Hay un hecho crucial y decisivo en la vida del individuo que señala el ingreso en la edad adulta. A cada cual le cae cuando le tiene que caer, más tarde o más temprano. A veces es algo que nos toca en el fuero íntimo, como el desamor o el primer beso; o puede que se trate, en cambio, de un hito histórico: el lanzamiento de un cohete o el título obtenido o groseramente escamoteado al Real Madrid, lo que cambia para siempre nuestro modo de ver el mundo. Un mundo que a partir de ese instante deja de ser simple.
En mi caso particular, ese punto de inflexión ocurrió durante la perestroika, aunque nada tuviera que ver con muros ni telones de acero. Fue el día en que llegó a mis manos una grabación casera con la versión rusa de la Lambada interpretada a voz en cuello por una banda de komsomoles con balalaika y acordeón, que batían palmas y exclamaban en español: “amigo, amigo”. Ese día comprendí que el único marxismo digno de llamarse así iba a ser aquel cuyos primeros brotes asomaron en 1905 en la vivienda de una humilde familia judía de Brooklyn.
“Soy marxista de la línea de Groucho” se ha vuelto un chiste viejo que, con todo, hoy adquiere el carácter de una declaración de principios de pasmosa literalidad. De primeras, resultaría imposible extraer la más ínfima traza de madridismo marxista (como es mi intención) dado que casi ninguna de las personalidades Marx sería capaz de pasar con alguna holgura el filtro del madridismo. Sin embargo, podríamos reformular el planteamiento: ¿No será que lo que le está haciendo falta al Real Madrid es una perestroika a la inversa, es decir, una conversión radical y masiva al dogma marxista?
Porque, seamos sinceros, llega un punto en que cansa eso de guardar las formas y sostener la sonrisa (aunque sea irónica) ante una tradición instaurada de magreo y bochorno a toda escala que nos tiene por objeto. Además, les hemos malacostumbrado a una actitud y un temple que termina volviéndonos previsibles y, por ende, vulnerables.
En las trincheras del antimadrismo ya conocen el tono de las respuestas, el tenor de las reacciones, el celo en los procedimientos que pueden esperarse de nuestra parte y están preparados para sacar el mayor provecho. Ahora bien, me pregunto cómo se las apañarían si de pronto se encontrasen un panorama distinto.
A mi entender, al Real Madrid le convendría gestionar una campaña de coaching para introducir a todos sus estamentos en la doctrina de los hermanos Marx y ponerla en ejercicio tan pronto se presente la oportunidad en todos los ámbitos correspondientes. Dirigencias, planteles, cuerpo técnico, hasta socios y simples aficionados habremos de pertrecharnos de recursos prácticos y retóricos para contraatacar por sorpresa a aquellos que nos acusan de quisquillosos y llorones, cuando no incurren en afrentas lisa y llanamente ominosas.
Groucho se autoproclamó alguna vez fundador del Club de los enemigos de la diplomacia, y sobre este dictamen habremos de apuntar toda una línea de acción y comportamiento para con quienes nos salgan al paso. Apenas imaginarlo anticipa un festín para los sentidos y los sinsentidos.
Figurad el goce de ver descomponerse el semblante de unos cuantos si, al primer piscinazo en el área de un delantero rival, media docena de los nuestros acudiesen solícitos a prestarle asistencia, practicarle maniobras de reanimación, respiración artificial y masaje cardíaco.
O asistir al atragantamiento del árbitro que, desestimando el reclamo por una falta cometida por un adversario, reconviniese en cambio al denunciante alegando que no hay nada que cobrar porque él nada ha visto, si el interpelado, en vez de redoblar las protestas, le soltase impertérrito: “Eso le pasa por no ser anfibio”, y le volviese la espalda disimulando sin esmeros un sardónico desprecio.
Cuál no sería el desconcierto de propios y ajenos si, advirtiendo que, a punto de producirse una acción fuera juego, al no acusar el juez de línea la menor intención de señalarla, un asistente de campo se deslizase sigilosamente por la banda hasta apostarse justo detrás del colegiado y le asestase un estridente bocinazo forzándolo a alzar el banderín contra su voluntad.
Desde la tribuna también será preciso marcar la diferencia. Basta ya de silbidos y abucheos. La Grada será encomendada a impulsar nuevas modalidades de aliento, para lo cual asumirá la responsabilidad de aprenderse una selecta colección de cantos apropiados a contextos y circunstancias diversas.
