Domingo 16 de octubre de 2022. 18h15. Acaba de terminar el Real Madrid-FC Barcelona de liga. 3-1 y la clasificación refleja 25 puntos para los blancos y 22 para los azulgranas. Hay una enorme sensación de superioridad del equipo merengue que reflejan todos los medios. El Madrid ha ganado con suficiencia, casi insultante, como jugando al ralentí, la misma que se había percibido unas semanas antes tras ganar holgadamente (aunque no se reflejó en el marcador) por 1-2 en el derbi madrileño.
Esa tarde de octubre, nadie habría apostado un mísero centavo por el Barcelona en la liga. Además, venía el Real Madrid de una impecable trayectoria desde agosto, con conquista de la Supercopa de Europa incluida (2-0 al Eintracht), y con la clasificación como primero de grupo en Champions para los octavos de final.
Hasta entonces, los arbitrajes que había vivido nuestro equipo habían sido correctos, diría yo incluso que intrascendentes. Nada que recordar en ellos prácticamente. Pero hete aquí que nada más acabar el Clásico, cuando todos hablaban de la superioridad manifiesta del Madrid durante 80 de los 90 minutos, el presidente del club culé se presentó en el vestuario del equipo arbitral para quejarse amargamente de un supuesto penalti no pitado a Lewandowski. Sánchez Martínez, colegiado precisamente no muy favorable a los blancos en su trayectoria (62,5% de victorias versus a un 70% de victorias cuando pita al Barça), había señalado el punto fatídico en un pisotón de Eric García a Rodrygo en los últimos minutos, y Laporta le pedía explicaciones por la diferencia de criterio a la hora de juzgar.
Quedó aquella “visita” de Laporta a los colegiados como una anécdota más de las muchas “gracias” que se le ríen al extravertido presidente catalán, aunque ningún medio reflejó que un hecho como aquél no deberá producirse: y es que nadie se imagina a Florentino Pérez como protagonista de una acción ni remotamente similar.
Pues bien. Desde aquél 16 de octubre han transcurrido 25 días, y no puede ser casualidad que hayan cambiado tanto las cosas en materia arbitral de forma espontánea. Laporta “lloró” amargamente (cuando la victoria madridista no había podido ser más nítida, contundente y más que merecida) y alguien le escuchó desde la RFEF (y su brazo armado, el CTA, el siniestro Comité Técnico de Árbitros) y se pasó a actuar en consecuencia.
Nada más acabar el Clásico, Laporta se presentó en el vestuario del equipo arbitral para quejarse amargamente de un supuesto penalti no pitado a Lewandowski. Nadie se imagina a Florentino Pérez como protagonista de una acción ni remotamente similar
Fue una rapidísima circunstancia de acción-reacción que ríanse ustedes del Condicionamiento Clásico demostrado en su momento por el fisiólogo ruso Iván Pávlov, ya saben, el de “estímulo-respuesta”.
No más de tres días pasaron: partido en Elche, el 19 de octubre, en el cual, pese al claro resultado final de 0-3 a favor de los madrileños, hubo nada menos que 3 goles anulados al Madrid por el VAR, dos de los cuales absolutamente delirantes, con unas líneas trazadas que debieron de sonrojar incluso a niños de parvulario. Gil Manzano fue el árbitro de campo (también tiene el siniestro récord de haber pitado 3 penaltis en contra del Madrid en Mestalla) y Estrada Fernández en la sala VOR, seguramente mirando Netflix (por no pensar peor).
Tres días después, sábado 22, encuentro ante el Sevilla, en el que se pasaron por alto (ya no se sabe si el trencilla de campo, Hernández Hernández, o su compinche del VAR, Jaime Latre) una entrada salvaje de Montiel a Vinicius o una tropelía deleznable e intencionada del Papu Gómez a nuestro halcón Valverde, que le podía haber costado su presencia en el Mundial de Catar.
Pasaron 8 días hasta que Melero López (con la aquiescencia del colegiado de Segunda división, ya retirado, Iglesias Villanueva), se inventó, mediante no se sabe qué oscura circular clandestina del CTA, unas manos de Asensio que jamás se van a volver a pitar en esta liga, y mucho menos, en ninguna competición europea seria. Melero no tuvo la suficiente personalidad para contradecir a Iglesias (cosa que sí que hizo en su momento Hernández al Cuadrado cuando no quiso pitar una flagrante mano de Felipe en el Wanda, que a la postre supuso una liga que se le arrebató descaradamente al Madrid) y no señalar un penalti que de ningún modo lo era. En esta ocasión, volaron 2 puntos del Bernabéu que pueden ser más que valiosos a final de la temporada.
