Si se tiene que hablar de heterodoxos que han vestido la camiseta del Madrid, se tiene que hablar inevitablemente de José María Gutiérrez Hernández, Guti, que es la heterodoxia hecha futbolista. De Guti se podría decir lo de Churchill a cuenta de Rusia: su mente era un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma. Ahí, no obstante, reside la mayor parte de su encanto, en las flores del mal. Que su carrera transcurriese en paralelo a la de Raúl determinó su representación, en el imaginario colectivo madridista, como el «ángel negro» de aquella generación, del «Madrid del Ferrari». El contraste con el 7 saltaba a la vista: Raúl fue desde el principio el símbolo de la ortodoxia blanca y la encarnadura del ciclo triunfal que renovó el palmarés internacional del club entre 1998 y 2002. Lo cierto es que Guti fue parte del nervio español de ese equipo que comienza con los estertores del mendocismo y de la Quinta del Buitre y acaba en el galacticismo florentinista, pero a diferencia de Raúl, Guti permaneció en la sombra las noches grandes: no jugó un sólo minuto ni en Amsterdam, ni en París, ni en Glasgow, y sólo fue protagonista en una final, la Intercontinental de 2002 contra el Olimpia en Yokohama. Redondeando su aura de malditismo, a lo Van Gogh, Guti también vendió un sólo cuadro en vida. Pero qué cuadro.
Guti estuvo un cuarto de siglo en el Madrid. Se dice pronto. Llegó como alevín, lo subió Valdano al primer equipo un año después de que lo hiciera con Raúl, y se fue como segundo capitán tras quince temporadas en la brecha. Se fue, como no podía ser de otra manera, en el mismo verano que también se fue Raúl, del que siempre fue el reverso tenebroso, la antítesis del héroe ideal que representó el primer capitán: o sea, el antihéroe, la figura literaria del siglo XXI. No ha habido antihéroe más fascinante en la historia del Real Madrid que Guti.
no ha habido antihéroe más fascinante en la historia del real madrid que guti
Eran como el Ying y el Yang. Hasta en los dorsales. Raúl era el siete y Guti era el dos veces siete, el número de Cruyff, otro que se hizo famoso además de por su talento, por hacer siempre lo que le daba la gana. Guti tenía eso y en la multiplicación por dos del siete de su dorsal había algo de romanticismo, de bohemia, de spleen. Siendo los dos zurdos, la zurda de Raúl era una espada flamígera empuñada por un arcángel justiciero; la de Guti, en cambio, era la mano temblorosa de un poeta alcohólico y de tendencias suicidas. Raúl era el Ferrari al que se engancharon todos los demás, como dijo Hierro. Emperador de la constancia, carnívoro del gol, alma de patriarca movido por una ambición desmedida y un fulano capaz de estar conectado al flujo del juego hasta el último minuto, exhibiendo una competitividad feroz. Todo eso es lo que elevó a Raúl por encima de sus limitaciones individuales hasta erigirlo en líder natural de un Madrid lleno de futbolistas con más cualidades que él. Como por ejemplo, Guti, que sin embargo se labró una leyenda de todo lo contrario: un artículo de lujo, un complemento, un Curro Romero, un artista atormentado, un talento ilimitado de creador alérgico a la «cultura del esfuerzo» y al estajanovismo implícito en la condición de superélite. Era capaz de perderse dentro de sí mismo, ensimismado, escondido durante largos períodos de tiempo entre los bastidores de los partidos, para, en un instante súbito, ver algo invisible para todos los demás y ejecutar una maniobra gloriosa, o borrarse del todo en un arranque de locura transitoria. Por eso uno se construyó el personaje de yerno de España y ejemplar padre de familia y el otro, incapaz de truco alguno y sin más disfraz que su propia desmedida personalidad, fue para siempre tenido por el golfo mayor del reino.