Así, los animadores desplegaran sus dotes líricas entonando el estribillo de La Marcha del Capitán Spaulding, si es con fines celebratorios, o el brindis de La Traviata cuando de competencias de relieve internacional se trate. Para casos de desaprobación o bronca preferirán responsorios populares o réquiems célebres según convenga. Versiones adaptadas de Yo quiero ser torero, Carmina Burana y Bamboleo se mantendrán siempre en el repertorio para echar mano de ellas cuando lo merezca la ocasión.
Pero como no sólo de algazara vive el hombre, la comunicación institucional deberá también someterse a una rotunda reforma. Aunque la prudencia aconseja proceder gradualmente, habría que ir terminando con esos pulcros boletines oficiales. Hay que poner fin a la minucia, la reverencia y los tecnicismos de rigor y acudir a la fuente de inspiración que ofrece ese maravilloso compendio de dialéctica legal que nos han legado Groucho y Chico a través de la recopilación de los casos más famosos del bufete de los reputados leguleyos Flywheel, Shyster & Flywheel.
La fatal estupefacción de Tebas, Infantino o de los jurisconsultos de Lausana plantados frente a una demanda, apelación o descargo de ortodoxa formulación marxista y rubricados con el sello del Real Madrid, valdrán todos los esfuerzos que se consagren a este cometido.
Groucho dijo alguna vez que jamás aceptaría pertenecer a un club que lo admitiera como miembro. Sin embargo, el Real Madrid bien podría asumir el reto de transformarse en el único club al que Groucho hubiese aspirado a afiliarse e incluso reconocerlo, otorgándole post mortem el título de socio honorario en solemne ceremonia.
Sólo un último apunte o la receta infalible de Harpo para conjurar el escándalo y sortear indemnes cualquier atolladero (un método heredado de otro gran madridista secreto como lo fue Buster Keaton): guardar el más proverbial de los silencios y, con gesto inconmovible, fijar la mirada en algún punto del firmamento, desde donde acaso se deje oír el tañer cómplice de una cuerda o el eco de una locomotora lejana.
ESCRITORA Julia, uno apoya su propuesta de la mejor manera que puede-sabe; es decir, lo pone en práctica. Ahora, mismo me acuerdo de mi actitud ante unos amiguetes ( un madridista y 3 culers ) que requirieron mi atención; sorna, absurdidad y un toque de solemnidad impostado, fue mi respuesta un tanto enigmática. La iniciativa.
Y sí ,reconvirtamos-transformemos el madridismo . Sorprendamos al anti. Lo que más les descoloca es un humor inteligente y un tanto surrealista ( aunque no demasiado , pues el prototipo de anti medio , no alcanza..., je je je ).
“Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como miembro”.La frase de Groucho.
Bravísimo, Floquet! Esa misma es la esencia. Sabía que no estaría sola en esta cruzada y descontaba que la suya sería asegurada compañía.
Y tomo de usted el buen consejo de cierta prudente moderación. Ciertas mentecillas pasan de largo el humor inteligente. Nos dejan con la risa demediada al advertir que la única gracia reside en que no advierten nuestra burla.
Me suscribo a la línea ideológica propuesta en esta nota. Aplicar el factor sorpresa y el humor la conducta de una institución tan seria como el Real Madrid puede dar resultados increíbles. Tu nota me ha hecho disparar la imaginación y me arrancó buenas carcajadas! Gracias Julia!
Un placer corroborar que se siguen sumando valientes a la cruzada. También intuí que podía dar por descontado tu respaldo. Ahora, a hacer como dice Floquet, predicarlo con la práctica.
Qué artículo y qué idea tan brillantes, Julia. Me adhiero a la causa porque creo que con el humor (inteligente) se pueden conseguir muchas cosas. Me volveré a leer los libros de Groucho para refrescar la memoria. Saludos.
Qué gusto da recibir tan buena acogida de mis fieles lectores. La causa crece y se multiplica.
La relectura de Groucho y también de Harpo son muy reconfortante. Acabo de experimentarlo durante la redacción de este artículo.
Saludos y gracias!
Excelente la idea de ir a socorrer a los piscineros, Julia. Además de la medalla al juego limpio, los jugadores del Madrid serían condecorados también por la Cruz Roja y Protección Civil. Y los presidentes de los clubes contrarios agradecerían enormemente el haber evitado la muerte por ahogamiento en piscina de sus jugadores.
No lo había pensado! Qué buena idea. Habría que exigirle una cursada de guardavidas a todo nuevo jugador que fiche por el Real.
