mundial de grandes guardametas, como el uruguayo Mazurkiewicz, el sueco Hellström (el locutor de entonces a veces lo confundía con el goleador Edstroem), el polaco Tomaszewski. Inolvidable el portero holandés, Jongbloed, ya que en su camiseta lucía el número 8, impensable para un niño que sólo seguía la liga española.
Brasil no contó ya con Pelé, y apenas quedaban los últimos coletazos de varios héroes de México 70, como Rivelino o Jairzinho, dirigidos por el gran Mario Zagallo. En ese verano, el Atleti acabó fichando al central Luis Pereira y al regateador Leivinha, aunque no hicieron ninguno de los dos un gran campeonato mundial.
Polonia fue la revelación y acabó ganando la final de consolación a Brasil, con los magníficos Deyna y Kasperczak, y los dos máximos goleadores de la competición, Lato y Szarmach. El 1-0 fue marcado precisamente por el alopécico Lato, que batió al cancerbero Leao.
A falta de actuación española, quien les escribe se puso a animar a la RFA. Nuestro Günter Netzer formaba parte del equipo, también estaba Paul Breitner, del que se rumoreaba iba a ser el fichaje de campanillas de Don Santiago Bernabéu. Además, el Bayern de Múnich se acababa de coronar campeón de Europa ante el Atlético de Madrid
La final fue en el Estadio Olímpico de Múnich, entre los anfitriones y la «Naranja Mecánica», herederos del gran Ajax tricampeón de Europa. Creo recordar que la mayoría de madridistas apoyábamos a los teutones, entre otras cosas porque en Holanda jugaba Johan Cruyff, que nos había arrasado con su Barcelona en la liga, y que además acababa de anunciar el fichaje de otro Johan, Neeskens.
El partido lo vi con mi padre en un bar del pueblo abulense en una televisión en color, todo un hito. Eso sí, la señal era pésima y las imágenes iban y venían y la mayor parte del tiempo se podía seguir el transcurso del encuentro apenas con la voz del locutor. Aun así, sufrimos con la primera jugada del partido, una especie de tiqui-taca naranja que acabó con un penalti del lateral Vogts a Cruyff. Neeskens fusiló a Maier y silenció al estadio.
A mediados de la primera parte, nuestro «abisinio» Paul Breitner igualó la contienda, también por medio de un penalti. Y apenas dos minutos antes del descanso, el gran Gerd Müller, en una maniobra increíble dentro del área, burló la vigilancia del central Ruud Krol, y batió a Jongbloed ante el delirio de los asistentes, y con la alegría de quien firma este texto, que veía cómo, una vez más, el ariete bávaro, de apenas 1,76 metros, y luciendo el dorsal 13 en su camiseta, era el más listo del área.
Y siempre lo recordaré así, dando saltitos de alegría, mientras Hoeness, y Grabowski, y Holzenbein, trataban de atraparlo para los correspondientes achuchones, merecidísimos, ya que, a la postre, resultó ser el gol de la victoria y el segundo campeonato mundial para Alemania tras el de 1954 en Suiza.
Siempre recordaré a Müller dando saltitos de alegría, mientras Hoeness, y Grabowski, y Holzenbein, trataban de atraparlo para los correspondientes achuchones, merecidísimos, ya que, a la postre, resultó ser el gol de la victoria y el segundo campeonato mundial para Alemania
Buen viaje, Torpedo, rey del área, ambidiestro y gran cabeceador, que suplía su carencia de centímetros con la potencia descomunal de su tren inferior, que le hacía superar a defensas de más de 1,90. Serás sin duda titular en un equipo celestial que cada vez tiene más jugadores donde escoger. Ganador de Mundial, de Euro, de Copas de Europa, de Intercontinental, de ligas y copas alemanas, a mí particularmente me hubiese encantado verte jugar de blanco, al lado de Santillana y de Juanito Gómez. Descansa en paz, querido Torpedo.
Fotografías Imago.
Precioso artículo, Athos.
Estupendo homenaje al gran "Torpedo" Müller.
Como somos casi contemporáneos, esos recuerdos tan bien expresados, son también los míos.
Sólo espero que el Dr. Alzheimer no venga pronto a borrarlos.
Saludos.
Enorme jugador. DEP
Gerd, Torpedo Muller . Sí señor .
Y q decir del hachazo de Pereira a neskeens en las semis. Ya demostraba q valía para el atleti, aq reconizco q era muy bueno
No esperábamos menos. Sabíamos que el don mosquetero estaría presto y al quite.
Otro cromo que se lleva el viento y otro pedacito de la infancia que se desvanece. Delantero de leyenda, formidable goleador, de una época en que jugadores como él vivían en un gigantesco e inaccesible sol rojo, mientras nuestro Madrid parecía, en comparación, una estrella enana blanca. No deberíamos olvidar dónde estamos y de dónde venimos. D.E.P.
Gran artículo, recordar que el "torpedo" fue el máximo goleador del mundial del 70, donde se vislumbró aquel superequipo que dominó el mundo en el ciclo siguiente, 10 goles en 6 partidos; con los 4 de Alemania sumó 14. Su récord fue batido por Ronaldo Nazario que necesitó un mundial más.
DEP. Como se dice en estas ocasiones, cuando muere un referente así, muere alguna parte nuestra también. Para ser alemán, 1,76 era un estatura escasa. En España, no. Santillana, por ejemplo, no creo que midiera mucho más. Me encantaba Gerd Müller, Torpedo Müller, pero no tanto como Carlos Alonso González.
Gerd Müller se la sacaría hoy en día con una facilidad insultante. D.E.P. Der Bomber, uno de los mejores 9 de la historia.