En Guti había, sobre todo, «verdad», que es una idea que manejan con lúcido instinto flamencos y toreros. Dejó algunas frases memorables, como cuando llamó paletos a los de Villarreal o mandó a coger amapolas al campo a todos sus «haters». Culturalmente estaba un poco lejos del canon moral de los canteranos del Madrid, cuya tradición es la de ser unos buenos chicos, casi obligados a ejercer una virtud cívica romana desde los tiempos de Bernabéu, patriarca austero. Con él se funda el Madrid kinky. Le gustaba salir por la noche y no lo ocultaba. Guti lo hacía todo con la puerta abierta y eso, en el país de la representación y del fariseísmo, era la vía directa al oprobio. Caminaba por el verde como un príncipe gitano, con chulería encanallada. Cultivaba la excentricidad. Disfrutaba provocando a la grada y disfrutaba cuando la grada reaccionaba: se crecía con el castigo, como los españoles de antes. Guti trae los tatuajes estrambóticos, lo que luego continuará Ramos; las estrellas en los codos adquirieron una dimensión pop en la España de la primera década del siglo nuevo, así como la cinta en el pelo, las mechas, la melenita, el gesto de atusársela detrás de la oreja. Se le llamó maricón casi toda su carrera. A lo mejor hoy, en la España del ministerio LGTBI, esto suena a chino, pero ocurría. Se criticaba su atuendo y se dudaba de su virilidad porque el fútbol todavía era «muy macho» y esa masculinidad moderna de Guti, «metrosexual» avant la lettre, retaba un estado de cosas fosilizado en «los cojones» y «el sudor». Guti era un Beckham del extrarradio español pero con mucha más calle, con calle auténtica, cosa que ya no tienen los futbolistas: era marrullero y se picaba con facilidad, tenía ese punto racial que lo revolucionaba siempre cuando venía el Bayern a Chamartín, y su imaginación era la del pícaro que va tres pasos por delante porque su intuición está entrenada en la jungla de asfalto.
Guti carga con la fama de maldito, de enfant terrible, por su carácter desacomplejado y lenguaraz, por su rendimiento irregular pero, también, por su ubicación dentro del terreno de juego. En esas quince temporadas como jugador número 12 del primer equipo del Madrid, Guti hizo de todo: delantero, segundo delantero, mediapunta, interior y hasta de mediocentro defensivo en aquel doble pivote con Beckham del año de Queiroz que debería figurar en el MoMA de Nueva York. ¿Se ha visto osadía semejante en un campo de fútbol? La verdad es que, pese a todo, en aquellos seis meses el Madrid rozó una perfección plástica difícil de igualar. Hasta que todo se vino abajo (coincidiendo con el 11M, símbolo moral de tantas decadencias), el doble pivote de playboys rubios desafió a toda lógica tacticista, fundió todos los plomos de los paradigmas dominantes, fue como un hermoso canto del cisne del viejo fútbol libre y primitivo ante la avalancha ineludible del artificio y la pizarra.
GUTI JUGÓ DE TODO: DELANTERO, SEGUNDO DELANTERO, MEDIAPUNTA, INTERIOR Y HASTA MEDIOCENTRO DEFENSIVO
Su fútbol no admitía ser sistematizado de ningún modo. Él iba a su aire, era un anarquista de la pelota, por eso probablemente jamás se consolidó como titular indiscutible con la ristra de entrenadores que tuvo en el Madrid. Más que la cabeza, lo que a Guti le faltó fue el cuerpo, el físico. No podía correr con ese aire imperial con el que Zidane batía líneas desde el vértice del rombo en un 4-4-2 ni tenía los pulmones para correr sin parar haciendo coberturas en los costados formando parte de un 4-3-3. Guti era muy particular, un tipo de futbolista que jamás podría haber salido de La Masía. No respondía a ningún patrón, más que al de la inspiración y al del talento puro. Ronaldo Nazario dice que nadie le dio mejores pases que Guti, ni siquiera Zidane. Del tacón hizo una impronta, su propia ruleta marsellesa: el taconazo es un gesto tan taurino que sólo puede ocurrírsele a un español, es un relámpago, advertir el camino de la jugada un instante antes de que el espacio, el hueco, la ocasión, aparezca. Una especie de corazonada, una previsualización. Eso Guti lo quintaesenció. Pero nunca fue suficiente. Entró y salió todo el tiempo pero atesoró siempre la categoría requerida para tutear a los galácticos, todos ellos balones de oro, que lo reconocían como uno de los suyos de la forma en que se reconocen los grandes, instintivamente. Estuvo en el fabuloso 2-0 al Bayern de la Novena, estuvo en el 4-3 de Old Trafford, protagonizó una noche mágica en Roma. Su trayectoria, carente de consistencia, de cotidianeidad, fue, sobre todo, una colección de fragmentos luminosos.
