El hombre de este momento y de este lugar

Buenos días. La obra maestra de los hermanos Coen El gran Lebowski, que todos ustedes habrán visto y si no lo han hecho abandonen la lectura de este portanálisis para reparar una insuficiencia fatal para sus vidas a todos los niveles, se abre con el deslavazado discurso de presentación del héroe por parte de un narrador enigmático a quien algunos exegetas atribuyen resonancias religiosas pese a su gorro de cowboy e inenarrable mostacho. Su grave voz se sobrepone a unas imágenes en las cuales The Dude (El Nota), protagonista de la historia, afronta el pago de un cartón de leche con un cheque bancario. "Es el hombre de este momento y de este lugar", nos asegura la voz introductoria.

En esta vida todo o casi todo produce uno u otro efecto en función del contexto, de suerte que todo el sesgo cómico que estas palabras tienen en la escena inaugural de El gran Lebowski se torna halo épico cuando las aplicamos al hombre en quien tienen depositadas sus esperanzas el madridismo y las células madre, al cincuenta por ciento. No sabemos si va todo bien o si simplemente el héroe ha decidido que hará como que van bien, pero el hecho es que los todos los rotativos deportivos coinciden en señalar que será de la partida, lo que es como decir que en el Bernabéu, el miércoles, tenemos una cita con el Real Madrid, sí, pero comandado por quien debe comandarlo: el comandante, valga la redundancia y valga la inevitable vuelta al registro cómico (?) que este apelativo trae consigo vía recuerdos de Blatter y su pavorosa imitación (??). El hecho es que el jefe está aquí, amigos, y si ya lo tenía crudo el Ingeniero ahora la cosa se le ha puesto más negra que los uniformes de los nihilistas que en la película abogaban por la castración de El Nota ante el escepticismo de Walter, su compañero de fatigas.

Véanla. Véanla otra vez si es preciso. Hasta el miércoles a las 20:45 aún queda tiempo de hacer otras cosas, aunque de algún modo el corazón parezca indicar lo contrario con este familiar desboque de su latido.

Tras el homérico hat-trick de Cristiano ante el Wolfsburgo, que nos catapultó hasta donde estamos, sus compañeros le firmaron la pelota que, como manda la tradición cuando alguien anota tres tantos, el portugués se guardó para sí. "Esto es un líder", escribió Arbeloa sobre su rúbrica, en lo que nosotros, como simples espectadores, no supimos si identificar como la expresión de una certidumbre o de un deseo (Arbeloa, amigos, nos deja al término de esta temporada, dentro de tres o -ojalá- cuatro partidos, y algo nos dice que anda tan inquieto como nosotros en lo tocante al relevo de su espíritu de mando). Pensamos que, fuera una cosa u otra, el gran Álvaro estaba en lo cierto. Cristiano en el Camp Nou. Cristiano ante el Wolfsburgo. Eso es un líder, hasta el punto en que su pasmosa facilidad para golear, sus registros que ya es un lugar común llamar estratosféricos, palidecen ante su capacidad de liderazgo, su entrega sin límites atacando, defendiendo, arengando a sus compañeros, cubriendo el campo, gesticulando, triunfando. Cristiano, amigos, está de vuelta: se avecinan grandes gestas, la primera el miércoles, Dios y Luka Modric mediante si se nos permite la redundancia.

Y el caso es que no le hemos echado en falta tanto como aventurábamos, pues su ausencia ha sido cubierta con una actitud ejemplar por parte del equipo y el espíritu indomeñable de un líder vicario de origen galés. Dicen que Bale se suelta el pelo cuando no está Cristiano, pero no vemos por qué no vamos ahora a disfrutar las mieles de un liderazgo bicéfalo, nunca mejor usado el término cuando ambos van de cabeza tan bien como con los pies. Lo van a intentar y tienen sus opciones, claro que sí, porque esto es deporte, pero no podemos ni imaginar los sudores fríos de los hombres del Ingeniero cuando la pizarra refrende la alineación que más o menos ya intuimos por parte de su adversario y nombres que parezcan formar parte de un rosario de amedrentamiento se vayan desgajando como perlas de fatalidad. Cristiano. Bale, Modric. Benzema. Ramos. Run for bloody cover. Tendrán sus opciones, sí. Pero deben de tener el miedo metido en el cuerpo desde el mismo momento en que el árbitro hizo sonar el silbato para poner fin al partido de ida.

Por su parte, la prensa catalana lleva a cabo loables esfuerzos para aparentar que lo suyo está imbuido del carácter mitológico que tiene lo nuestro, pero lo cierto es que las semanas se hacen muy muy largas (tanto como se les está haciendo la temporada) con los miércoles al sol. Saber de la bronca de Luis Enrique a sus chicos en el descanso del Villamarín nos comunica una malévola confianza, porque el Barça jugó tras el descanso tan penosamente como lo hizo en el primer tiempo, lo que deja las arengas del asturiano a la altura de Jordi Alba, que fue superado en estatura por el niño de cuya mano salió al campo en uno de los últimos choques del Barça. En el Villamarín, sólo la enésima y dudosísima expulsión de un rival, así como el fallo de portero y defensa rivales en un gol de circo, les puso a tiro la victoria. El Barça puede convertirse pronto en el campeón de Liga que ha acabado dicho campeonato en un estado más lamentable de la Historia de la competición, aunque ni siquiera esto (el acabar la Liga como campeones) tienen claro en el rinconcito.

"Sprint brutal", titula Mundo Deportivo. Brutal y larguísimo, nos permitimos añadir. Anda que no queda lejos el fin de semana cuando martes y miércoles ya forman parte en tu mente de un paisaje borroso y antiguo donde los contornos se diluyen. Al Barça le sucede ahora con los días de semana como a El Nota en El gran Lebowski: su vida ociosa le impide estar al día de esos pormenores.

-Do you always dress like that? On a week day?

-Is this...? What day is this? 

Sea cual sea, que sea bueno, galernautas.