Otros 8 días más tarde, el 7 de noviembre, tocó la noche vallecana. En un mal partido del Madrid de principio a final, el Rayo debió, sin ninguna duda, quedarse con 10 a los veintitantos minutos por la agresión a dos manos del ya famoso Balliu a Vinicius Jr., que se está convirtiendo claramente en el muñeco de pim pam pum de todos los adversarios del Madrid, con la torticera complicidad de la mayoría de la prensa de este país. Isi Palazón y otros jugadores franjirrojos siguieron con la barra libre de aporrear a nuestro carioca sin recibir castigo alguno por sus desmanes. Ni Martínez Munuera (a cuyo padre persiguió el nefasto Iván San Antonio en “Sport” por su supuesto y nunca demostrado madridismo) ni Medié Jiménez en la sala VOR (estaría viendo “El hormiguero”), pusieron fin a la cacería. Es más, Martínez Munuera le echó varias reprimendas sin sentido al agredido Vinicius, no a sus agresores y cómplices.
Para culminar las 5 jornadas post-Clásico, el jueves 10 de noviembre asistimos a una nueva edición de “cómo atacar a Vinicius y que no pase nada en el intento” y antes del primer minuto un tal Alejo se encarga de abrir la veda. Luego vendrían media docena añadida de faltas impunes y sin consecuencias para dicho lateral derecho. La culminación del acoso y derribo al madridista la protagonizó el jefe de la banda gaditana, su propio capitán, de nombre Fali (curiosos y antiestéticos estos nombres de jugadores violentos: Papu, Fali, Trejo, Balliu, Alejo, Isi), al que, minutos después de haber terminado el encuentro, pudimos ver en todo su “esplendor” agrediendo a Rodrygo en una imagen de DAZN que no se pudo ver mientras se jugaba (y lo que es peor, aparentemente nunca llegó dicha imagen a la sala VOR, lo cual es un escándalo mayúsculo y sin precedentes). Mientras veíamos con estupor tamaña fechoría, el susodicho Fali negaba la agresión (hablaba de “le he dado un poquito bastante”, el muy caradura) y aprovechaba para malmeter a Vinicius y a sus supuestas provocaciones.
En 3 de estos últimos 5 partidos no se perdieron puntos, pero lo que queda claro es que hubo un cambio de tendencia y un criterio diferente desde el mismísimo momento en el que Jan Laporta, ídolo de los periodistas, entró a hablar con Sánchez Martínez y su equipo tras el Clásico. Ya nada ha sido igual, como se ha podido comprobar.
Quizás la liga de la temporada anterior también ha tenido que ver en este cambio. Hay demasiados intereses de que el campeonato no concluya como entonces a mediados del mes de abril. Pero no cabe duda de que con la última jugarreta de Mediapro (propiedad del avalista del FC Barcelona y propietario del 24,5% de Barça Studios), al ocultar imágenes a la sala VOR y a los abonados de las plataformas de Movistar y de DAZN, ha hecho traspasar (y van…) otra línea roja más.
Hay demasiados intereses de que el campeonato no concluya a mediados del mes de abril. Pero no cabe duda de que con la última jugarreta de Mediapro (propiedad del avalista del FC Barcelona y propietario del 24,5% de Barça Studios), al ocultar imágenes a la sala VOR y a los abonados de las plataformas de Movistar y de DAZN, ha hecho traspasar (y van…) otra línea roja más
El fútbol español cada día está más podrido y queda más retratado. La extraña aplicación del reglamento en las manos en el área, las líneas mal tiradas por el VAR, la ocultación de imágenes, que aparecen una vez que ya no hay remedio para corregir decisiones erróneas, hace de las competiciones un cenagal de despropósitos y de injusticias, donde se barre siempre hacia el mismo lado.
Enhorabuena, Jan Laporta. Contigo empezó todo cuando bajaste desde el palco al vestuario arbitral del Bernabéu. Has conseguido que tu equipo, que en Europa deambula por las catacumbas de la segunda división, sea ya considerado como un firme candidato a ganar la infame liga española, ejemplo de todo lo que no hay que hacer para favorecer el espectáculo y la transparencia deportiva.
Getty Images.
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