La vida lo fue conduciendo por la avenida del mediapunta y eso lo acabó marcando porque ya a la mitad de su carrera el fútbol empezó a abominar del mediapuntismo. Esa avenida se convirtió en un callejón sin salida en algún momento de los últimos diez años y en esa «reconversión industrial» se han perdido muchos talentos. En el fútbol moderno es evidente que ya no hay sitio para un media punta clásico, y Guti fue el más clásico de todos, un trescuartista con imaginación de fantasista y abulia de aristócrata arruinado. Guti se transformó en el icono de un quijotismo reaccionario: en la era de Essien, los Diarra, Vieira, Makelele, Davids o Gattusso, en el tiempo de la velocidad y la mecánica, encarnó al hidalgo que prefiere morirse de hambre antes que trabajar con las manos. A todos esos jugadores, precursores del espectáculo sin alma que triunfa hoy en el fútbol, se les podía aplicar respecto de Guti lo que dijeron una vez de Curro Romero. Que había que verlo veinte o treinta veces hasta que le saliera una tarde buena, pero que a los demás, vistos una vez, vistos siempre. El ritmo del balompié moderno le pasó por encima y Guti se recluyó en un mediapuntismo sibarita hasta fundar su propia escuela, el gutismo, un movimiento de vanguardia finito que empezaba y terminaba en él mismo, pues hay cierta clase de genio que resulta inimitable.
Ese gutismo vino después de que alcanzase su cénit en la 2003-2004, el citado año de Queiroz. Que el potosí de talento de Guti viviese su gran momento en aquel año de ruido y furia en el que el proyecto de Florentino voló tan cerca del sol que terminaron derritiéndosele las alas, es la metáfora de su carrera como futbolista. Guti era una imposibilidad metafísica. Su último gran momento fue en la segunda Liga de Capello y ya convertido en un exotismo. El partido contra el Sevilla, aquel 3-2 memorable, fue probablemente su mejor actuación de blanco. Se hizo veintiminutista y la verdad es que en aquel Madrid del rubio platino, como lo bautizó Hughes, que Guti saliese fresco a dinamitar partidos de inercias dadaístas le dio al equipo una ventaja incomparable. Luego, con Schuster, volvió a asumir un protagonismo que sus condiciones no podían avalar y aunque ganó una buena Liga jugando mucho en Europa al Madrid de Guti se le veían todas las costuras. En su último partido en la Copa de Europa dio un pase prodigioso a Cristiano Ronaldo y el Madrid perdió, epítome perfecto de una carrera inclasificable. Terminó su carrera en Turquía ganándose a la hinchada del Besiktas con esa verdad taurina y antigua que es fácilmente identificable en todas partes porque es un lenguaje universal. Luego se retiró, se hizo un señor mayor, se dejó bigote, se cortó la melena y pidió en público que dejasen de llamarlo Guti. Así es como se acaban todos los cuentos.
