Con esta pieza coral, el equipo de La Galerna rinde homenaje a don Paco Gento, la Galerna del Cantábrico, Presidente de Honor del Real Madrid, único futbolista ganador de seis Copas de Europa e inspirador de nuestra publicación.
Manuel Matamoros
Gento remata mi alineación del Madrid. La que aprendes de niño y te sigue toda la vida. La primera. Pero era, sobre todo, con Muñoz y Bernabéu, el tercer ángulo de la constelación que orientaba una ingenua seguridad infantil en la idea de permanencia del Real Madrid.
El afecto que cada joven compromisario pone en la camiseta con que el Madrid conmemoró el nombramiento de Francisco Gento como Presidente de Honor me hace pensar, como me gustaría, que los recuerdos de los que tuvimos la fortuna de verle atacar la portería del fondo sur, volando bajo junto a la cerquita blanca que nos separaba del verde intenso del Bernabéu a los socios afectos a la grada de pie de Padre Damián, han ayudado a trasladar su dimensión institucional a los que no la tuvisteis.
Y nada más. Mi cariño a todos sus familiares. Un abrazo a su hijo Paco, que bien sabe de mi admiración eterna, y a mis amigos de La Galerna, para los que Gento es inspiración militante. Al fin, conforma pensar que hoy millones de madridistas hemos compartido nuestras vidas en un pensamiento, entreverado de tristeza y gratitud, dirigido al cielo de todos los lugares de la Tierra.
Al fin, conforma pensar que hoy millones de madridistas hemos compartido nuestras vidas en un pensamiento, entreverado de tristeza y gratitud, dirigido al cielo de todos los lugares de la Tierra
Rafa Moreno
Por esas cuestiones menores impuestas por la cronología, casi siempre mentirosa, yo no pude saber de Gento más que a través de las emocionadas menciones de mi padre, madridista del himno de las mocitas, de don Santiago, Chamartín y Di Stéfano, madridista privilegiado de los que vio la leyenda hacerse ante sus ojos, como si tal cosa, como si ganar Copas de Europa fuera simple, llana y gloriosamente lo que el Real Madrid ha venido a hacer.
Hoy, por tanto, día del adiós de Gento, es en realidad el día de la consolidación y renovación y resurgimiento del mito Gento, mucho más que un jugador de fútbol, mucho más que un campeón, casi más que el propio Real Madrid, casi incluso como mi padre, que hoy regresa renovado a mi memoria, celebrando, hablándome de aquel blanco y negro a pleno color blanco, soplando al viento de Galerna, con seis Copas de Europa a toda vela.
Hoy, por tanto, día del adiós de Gento, es en realidad el día de la consolidación y renovación y resurgimiento del mito Gento, mucho más que un jugador de fútbol, mucho más que un campeón, casi más que el propio Real Madrid
Más tarde pude conocer a Gento, sentarme a cenar en su misma mesa galernauta, escucharle opinar y narrar recuerdos como de niño. Me hubiera gustado poder contárselo a mi padre y devolverle el gesto de entrega, cerrar de algún modo nuestro particular círculo en torno a don Paco. Hoy sé que cerrar es todo lo contrario que agradecer, así que quede abierto para siempre mi agradecimiento con estas palabras.
John Falstaff
Lo he dicho alguna vez: los ídolos de la infancia nunca deberían morir, porque con ellos muere una parte de nosotros. Paco Gento no fue un ídolo de mi infancia (no me alcanzó para verlo en activo), pero fue mucho más que eso: fue un ídolo de madurez, capaz de elevarse sobre la pérdida de la ilusión y de la inocencia de las que nos van despojando los años. Tal vez el mejor exponente de las virtudes que caracterizan, que siempre han caracterizado al Real Madrid: excelencia, trabajo, humildad y un orgullo tan rocoso como alejado de la arrogancia. Tuve la ocasión de conocerle en persona en un par de cenas galernautas, e inmediatamente me recordó al hombre que más he admirado en mi vida, y que también nos dejó hace ahora un año aproximadamente: mi padre. Sencillo, de verbo parco y certero, con una retranca infinita (ese "¡tendremos que ganar en Milán, qué remedio!"), y una bondad rebosante que desmentía el aparente escepticismo de su mirada.
Gento tal vez el mejor exponente de las virtudes que caracterizan, que siempre han caracterizado al Real Madrid: excelencia, trabajo, humildad y un orgullo tan rocoso como alejado de la arrogancia
Miro ahora la foto que me hice con él hace unos años, y me fijo en mi mirada alegre de niño de cuarenta y muchos, y en sus ojos pacientes y cansados, en su rostro serio y afable mientras posa resignado para la enésima foto con un desconocido. Y pienso que, efectivamente, también era un poco mi padre, como lo era de todos los madridistas. Porque como todos los ídolos, y él fue el ídolo entre los ídolos, nos devolvía un poco a la infancia. Porque como todos los ídolos, aunque ninguno tanto como él, obraba el milagro de limpiarnos por un instante la mirada, de enjuagar el barro que se nos va agarrando al alma. No, los ídolos de la infancia nunca deberían morir, y en verdad nunca mueren del todo. Hoy su familia llora la muerte del esposo, del padre, del abuelo, y para todos ellos va el abrazo más sentido. Pero el ídolo queda. Porque hoy también —y mañana, y siempre—, al evocar su figura inmensa, inolvidable, entre la pena del adulto se abre paso esa sonrisa blanca y agradecida del niño que no concibe la muerte. Esa sonrisa blanca, blanquísima. Esa es la grandeza de quienes, como Paco Gento, hicieron grande al fútbol. Gracias por embellecer nuestras vidas, don Paco.