Ya tienes otro adepto a la causa, soy muy fan de Groucho, y en los tiempos que corren digo mucho una frase de él:
" ¿¡Entonces a quién va a creer!?... ¡A MI! o a sus propios OJOS"
Gran propuesta y gran artículo
Saludos
Bienvenido y gracias mil por la adhesión y los elogios. No recordaba esa frase, aplica muy bien para el VAR.
También se puede aplicar a la prensa y su opinión disfrazada de información. Por cierto Julia, se agradece que contestes a los comentarios que hacemos
Cierto, esa prensa que vive en un mundo paralelo y desgraciadamente no es poca bien que le cabe también.
La agradecida soy yo por la atención que dedican a mis pequeñas colaboraciones y el trabajo que se toman en comentarlas siempre con tan buena disposición y gracia. De lo que más gusta de escribir para La Galerna es la calidad y la cordialidad de los lectores, incluso cuando no compartimos las opiniones. Esta interacción es sumamente enriquecedora a mi parecer.
Muy buena idea.
Os imaginais a, por ejemplo, Courtois y Carvajal caracterizados de Tip y Coll saliendo a la palestra al finalizar los partidos?
Y a Marcelo y Kross a lo Faemino y Cansado copa en mano?
Y a Butragueño, que en vez de la entrevista post partido se dedicara a recorrer la banda con la bocina de Harpo ( y una buena peluca, por supuesto), y como dice Julia hacer brincar a bocinazos al linier? Solo de persarlo se me salen los ojos de la risa.
He de reconocer que en la zona del estadio en la que tenemos el abono mi hijo y yo, el ambiente empieza a ser ya un poco surrealista-marxista. Están por un lado los piperos infelices de ser aficionados de un equipo "tan calamitoso, que no hace nada bien, que no tiene entrenador, que necesita un nueve, que no planifica, que no se puede quejar..." y por otro estamos los que ya de tanta hartura de arbitrajes y comentarios de los desdichados, nos lo tomamos a broma y a veces los dialogos que se oyen son dignos de cualquier Camarote o reunión de gobierno de Libertonia.
Pd. Lo del buitre y la bocina no se me quita de la cabeza
Lo estaba leyendo y pensaba 'eso es insuperable', te juro que pagaría por verlo al Buitre en ese plan. Una pena que con certeza no vaya a leer nuestro diálogo, que si no, a lo mejor alentaba alguna esperanza de que le resultásemos inspiradores.
Ahora, todas la ideas que sugieres son como para escribir un anexo de propuestas. Y algunos en los comentarios anteriores también.
Eso si, si alguna vez llego a ir a Madrid, prométeme que me conseguirás una localidad próxima a tu sitio en el Bernabeu. Eso tengo que verlo.
Julia, si viniese al Bernabéu está usted invitada.
Muchísimas gracias! Si alguna vez logro cruzar el charco, se lo haré saber con anticipación.
Buenos días Julia.
En el mismo artículo veo reunidas dos de mis pasiones arrastradas desde la infancia, el Real Madrid y los hermanos Marx. ¡Quién lo hubiera esperado!
Puedo contar una anécdota que va en el sentido que propone usted en su artículo: desarmar al contrario con el absurdo.
En la pasada temporada, hubo un partido en el Bernabeu en el que se escamoteó un clarísimo penalti a Vinicius, cuyo pie fue sujetado por el portero de la Real Sociedad, cuando ya le había superado. El penalti fue clarísimo, y todavía más cuando se ofrecieron las imágenes del VAR. ¿Por qué no lo pitaron? Como "explicación" de lo sucedido, se nos ofreció después el sonido. Fue el inmarcesible "todo ok, José Luis", como respuesta al árbitro que gritaba angustiado, "nada, nada, nada".
En el siguiente partido en el Bernabeu, ante el primer hurto arbitral, la Grada de animación empezó a corear "todo ok, José Luis, ... todo ok, José Luis..."
Mis compañeros de localidad de ese día no eran madridistas, y no entendían qué era lo que se coreaba. Yo lo capté a la primera y les repetí: "todo ok, José Luis". En ese momento percibí su cara de asombro y noté, que por un momento, se habían quedado sin respuesta. ¿Qué decir ante eso?
Ese es el camino. Humor, pero firme denuncia del maltrato al que nos somete "el tinglao".
Saludos.
Groucho y Harpo eran una pasada.
Otro momentazo histórico de Groucho sucedió una vez , cuando asistió al programa (de Groucho Marx) una señora que era madre de veinte hijos. Cuando le preguntó cómo había llegado a tantos, ella contestó “Porque amo a mi marido”, a lo que Groucho replicó “A mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me lo saco de la boca.”