Se nos ha marchado un grande de verdad, un auténtico héroe inigualable del deporte mundial. Manolo Santana, el genuino SuperManolo.
Recuerdo las primeras veces que pude ver tenis en televisión, a principios de los años 70, en TVE, obviamente. En aquellos partidos de eliminatorias de Copa Davis, ya en los últimos años de jugador, a las órdenes de Jaime Bartrolí, jugando los individuales Santana y Orantes y jugando el doble con Juan Gisbert. Retransmitía Juan José Castillo y aún se veía lo enorme jugador que era Manolo, que hacía expresarse al locutor catalán aquello tan popular entonces de “Formidable Santana”. No había perdido ni un ápice de su enorme talento, con aquel revés elegante (a una mano) y con sus míticas dejadas que dejaban boquiabiertos a sus contrincantes. Su juego de volea durante años fue el mejor del circuito mundial.
Sin ninguna duda, sin Santana no habría habido ni un Manolo Orantes, ni un Emilio Sánchez Vicario, ni la pléyade de enormes figuras que ha dado el tenis en España hasta el día de hoy, incluyendo a Ferrero, Moyá, Corretja, Bruguera y por supuesto Rafa Nadal (reconocido por todos ellos). El tenis mundial le debe mucho. El tenis español le debe todo.
Estos días podrán ustedes leer su excepcional palmarés, sus triunfos en Roland-Garros (1961 y 1964) y el mítico de 1966 en la pista central de Wimbledon, luciendo ufanamente el escudo de su querido Real Madrid, uno de los grandes amores de su vida. Pero en estos momentos, quien les escribe se queda con su personalidad absolutamente atractiva y arrolladora.
Se nos ha marchado un grande de verdad, un auténtico héroe inigualable del deporte mundial. Manolo Santana, el genuino SuperManolo
Recuerdo perfectamente la primera vez que lo conocí en persona, en el Mutua Open de Madrid, del que era prestigioso presidente de honor, en 2017. Pocas veces he estado enfrente de alguien tan caballeroso y encantador, al presentarnos nuestro amigo común Javier Burgos. Nos mostró a mí y a mi familia todos los entresijos y secretos del gran torneo Masters 1000, mientras seguía atendiendo a través de su móvil las evoluciones del Madrid de Zidane, por aquel entonces a punto de conseguir la célebre “liga de las equipos A y B”. Me contó que el Madrid siempre le acompañaba y que no se perdía nunca ni un solo partido, desde hacía más de 60 años.
Más adelante tuve la oportunidad de tratarlo varias veces más, ya en algún evento, ya en su propio club de tenis de Marbella, donde mis hijas daban clases semanalmente. A veces, Manolo se acercaba a las pistas para darles algún consejo, él seguía teniendo la calidad innata de sus mejores años de carrera. Siempre educado, atento, afable con todo el que se encontraba, lo que más llamaba la atención de él era su trato exquisito y su sonrisa permanente.
Santana me contó que el Madrid siempre le acompañaba y que no se perdía nunca ni un solo partido, desde hacía más de 60 años
Marbellí de residencia, pero sin olvidar jamás sus raíces madrileñas, sus complicados comienzos como recogepelotas en el ya extinto Club de Tenis Velázquez, cuando al tenis sólo jugaban en aquella España de los años 50 muy pocos privilegiados. Manolo se hizo a sí mismo, poniendo su tiempo, sus energías, su esfuerzo contante y un talento indudable para llegar a ser portada de Marca un verano de 1961 tras conquistar frente a su gran amigo Nicola Pietrangeli su primer Gran Slam en París. Hito histórico ya que las portadas de Marca habían sido hasta entonces para éxitos futbolísticos y, muy esporádicamente, para gestas de ciclismo de Bahamontes y de Miguel Poblet.
Manolo, cada año, al menos hasta que llegó la maldita pandemia, acudía con su esposa Claudia al menos a tres torneos que le recibían como invitado de honor: Masters 1000 de Montecarlo, Roland-Garros y Wimbledon, y siempre recibía un trato VIP y una calurosa ovación por parte de organización y aficionados.
Amigo personal de Pietrangeli, de Ray Emerson, de John Newcombe, de Rod Laver, de Arthur Ashe, en definitiva, amigo de todos los que le tuvieron de rival, quienes siempre destacaron su carácter alegre, su calidad intrínseca y su excelente “savoir être”, en las victorias y en sus escasas derrotas. Puso la bandera de España en todos los continentes, incluyendo las dos Copas Davis a las que llevó a las finales de 1964 y 1967, perdidas ambas en territorio australiano ante un equipo que era prácticamente imbatible.
No es un tópico: era un ser realmente excepcional. Único
Descansa en paz nuestro querido Manolo, que vivió intensamente cada momento, disfrutando cada día, con su amor apasionado por el tenis. Seguramente seguirá siendo feliz allá arriba y sin duda que empujará siempre con enorme fuerza a su Real Madrid del alma. Fue un verdadero placer haberte conocido y haber podido conversar contigo en algunas ocasiones. No es un tópico: era un ser realmente excepcional. Único.
Fotografías Imago.
Descanse en paz. Para mí siempre fue como las primeras seis copas de Europa del Real Madrid, algo que por edad no viví, pero que siempre sentí.
Llevamos pérdidas muy dolorosas en muy poco tiempo. D.E.P. Manolo Santana.
DEP Manolo Santana.
Don Manolo Santana, Don Paquito Fernández Ochoa y Don Ángel Nieto. Insignes madridistas y adelantados a su tiempo.
D. E. P. Todos ellos.
Gracias por encomiar fehacientemente la figura de Manolo Santana. Tal como comentan, junto a Ángel Nieto y Paco Fernández Ochoa, madridistas egregios.