Amiguete Barney
No tuve la suerte de ver jugar a Paco Gento porque Don Francisco se retiró del fútbol cuando yo daba mis primeros pasos en este mundo. Y sin embargo, Gento existe en mi memoria infantil como supongo que Zidane o Santillana existen en la de mi hijo: por lo que escuchaba. Mi padre nos contaba que el bueno era Di Stéfano, que nadie chutaba como Puskas y que el más veloz que había visto nunca era Gento. Una bala por la banda. Recuerdo algunas imágenes en blanco y negro de un tipo que corría más rápido que los propios cámaras que trataban de seguir sus movimientos. Por muchos años de fútbol que hayan transcurrido, por muchos nuevos campeonatos que se celebren, ahí siguen sus récords: 6 Copas de Europa y 12 Ligas.
Don Francisco, la esencia del madridismo
Un gran jugador y según todos los que lo conocieron, un gran tipo. Ocurre con frecuencia en el madridismo que pocas personas lo entienden mejor que los que nacieron lejos del Bernabéu, ya sea en Zadar, en la Pomerania o en Guarnizo, provincia de Santander. Jugadores que comprenden la historia, se enamoran del escudo y de lo que representa el club, y saben desde su primer paso en el estadio que serán madridistas de por vida. Como Don Alfredo, como Pancho, como Zizou, Luka o Toni. Don Francisco Gento es madridismo en estado puro.
Israel G. Montejo
Quizá fuese por la hermandad de las montañas astures y cántabras, o por el clamor de los ríos que cortan los montaraces valles del Norte o por el ulular del urogallo o el bramido de las cumbres, pero allí, en lo más profundo de Asturias, a la sombra de un teixo que dicen milenario, también había llegado la fama de Paco Gento.
Recuerdo a Agripina Viejo, asturiana de abolengo, amasar el pan en el horno de la casa familiar de los Viejo, estirpe minera y emigrante. Parece que la estoy viendo ahora. Gripi, como la llamaban, hace tiempo que ya no está. Un cáncer venció su naturaleza indomable. Allí, matriarca de la aldea, mientras preñaba con chorizo y tocino el pan recién horneado, levantaba los ojos la techo de madera de la vieja casa y hablaba de Gento, de sus galopadas y de los partidos que veía de joven en el Chigre comunal en la tele en blanco y negro. Hasta allí, a lo más recóndito de una España que se desvanece, llegó también la fama de una La Galerna invencible a la que ni las montañas más inaccesibles eran capaces de frenar. DEP, futbolista universal.
Hasta allí, a lo más recóndito de una España que se desvanece, llegó también la fama de una La Galerna invencible a la que ni las montañas más inaccesibles eran capaces de frenar. DEP, futbolista universal
Pepe Kollins
Y allí estaba él, Gento. La Galerna del Cantábrico. Don Paco había acudido invitado a la cena de Navidad del medio que, en su honor, lleva su sobrenombre. Minutos antes de empezar, los comensales departíamos unos con otros dispersados en corrillos. Fue precisamente en esos prolegómenos cuando me di cuenta de cómo su presencia dominaba el ambiente. Todos los allí congregados, hablásemos con él, o no, en ese momento, estuviésemos ubicados con mayor o menor distancia, no podíamos eludir su presencia. Nos habíamos reunido para compartir camaradería y amistad en unas fechas propicias para el afecto, pero desde el momento en que apareció don Paco solo cabía estar con él, aunque en realidad estuvieses charlando con otro que, a su vez, más que conversar contigo, también estaba con Don Paco mientras te hablaba.
Había también una predisposición, sobreentendida, para intentar no abrumar a nuestro invitado de honor y entonces sucedió algo que me sorprendió sumamente. El camarero que paseaba una bandeja con bebidas, en la sala reservada en la que nos encontrábamos, se detuvo ante don Paco y tomó la posición de interlocutor, saltándose el orden de turno, presuntamente circunstancial, que cumplíamos hasta entonces.
—Don Francisco, es un placer saludarle —le tendió su mano—. Le mando recuerdos del personal de cocina que me piden que le salude ya que están muy contentos por su presencia.
Pero don Paco no se limitó a dar las gracias.
—Bueno, pues lléveme a la cocina para que pueda saludarlos.
Mi sorpresa, nuestra sorpresa, fue también la sorpresa del camarero que no podía disimular en su sonrisa la sorpresa que sabía iba a deparar a todos sus compañeros cuando apareciese con un mito entre cacerolas y fogones.
Fragmento extraído del artículo: El día que conocí a un héroe.
