¡Corre, Paco, corre!
Y Paco corrió sobre la hierba con la adrenalina inundando los tejidos de su cuerpo. El grito resonó fuerte y agudo a la vez, porque no era la voz de un compañero en el Bernabéu, sino la huida infantil, colectiva y atropellada -saltar del árbol y esprín furioso– de una finca ajena. No demasiado lejos había sonado una voz madura, profunda y masculina: “¡Algún día os pillaré!”. En realidad, nunca los pillaron porque nunca lo intentaron. La amenaza fingida sólo era un teatrillo para añadir cierta excitación a la travesura de tomar peras y manzanas prohibidas en teoría. De hecho, la fruta abundaba en Guarnizo por cualquier rincón, y hasta las mujeres de la familia Leguina, amables, acercaban las ramas de los naranjos al otro lado de la valla cuando la pandilla rondaba su fruto azafranado.
... incapaz de resistirse a cualquier ocasión de jugar un partidillo en alpargatas
Mientras, el orden de lo minúsculo cumplía su encomienda de lograr que Paco transitara a la adolescencia y la pandilla futbolística de Guarnizo acentuaba la pertinacia de su afición. A la vez que sus destrezas adquirían potencia y precisión, su voluntad cayó presa de la fuerza del instinto, incapaz de resistirse a cualquier ocasión de jugar un partidillo en alpargatas. Paco sobresalía por lo que sobresalió más tarde, aunque todos mostraron habilidades peculiares que encauzarían su vida siempre cerca del fútbol, a despecho de los esfuerzos familiares por retirar la afición desmedida de sus pequeñas cabezas.
Tantos momentos empleados en algo inservible para la vida parecían a los progenitores un malgasto futuro y presente, una inclinación que fue pocas veces pacífica en los hogares y en la escuela. Con una economía doméstica dependiente de los brazos familiares, y los suyos ya contaban, las horas apenas sobraban, pues la sombra de la escasez asomaba en las mentes de los adultos, siempre prestas entonces al conservadurismo. No estaba el patio para alegrías.
Pero cuenten esto a unos chicos envenenados por la conjunción del balón y sus hormonas, tanto que cuando la maestra notaba su falta en clase, ya sabía qué estaban haciendo. Sus quejas se las llevaba el viento o la lluvia, pues los chicos preferían, de cuando en cuando, los libros de la calle, las lecciones de aquellos instrumentos de trapo, cartones, retales y lo que pillaran, que llamaban balón ¡Quién podía detenerlos! Tanta fue su insistencia, que su determinación refleja fue proverbial en toda la villa, pues jugaban en cualquier sitio y con mucha frecuencia en la carretera. Allí alternaron los halagos de amigos y ajenos junto a los reproches paternos, pues sus prestezas necesariamente llamaban la atención.
Paco, el torbellino de las pachangas, era un chico tranquilo y dispuesto a las tareas en casa. Siempre, claro, que no se cruzase en su camino, como a un perro una perra en celo, el balón con cualquiera de sus coleguillas cerca. Aun así, la fuerza obligaba y el creciente número de hermanos también, de forma que tarde o temprano se tenía que hacer cargo del ganado y conducirlo a pacer, la sustancial nutrición del vacuno entonces.
... un nicho deportivo de primer nivel, un centro de alto rendimiento de una eficiencia tremenda, impensable entonces y hoy
Quiso la fortuna, aunque seguro que el Paco de aquel tiempo rechazaría la moción, que una de las zonas de pasto, a medio de kilómetro de la casa materna, se formara con una pendiente suave al principio cuyo desnivel se incrementaba hasta componer un repecho ostensible. En consecuencia, el terreno obligaba al futuro madridista a recorrer, y aún a correr, la zona de pasto –húmeda y embarrada en invierno- con frecuencia para reunir algún ejemplar huidizo y esquivo. Sin saberlo, las aceleraciones contadas y el pastoreo, junto a la siega –ejecutada en posición de semiflexión de piernas y un giro amplio de cintura con el acompañamiento de la fuerza de los brazos-, ejercieron de preparación física improvisada y natural, de fuerza dinámica y propiocepción, habida cuenta de la irregularidad de los terrenos que pisaba.
Uno ha de reconocer el hallazgo vacuno al que fuera jefe de prensa del Real Madrid, Joaquín Maroto, con quien compartí una conexión vintage en Teledeporte. Mientras escuchaba la narración del suceso puesto en boca del protagonista, este cronista imaginaba cuál podría haber sido el campo de entrenamiento, extremo que luego me confirmaron las hermanas de Paco, y que en casa siempre llamamos El Cierro, quizás por encontrarse vallado.
Los huevos de las gallinas propias, la leche y la mantequilla de vaca cántabra recién ordeñada, la borona -unas tortas del maíz sembrado en casa y horneadas en aquellas cocinas de hierro- resultaron ser un complemento dietético idóneo, y junto a los aires limpios compusieron un nicho deportivo de primer nivel, un centro de alto rendimiento de una eficiencia tremenda, impensable entonces y hoy, quizás digna de un estudio por parte de Juan Luis Arsuaga. Paco no paraba en todo el día, urgido por las clases, los partidos sin cesar y las tareas, incluidos la siega y los propios de la labranza y recolección, pues de alguna forma había que complementar el salario del trabajo de chófer del padre en la fábrica regentada por el presidente de la Cultural de Guarnizo, donde debutó en 1922 don Antonio Gento, el primero de la dinastía en calzarse unas botas de fútbol hace un siglo.
P. D. Don Antonio Gento, mi abuelo.
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¡ Qué buen artículo ! Por todo.
Y al escribir sobre la alimentación en aquellos lares y en aquella época , me he acordado de Paco Llorente , sus cuidados y metódica alimentación. Creo que era vegetariano y que incluso sus compañeros le llamaban "el lechuga" .Excelente deportista, fue un gran jugador del que recuerdo sobre todo su actuación en Oporto .
Creo que ya lo expliqué en otra ocasión. Siendo yo muy joven coincidí con él en un comercio/restaurante de productos ecológicos (Gran Vía , esquina con Rambla de Catalunya). En aquella época el Real Madrid , en sus venidas a la condal, solía alojarse en el NH Calderón . Me llamó poderosamente la atención su corrección e implícita amabilidad demostrada al esperar pacientemente su turno e , incluso, ante la duda tener la deferencia para con otro cliente del establecimiento .
Me podria confirmar con algun dato real si Paco jugo en el Union Club
Soy admirador de su abuelo soy de Guarnizo y segun mis investigacion no llego a jugar si lo hizo en el Juvenil Astillero
Tengo un blog sobre Astillero y recientemente he publicado algo de los hermanos