Para mi, un genio. Más madridista que la mayoría de los jugadores. Siempre fue de mis favoritos
completamente de acuerdo con usted, un genio y madridista como ahora hay pocos.
me parece muy oportuna la comparacion con raul (para algunos baul). mientras el 7 blanco ha sido siempre bienqueda con gente declarada antimadridista encarnizada (muy buen rollista con stoichkov entre otros), guti no ha dudado en apoyar al club y criticar a los haters madridistas en redes sociales., enzarzandose en polemicas si se tercia.
ya hablando sobre su juego, recuerdo que la temporada que ficho ronaldo nazario con la temporada empezada en plena era del bosque, justo hasta ese momento guti incluso llego a tomar el papel de goleador llegando a hacer 10 goles o mas en 12 o 13 jornadas.... una papel similar al que luego tomaria en determinado momento fabregas en la seleccion de del bosque.
sin duda guti es de los que me molan, pero al cesar lo que es del cesar y si comparamos, comparamos. si guti es talento y tecnica, el siete era inteligencia en la cancha, y el futbol, al igual que la vida, es para los listos. ademas, todo sea dicho, si guti ha jugado en casi cualquier parte del medio del campo para arriba, recuerdo perfectamente a raul (para algunos baul), en la primera llegada de capello, tener que jugar alguna jornada de liga... en la banda derecha!!! , debido a que entre lesionados y sancionados y escaso banquillo el italiano preferia ponerle a el antes que subir a ningun chaval del b.
pero como este hilo es para guti, y siempre me ha parecido un crack- que se lo pregunten a benzema- ahi va una de sus perlas mas recordadas...
https://www.youtube.com/watch?v=8n7L-HE5k4E
sobre su comportamiento fuera del campo el dia que sobre sus salidas nocturnas dijo algo asi como que salir de noche era algo que haria de joven, no con sesenta años... la verdad es que no pude mas que comprenderlo...
por cierto, su capacidad de reirse de si mismo me hace pensar que es un tio majo, no ningun estirado... el mejor anuncio que he visto, el suyo...
https://www.youtube.com/watch?v=oXXqnfz1sis
(por cierto, se dice que esa quiniela que rellena era la de una jornada que coincidia el barcelona real madrid en el pleno a l 15 y puso un 2, y gano el madrid con gol de baptista)
Sí, sería muy madridista, no lo dudo, pero un vaguete de cuidado. Se escaqueaba de los entrenamientos en cuanto podía. Puede estar en el puesto 200 de los mejores madridistas de la historia.
D. Antonio Valderrama
MAGNIFICO ARTICULO
En el que refleja la verdad de un gran jugador
Un saludo
Dejando aparte ese "malditismo" de andar por casa, Guti ha sido un futbolista con un talento extraordinario para su deporte.
Guti no ha podido crear escuela porque es único. Estuvo siempre a años luz de los jugadores de la cantera, cortados todos por el mismo patrón de la corrección funcionarial.
Para mi fue siempre un placer verle jugar.
La comparación de su trayectoria con la de Raúl, es muy pertinente porque muestra el contraste entre un jugador genial, con altibajos de montaña rusa, y otro que ofreció siempre una regularidad notable en su rendimiento.
Guti, historia del madridismo.
Saludos.
Guti era muchísimo mejor que los encumbrados por el Tinglao del equipo estado, y no voy a dar nombres. Y un madridista de verdad, que cuando estaba en televisión ejercía de ello sin miedo. Siempre será de los míos.
completamente de acuerdo con usted, y mientras raul se ha mostrado cordial y de buen rollo con gente como stoichkov -antimadridista que no ha dudado en insultar al madridismo en incontables ocasiones- guti si ha tenido que meterse en discusiones para defender al club en rrss no ha dudado en hacerlo
espero que este mensaje no me lo censuren...
José María Gutiérrez era mucho GUTIÉRREZ , pero por sí mismo, no había nadie que le hiciera peor, y sin embargo el hacía mejores a los demás.
Cuando se intenta "halagar" a alguien, se hace per se, sin meter en la ecuación a nadie, y más si cabe con un Futbolista del calibre del mencionado.
Este es el claro ejemplo de los mundos de yupi, a este Señor le ha pesado más su vida personal que la profesional , las "antipatías " hispanas, esas que nos hacen "únicos"
Es de los pocos que puso en su sitio a más de uno, ej.: estadio del ladrillo.
Como Madridista chapeau, como futbolista otro chapeau y como persona 3.000 chapeaus
Pd.: creo que también guarda un "grato " recuerdo del conde de la rama.
jajajajajaj grandisimo ese " que os calleis ya, paletos" , jugón de los jugones.