Francisco Javier Sánchez Palomares
Ferenc Puskas decía de Gento que era el más rápido del mundo sobre dos piernas; Bobby Charlton pensaba que era lo mejor que había visto nunca; Bernabéu aseguró que Paco era un ejemplo para las nuevas generaciones de jugadores por su innata bondad, lealtad y su entrega al club; Ramallets confesó que le daba miedo; José Luis Garci afirmó que podría haber sido recordman de España de los cien metros lisos y terminó siendo el mejor extremo izquierdo de la historia; según Florentino Pérez, el Bernabéu aprendió a creer gracias a don Paco; y Amancio Amaro se limitó a aseverar que Gento era un dios sagrado.
Hoy se ha marchado el último gran héroe dejando huérfanos a su familia, a los madridistas, al propio Real Madrid, al fútbol y nosotros, La Galerna, publicación que nació como homenaje a ese cántabro único dotado de la grandeza humilde que solo poseen los genios. Gento se iba de copas y volvía con seis, y de Europa, sin darle —ni darse— importancia, como si fuese lo más normal del mundo. Tal vez porque no sabía que jamás vería a nadie repetirlo.
Yo no tuve la suerte de verlo jugar, tuve que conformarme con las migajas audiovisuales encontradas por internet. Mi padre recuerda que Gento recibía el balón del portero y salía disparado como esos antiguos cochecitos de juguete cuando los soltabas tras darles mucha cuerda. Por el camino intentaban frenarlo sin éxito los rivales y, si alguno lograba darle alcance, Gento frenaba como si estuviese equipado con ABS y el contrario de turno pasaba de largo deslizándose por el césped cariacontecido. Cuenta también que no recuerda a otro futbolista que fuera titular siempre, relegando al bueno de Manolín a una inevitable a la vez que triste, por su calidad, suplencia.
Gento ganó todo y fue todo en el fútbol y en el Madrid, lo que a menudo viene a ser lo mismo. Recibió la Laureada del club. Fue homenajeado tres veces. Llegó a presidir honoríficamente a la institución que elevó a los altares. Quienes le trataron aseguran que su calidad humana superaba incluso la futbolística, por lo que no tengo dudas de que más que todos estos logros valoraba el cariño que le profesábamos todos.
Gento ganó todo y fue todo en el fútbol y en el Madrid, lo que a menudo viene a ser lo mismo
Allá arriba le estaban esperando sus dos compañeros de fatigas, ataviados con la estampa del señorío, quizá tomando un copa o fumando un cigarrillo, hablando de fútbol, de la vida. El argentino seguro que le ha recibido con alguna chanza, y el magiar con algún insulto cariñoso.
Di Stéfano, Puskas y Gento caminan ya juntos por el cielo de Madrid.
Paco Gento. Descanse en paz.
A Gento nunca lo vi jugar por edad. Es de los pocos jugadores “históricos” de los que me habló mi padre (los otros fueron Di Stefano y Amancio). Con las seis Copas de Europa, para mí simbolizó siempre la continuidad del Madrid como institución, que no se quedó en un gran equipo de cinco copas de Europa, sino en la grandeza del club aunque los jugadores fueran cambiando.
Nos hizo el honor de ser nuestro presidente. Siempre estará en la memoria de los madridistas y especialmente entre los Galernautas.
Con la emoción a flor de piel todavía después de salir ,hace unos momentos, de la capilla ardiente.
Enhorabuena al club por el homenaje a don Francisco.Díce mucho sobre el ser humano que era.Junto a sus Copas de Europa y sus títulos sus fotos familiares de la infancia y hasta el libro de familia de sus padres.Un hombre familiar.Como mi tío Benicio que le idolatró y al que aún hecho de menos .
Placas de homenaje de jugadores contrarios como la de Eusebio.Un caballero en el campo.
Homenajes de veteranos del club y de categorías inferiores.Un ejemplo para los compañeros pasados y futuros.
Cuentan que Felipe II cada vez que veía un retrato de Fernando el Católico comentaba "Al abuelo debemos todo"
A este "abuelo" y otros como don Alfredo,Puskas,Santamaría,Rial y tantos otros debemos todo.
Ellos son el nivel al que medirse e intentar parecerse y no es fácil.
Sobre el estadio que le vió ganar y sufrir que le dió la Gloria y que él devolvió al Real Madrid luce una luna blanca como nuestro corazón.
En el devenir del mundo se acaba el tiempo de un hombre y comienza el tiempo de la Leyenda.
Gracias y descanse en paz don Francisco
Gento es el Madrid...se ha muerto una parte del escudo...los cimientos del madridismo los puso él...con su manera de jugar y de ser... siempre pundonor y sencillez.
Yo lo vi jugar en su tramo final en esa banda en la que cuando arrancaba su carrera erizaba el pelo a la grada ese futbol en blanco y negro que nos enamoró y nos hizo tan grandes.
Hizo de bisagra entre los mitos de las 5 primeras copas y los de la sexta marcando el camino que posteriormente hemos seguido y nos ha hecho ser los mejores.
Continuemos la gran historia y no perdamos nunca la esencia del madridismo que el ha representado como nadie.
Gracias Galerna nunca te olvidaremos.