El hombre tranquilo
Descarten cualquier intención oculta ni coincidencia buscada entre la magistral película —The Quiet Man (1952)— y las consideraciones que uno desgranará a continuación, a salvo, quizás, los rasgos de los papeles profesionales de ambos protagonistas —John Wayne, Paco Gento—, heroicos y pioneros de la modernidad. Como el madridista dando rienda suelta a su furia futbolística para conquistar el continente, el actor —que sirvió de incansable Ulises al Homero del Oeste, John Ford— recorrió como un centauro o en diligencia los desiertos, las praderas genesíacas y los horizontes magistralmente evocados por el director. Un universo de fronteras violentas, de salones, bourbon y anarquía al que Wayne llevó la ley, el orden y la democracia. Protagonista de epopeyas que marcaron la historia del celuloide como la del Real Madrid marcó la historia del fútbol.
En los últimos años, cada vez que quien escribe visitaba su vivienda o se sentaba con Paco en la cafetería Gonluis, el recoveco iluminado por el ingenio de Manuel Jabois, la conversación discurría pausada entre temas de actualidad, de familia y asuntos madridistas, incluido el baloncesto. A la hora de partir y volver con cierta premura a las obligaciones que me reclamaban, recibía siempre de Paco un consejo construido a partir de un concepto sutil, metafísico, ilustrador de su prioridad vital y de una peculiar manera de bautizar su universo con frases y palabras ingeniosas.
Paco Gento: “No tengas prisa, el tiempo es lo único que nunca se acaba”
“No tengas prisa, el tiempo es lo único que nunca se acaba”. La primera vez que se lo escuché me quedé unos segundos perplejo. Tardé en comprender que estaba refiriéndose al tiempo como realidad ajena al ser humano, como un elemento que fluye sin límite al que podemos acceder a nuestro antojo mientras existamos, aunque, con frecuencia, no acertemos en su administración correcta. “No te equivoques en las dosis”, nos decía con sorna y entre sonrisas, feliz de la ocurrencia que tuvo algún día y que nos repetía de cuando en cuando para que no cayera en nuestro olvido.
Quien tanto corrió por los terrenos de juego, protagonista de una carrera meteórica, se apaciguó apenas dejó el fútbol, frenó en seco, como también acostumbraba para sorprender a defensas y compañeros. Una forma de existir paradójica en apariencia, quizás de aplastante lógica interna. De carreras largas, Paco siempre fue más de distancias cortas, y terminó por refugiarse en su cercanía familiar y vecinal, en los placeres sencillos, en una vida llena de rituales íntimos, que cambiaba de tanto en tanto, cuando le asaltaba un relámpago residual de la celeridad de antaño para romper la monotonía.
De carreras largas, Paco siempre fue más de distancias cortas, y terminó por refugiarse en su cercanía familiar y vecinal, en los placeres sencillos, en una vida llena de rituales íntimos
No sabía que se había convertido en un discípulo de Epicuro, también hombre de vida sencilla y recogida. Había vuelto a sus raíces para disfrutar de la vida con prudencia, al modo cántabro y casi rural, de barrio limitado, por donde corrió mientras pudo y paseó hasta el final, gozando con la conversación desprevenida y recordando con frecuencia quién era el Real Madrid a los afines a otros colores. Eso sí, sin dejar de jugar su partida de baraja española vespertina ni de ojear el género alimenticio por las mañanas. Y de forma ocasional, al soplar el viento a favor de una voluntad impredecible, su paseo se alargaba hasta el templo en el que forjó su leyenda junto a sus formidables compañeros.
Índice:
Getty Images.
No quisiera ponerme de un trascendental inoportuno. El caso es que algo por lo que todos hemos de pasar, ese trance que la cultura occidental continúa teniendo como una especie de asignatura pendiente, es mal asimilado en general. Lo más importante es aceptar lo que te ha tocado en “suerte”y poder tener la percepción de una vida relativamente intensa y plena. Lo cual es subjetivo. Por eso considero que es importante saber dosificar y disfrutar el tiempo, perdonarte y perdonar.
Me imagino , es posible que me equivoque, que hasta un tipo del talante de don Paco Gento, habrá sentido haberse equivocado en aspectos de su vida personal o sentido añoranza y cierta nostalgia de su época vivida entre fama, aplausos y éxitos . No debió ser fácil de llevar la retirada y tuvo que adaptarse al cambio. Afortunadamente su familia ha sabido estar ahí y , no creo que me equivoque, aunque haya dejado un vacío insustituible , en general son conscientes de lo afortunados que han sido de contar con su amparo y presencia.
Agradezco a la Galerna y, especialmente a José Luis Llorente, sus escritos glosando la figura de su querido tío.
Hablar de Paco Gento es habar de leyenda de un profesional que marco una epoca dorada , con Paco y sus compañeros me inicie en mi aficion al futbol colecionando los cromos de la epoca ,y jugando con pelotas de plasticos que empaquetabamos con una cuerda . Que recuerdos tan bonitos aquellos partidos que veiamos por la television en blanco y negro con el Manchester United de Bobi Chalton y nuestro Amancio refregando las punteras de sus botas sobre el cesped nunca lo olvidare.
Don José Luis, con nostalgia y una gran carga de respeto y emoción, evoca usted la figura de Don Francisco Gento López, para los amigos
Paco o simplemente Gento, como futbolista , con sus carreras ponía de pie a los aficionados y como persona había que quitarse el sombrero, ¡Que persona más entrañable! Y como le hechamos de menos a la hora del desayuno en Gonluis o la taberna de Jose , el barrio ha perdido su icono.
Muchas gracias José Luis.
Mis padres me llevaban en verano a la playa de Galizano y lo que cuento es una historia vivida y siempre recordada con Paco Gento.
Año 1964 y el que escribe con 12 años metido entre las grietas de las rocas debajo de la cueva de Cucabrera al Este de la playa con una pequeña rajada y una bolsa de tela para guardar los percebes. En esas estaba cuando oigo detrás mio: Chico, chico volví la vista y allí estaba Gento pidiéndome prestada mi herramienta de pesca para coger una piña de percebes.
Me ofreci a cogerselos y seguimos pescando juntos toda la marea. Soy del R Madrid desde que naci y sabia quien era mi compañero de pesca .Un crio con su ídolo mano a mano. IMAGINENSELO
Salimos juntos playa adelante y me acompaño hasta donde estaban mis padres para repartir la pesca cosa que mi padre no acepto diciéndole que yo pescaba todos los dias
Cuando le conté a mis amigos esta aventura debieron pensar que lo había soñado