Genial, pero ha faltado decir que también jugaba al Golf!
Lo que siempre recuerdo de Guti que no importaba el entrenador de turno. Empezaba todas las temporadas en el banquillo y las acababa como titular indiscutible.
Esto que dices no te lo crees ni tú.
Excelente futbolista . Y un tipo que iba de frente, no se escondía. Lo de tildar de paletos a los amarillos también tiene su gracia en el contexto que lo hizo. Creo que el mejor partido que le vi fue una exhibición en la cancha de la Roma, rubricada con 2 ó 3 goles; ,no lo tengo claro.
Sobre Raúl...eso de que no era un fiestas...Aún recuerdo un amiquete que coincidió con él en el urinario de un local a donde llegó el susodicho futbolista con el vaso de tubo en la mano , colocándolo en la parte superior del mingitorio mientras hacía su necesidad. Y estaba un tanto "cocido". Los futbolistas y demás deportistas de élite necesitan evadirse y pegarse sus fiestas. Lo que hay que procurar es acertar en la elección de los días.
Roma 0-3 Real Madrid (dos goles de Guti. DaGuti era la 'chistosa' portada de Marca), septiembre de 2002, justo después de hacer una visita al Papa en su residencia de Castelgandolfo.
Equiliquá. Gracias.
De nada
Será "encarnación", no encarnadura, que no existe.
Se dice Yin y Yang.
Y lo de "kinky", me imagino que quiere decir "quinqui".
Por lo demás, Guti era un artista, genio puro, y madridista al 100%. Cuando sacaba a relucir su zurda mágica era un auténtico bisturí. Fogonazos de auténtico genio.
Si Raúl era el más argentino de los españoles, Guti era el más brasileño. Mucha samba y poco trabajar. Pero que samba!
Su sucesor fue el gran Mesut Ozil, otro madridista heterodoxo, aunque más constante, que sólo disfrutamos 3 años, pero que era futbol arte en estado puro, y el rey de las asistencias. Otro del mismo tipo fue Robinho, un genio pero con mentalidad de niño de 15 años.
Pero son jugadores que justifican el precio de una entrada.
Que grande era Guti,un talento descomunal pero se esforzaba solo cuando quería, aquel año con Del bosque jugando de delantero marcó 11 goles más asistencias pese a no ser su puesto.
Para mi no tenía nada que envidiar a los Iniesta o Xavi ,tan cacareados por la prensa.
Es una lástima que Guti no tuviera más constancia y dedicación. “Abulia de aristócrata arruinado” lo define de manera magistral. Con la dedicación de un Cristiano hubiera sido de los mejores de la historia.
Recuerdo con indignación un partido contra el Atlético en que fueron a por él, alternándose en hacerle faltas y patadas distintos jugadores colchoneros para que no expulsasen a ninguno. Después en una tertulia radiofónica los tertulianos justificaban al Atlético.
Grande, grande, GUTI y madridista sin complejos,El articulo sobre èl para enmarcar y fiel sobre el legado que nos dejó a los madridistas.Martillo para los piperos.Antològico el taconazo en Riazor para gol de Benzema, lleno de astucia, engaño y picaresca, muy propia de su personalidad desarrollada en un campo de fútbol, sólo comparable al de Redondo en Manchester, los tres goles del "gordito" RONALDO en, creo que Liverpool y la volea de Zidane en Glasgow...NO HAY MAS...
Los tres goles de Ronaldo Nazario, en Old Trafford:
-primer gol, asistencia de Guti.
-el segundo, asistencia de Roberto Carlos.
-el tercero, un zapatazo desde fuera del área.
Fabien Barthez fue la víctima.
Enorme artículo que define perfectamente la actitud de Guti en el fútbol.Un talento y una clase que ningún canterano tuvo nunca y un sólo pero,aunque muy gordo,su falta de profesionalidad,chatis,copas ,discos etc…Verle jugar siempre fuè un placer y su madridismo de matrícula de honor.Yo lo nombraría portavoz del club.