“Esto es lo que pasa cuando una fuerza irresistible choca con un objeto inamovible”.
El caballero oscuro (2008).
En la película dirigida por Christopher Nolan, el Jóker (no Joan, sino el de verdad) sugería con esta frase un acertijo irresoluble (o cuya solución no podía hallarse sino en las entrañas de un círculo infinito) que, si traducimos al ámbito puramente futbolístico, Ferland Mendy resuelve con una facilidad pasmosa: gana la roca, es decir, él. Y con la misma simplicidad con la que la piedra gana irremediablemente a las tijeras, se podría añadir.
Da igual la fuerza irresistible que le echen encima al ex del Lyon, que en esta edición de la Champions League se las ha visto de frente ante jugadores de la talla de los diablos del RB Leipzig como Olmo o Poulsen; el incombustible Bernardo Silva, que de los casi 16 kilómetros que hizo ante el Real Madrid, al menos 15 fueron para darse la vuelta tras encarar sin éxito al lateral francés; Sané en el Bayern o un Jadon Sancho que venía haciendo la temporada de su vida tras su resurrección en el Borussia Dortmund (11 regates con éxito por partido en esta Champions, 0 en la final ante Ferland).
Todos ellos se chocaron estrepitosamente contra la infranqueable roca francesa, al que sólo Sané pudo superar en un dos contra uno en el que aprovechó la falta de entendimiento entre Ferland y Rodrygo, que no llegó bien a la ayuda y dejó a su compañero en una situación de desventaja.
Encarar a Mendy es una misión prácticamente imposible en la que, sinceramente, no entiendo por qué continúan incidiendo el resto de entrenadores a los que nos enfrentamos, pues el resultado siempre acaba siendo el mismo: ver cómo al extremo de la banda de Mendy se le hace de noche tratando de driblarle y cambiando de flanco para probar mejor suerte desde el otro lado del campo. Este año nos encontramos con otra de esas estadísticas anómalas de regates exitosos ante Mendy que muestran que el lateral del Real Madrid es el verdadero triángulo de las bermudas del fútbol.
De las numerosas cualidades de Mendy ya hablé hace un tiempo aquí, pero en esta Champions ha habido varias acciones del francés que me dejé en el tintero y que explican por qué en Mendy encontramos al que seguramente es el mejor defensor del mundo, y que se vieron claramente plasmadas en la final, donde su nivel defensivo, sumado al de Fede y Carvajal, mantuvieron vivo al equipo en los peores momentos del primer tiempo.
Encarar a Mendy es una misión prácticamente imposible en la que, sinceramente, no entiendo por qué continúan incidiendo el resto de entrenadores a los que nos enfrentamos
La primera de ellas es la capacidad de interceptación y anticipación de Mendy. Estas dos cualidades marcan mucho el nivel de inteligencia defensiva y conocimiento del juego de un futbolista y, sobre todo, su estado de concentración en el mismo. Durante la final se vieron varias acciones en las que el lateral demuestra ser un maestro del arte de la interceptación, esperando al momento justo en el que el atacante va a dar el pase o hacer el regate para atacar el balón. Destaco esta en particular porque, aparte de apreciarse perfectamente, Ferland no deja de estar pendiente de su marca mientras ejecuta esta acción defensiva.
Otro aspecto defensivo en el que Mendy es el mejor del mundo, aunque en este caso en situación de empate técnico con su compañero Rüdiger, es en la carga. También en Wembley se vieron varias acciones de esta índole en las que Ferland mostró su gran habilidad para poner el cuerpo por delante de su rival y aprovechar su insultante superioridad física para sacar ventaja y recuperar la posesión del cuero para el Madrid. Esto lo hace tanto en situación de uno contra uno como en balones aéreos, donde, en función de la dirección que lleve el esférico, elige saltar y chocar para evitar que el rival toque la pelota o directamente despejar. Otra muestra más de la enorme inteligencia defensiva de este jugador.
