Yo no he conocido a Herrerín porque mi madridismo siempre ha sido lejano. Un madridismo en órbita, de mucho sentimiento y poco tacto. Es ese madridismo cuya distancia del objeto le hace guardar la ascendencia a través de los años. Yo me canso de los madridistas que parece que corretean a diario como niños por todas las estancias del Bernabéu y luego se jactan de ello sin ningún respeto. Pero no he venido hoy aquí a escribir de esto. Sí a escribir de la distancia de mi madridismo, que era la misma distancia de Herrerín. Ese señor al que he visto ahí en el campo, siempre a lo lejos, todo este tiempo ya pasado.
Herrerín fue quien se trajo la portería desde la antigua ciudad deportiva hasta el Bernabéu el día que la mala gente destrozó la que había en el Fondo Sur. Era la semifinal de la Copa de Europa de 1998, y esa portería se la trajo él a puro huevo y la metió dentro del estadio y la colocó en su sitio sólo una hora más tarde del desaguisado. Luego de esto llegaría la Séptima, con su sello personal. A Herrerín lo hemos visto con su abrigo azul y su pelo blanco y su tez dorada dignificar al Madrid con su presencia familiar. Una sensación de bonita pertenencia al pasado, como a la que se refería el dependiente de Tiffany’s, en Breakfast at Tiffany’s, cuando George Peppard le pide que le grabe el anillo que le ha tocado en una caja de sorpresas.
Herrerín era el abuelo envidiable del Madrid al que yo siempre he mirado con singular orgullo. Decía el infortunado Pep que, en su etapa de entrenador en Barcelona, todo estaba bien si Messi estaba bien. En el Madrid todo estaba bien cuando aparecía de repente Herrerín y Sergio Ramos le daba un beso en la cabeza. Y me acuerdo de los abrazos que le daba Cristiano. Ahora ya no hay nadie que reciba ese cariño y es una pérdida irreparable. Esos besos y esos abrazos hay que recuperarlos para poder volver a ganar, pero ya no serán para Herrerín, a quien digo (decimos) adiós desde la más contigua distancia.
Somos efímeros. Herrerín, un señor al que no tuve el gusto de conocer, pero del que la intuición , eso de la femenina y la masculina es un tópico, y la deducción me dicen que ha sido un tipo íntegro y al servicio de mucha gente. Nada reconforta tanto como el amor. Muchas gracias SEÑOR Herrerín. Tu familia, tus amigos y el madridismo pueden sentirse orgullosos de tí. Estoy seguro que el club sabrá estar a la altura de este evento.
Todos los jugadores tenian un gesto cariñoso con el por algo seria
D.e.p. un bondadoso hombre sin duda alguna
Y madridista por los 4 costados
Yo le conocí personalmente por cuestiones de trabajo e incluso me tomé algún café en su casa de Mataelpino. Era una gran persona, extremadamente amable y un grandísimo madridista.
Cuando veía a Cristiano darle un abrazo sin ser felicitado por marcar un gol, algo me hacía pensar que debía ser una persona merecedora de mucho cariño. Descanse en paz.
Hola a tod@s,
Malísima noticia. Mi más sentido pésame a su familia, y por extensión a todos los madridistas.
Efectivamente Mario, me siento absolutamente identificado por su cariñoso comentario. La visión de Herrerín a la salida de los jugadores al campo era posiblemente la más entrañable de las vistas. La mesura, la deportividad, la relatividad del futbol identificada en un caballero igualmente cariñoso con los contrarios.
Hasta siempre Herrería, hala Madrid eterno!!