Heroicidad del Barça en Linares

El análisis de las portadas de los periódicos deportivos de hoy

Buenos días, amigos. Esperamos que los Reyes Magos hayan sido generosos. Según las noticias que nos llegan de Oriente, han vuelto sanos y salvos, si bien exhaustos por el intenso trabajo llevado a cabo y el disgusto por la deportación de Gaspar (no confundir con Gaspart) en el aeropuerto de Melbourne al no estar su pasaporte Covid en regla según las autoridades migratorias australianas. El más insulso de los Reyes, el que solo cabe definirse por eliminación como “ni el viejo ni el negro”, tampoco parece ser un dechado de virtudes en lo relativo a su estatus coronavírico. Y ya sabemos cómo se las gastan en Australia...

Tanto Djokovic como el segundo de los mágicos monarcas fueron retenidos por funcionarios migratorios de las antípodas, y finalmente obligados a tomar aviones en direcciones dispares. Afortunadamente para la reputación de Sus Santísimas Majestades, el incidente cuasidiplomático tuvo lugar en el penúltimo país que quedaba en la agenda repartidora de los Reyes, por lo que sólo Australia y después Nueva Zelanda se resintieron mínimamente en el cumplimiento de las ilusiones infantiles de noche tan especial.

Según estamos en condiciones de confirmar, la deportación de Gaspar en Australia pilló a contrapié a sus dos ilustres compañeros, que no obstante reaccionaron con ejemplar profesionalidad. El reparto de juguetes en Australia y Nueva Zelanda quedó pues en manos de Melchor y Baltasar en exclusividad, y según nuestros informes se las apañaron casi a la perfección, pese a la sensible baja del de en medio (Gaspar es como el de en medio de Los Chichos pero con capa de armiño y corona).

No se reportaron incidentes y todos los niños de esas latitudes, gracias a la diligencia de los dos restantes, que se multiplicaron para suplir a su negacionista colega, recibieron sus regalos puntualmente. La única excepción fue George Padbury a las afueras de Canberra, quien a sus tiernos once años había pedido a Sus Majestades una camiseta de Koke. Parece ser que no ha llegado a sus manos con el consiguiente berrinche del crío, pero se rumorea que esta falta no tiene tanto que ver con la baja de última hora de Gaspar como con ciertas reticencias de las Altas Instancias. Si no depone su extravagante actitud, el año que viene George Padbury de las afueras de Canberra no sólo no recibirá su camiseta de Koke sino que, en su lugar, encontrará directamente una de Toni Kroos, así, como dejando caer.

Todo esto según nos cuentan, claro.

Por lo demás, y desafiando el peso de la historia reciente (y de la no tan reciente, como leeréis en esta pieza de Alberto Cosín), el Real Madrid eliminó anoche al Alcoyano de la Copa de SM el Rey. Afrontémoslo: ha habido en la historia del fútbol partidos más excitantes. Os lo contó en su crónica Ramón Álvarez de Mon, un segundo antes de salir corriendo a asegurarse del éxito de la noche de Reyes para sus cuatro churumbeles.

“Más suerte que fútbol”, suelta As. Fútbol hubo poco. ¿Suerte? La necesaria para que un remate de Asensio, tras una gran jugada con Militão, Rodrygo y Hazard, rebotase en dos defensas y se fuera para dentro aliviando la angustia. Hasta ese momento, el guión del partido había sido inquietantemente similar al de la temporada pasada en el mismo escenario, de tan infausto recuerdo (Militão adelantando a los blancos para después encajar el empate en el segundo tiempo), pero todas las desasosegadoras similitudes se fueron al traste con el churro de Asensio y con el posterior de Isco, autor de un gol todavía más billaresco (nada que ver con Ángel Mari). Antes de eso, y conforme al guión traído de casa por el colegiado Cordero Vega, el Alcoyano se jartó a meter patadas -plenas de moral, eso sí- a los jugadores blancos sin ser amonestados por ello, viendo sin embargo Camavinga la tarjeta más surrealista de la historia del género humano, incluidos los evos anteriores a la invención del balompié.

Pero la noticia destacada de la jornada copera la trae el Barça y su rutilante remontada ante todo un Linares. Qué cosa épica, amics. Los tintes legendarios que ya tiene esta victoria de anoche (los grandes clásicos llevan esa impronta reconocible desde el día de su nacimiento) son hoy convenientemente resaltados por la extasiada prensa cataculé.

¿Quién dijo que el Barça era ajeno a la épica que erróneamente ha tratado de circunscribirse al Madrid? Esta remontada de anoche ante el todopoderoso Linares, o aquella otra auspiciada por un memorable Aytekin, nada tienen que envidiar a las protagonizadas por Juanito, Santillana y la Quinta del Buitre en los míticos ochenta. Justificadísimo el fervor de cantar de gesta que hoy adorna a Sport, como no lo está menos el de Xavi al término del encuentro. ¿Quién dijo también que el Jardiner no sabe de heroicidades? Ved su ardor guerrero tras la hazaña.

En fin, amigos. Os dejamos con Mundo Deportivo, que participa sin reservas de la euforia desencadenada por la machada copera de los de Hernández.

Pasad un buen día.