Por último, esta acción ante el Bayern, que pasó relativamente desapercibida al ser Modric quien corta heroicamente el balón, es la mejor muestra del gran conocimiento del juego que posee Mendy. El Bayern ataca un 3 vs 1 ante Ferland, que en primer lugar se queda en el centro para generar la duda del jugador con balón sobre adónde dirigir el esférico y, posteriormente, adivina como un rayo el pase para a continuación volver a temporizar y permitir que lleguen más compañeros a defender la jugada. Todo esto en el minuto 85 y con el Madrid exhausto y volcado al ataque, lo que quizá explique que estuviera algo más lento cuando intenta tirar el fuera de juego en el último pase. Sin embargo, la acción defensiva en general, llevada a cabo en pocos segundos y tomando siempre la mejor decisión, es fantástica.
Mendy se cuenta entre esa extraña raza de jugadores, eternamente incomprendidos y criticados por sus propios aficionados, dotados con una de las mejores cualidades futbolísticas que puede poseer un jugador: se nota, y mucho, cuando no está. Sólo entonces el aficionado madridista se da cuenta de la importancia del jugador francés al que, cuando se encuentra en el campo en partidos ligueros, tiende a destripar por no ser el jugador que está acostumbrados a ver en el lateral izquierdo (Marcelo o Roberto Carlos).
Mendy se cuenta entre esa extraña raza de jugadores, eternamente incomprendidos y criticados por sus propios aficionados, dotados con una de las mejores cualidades futbolísticas que puede poseer un jugador: se nota, y mucho, cuando no está
No vamos a engañar a nadie. Mendy está a años luz de ser tan virtuoso con el balón como nuestras dos leyendas brasileñas, pero da la casualidad de que en el extremo izquierdo tenemos al jugador más autosuficiente del mundo y que menos ayuda necesita de su lateral, como es Vinícius, por lo que no es difícil de entender que la misión ofensiva que Carletto le ha confiado a Mendy se limite a la de mero y vano señuelo en la banda y a mantener la posesión del balón cuando este llegue a sus pies. A cambio, Mendy permite al delantero carioca despreocuparse del plano defensivo y estar más fresco para hacer lo que mejor sabe: enloquecer al sistema defensivo rival.
Por muy equilibradas que parezcan las funciones de cada uno, la sombra de la crítica nunca va a abandonar del todo a este gran héroe de la decimoquinta (y de la decimocuarta, pues tampoco olvidemos su improbable salvada sobre la línea de gol a Grealish), y Mendy nunca va a terminar de ser considerado como el héroe que se merece ser, aunque, por otra parte, tampoco parece importarle mucho nada de lo que pase fuera del campo.
Discreto e introvertido, el francés parece más cómodo fuera de los focos, estando ahí para su equipo aun cuando el aficionado cree que no le necesita, por lo que permítanme volver al plano cinematográfico, y más en concreto a la película que dio inicio a este texto, para terminar de perfilar correctamente la relación del madridismo con Mendy con ese famoso diálogo final que muchos se saben de carrerilla:
–¿Por qué criticamos tanto a Mendy, papá?
–Porque es el héroe que el madridismo se merece, pero no el que cree que necesita ahora mismo. Así que le criticaremos porque él puede resistirlo. Porque no es un héroe. Es un guardián silencioso. Un protector vigilante.
Enciendan la música de Hans Zimmer y James Newton Howard en su cabeza y acaben ustedes mismos la última frase.
Getty Images.
Entregas de la serie:
Qué gran verdad! Por qué no se valora a Mendy en su justa medida?
Que no sea el nuevo makelele, jugador titularísimo al que el Madrid no valoró económicamente lo suficiente porque hacía una labor no tan ofensiva o espectacular como otros compañeros de equipo.
Me alegrs leer artículos tan auténticos como este. Lleno de honestidad y justicia.