"La persona fuerte no odia ni se irrita, no envidia ni se ensoberbece, no desprecia ni se indigna, sino que apetece para los demás el mismo bien que desea para sí".
Barcuh Spinoza.
El apego es, sin duda, un gran destructor de proyectos vitales. Apegarse a determinados objetos, sensaciones o incluso personas acaba por convertir nuestra vida en un estado de permanente insatisfacción. Ocurre, por desgracia, que dicho estado tiende a prevalecer y ser mayoritario entre amplias capas de los dolientes seres de nuestra sociedad, de nuestro mundo. La vida está llena de dificultades; incluso cuando creemos tenerla medianamente controlada nos apercibimos, instintivamente, de que el próximo zarpazo del destino se encuentra en alguna esquina, agazapado, en un estado de hibernación del que, más tarde o más temprano, saldrá para golpearnos con toda su trágica realidad.
Puesto que no hemos venido preparados a este mundo para sabernos manejar en ese proceloso mar, sacudimos nuestras ansias como buenamente podemos: es posible alcanzar un placebo de bienestar ingiriendo cierta dosis de alcohol, engulléndote lo último de Netflix o, directamente, comprando por enésima vez algún objeto que pase a engrosar tu lista de cosas-no-necesarias..., pero al día siguiente toca ir a currar y la rueda de hámster vuelve a rodar; en el fondo no haces sino darte cuenta de que nunca has llegado a salir del todo de dicha rueda y de que, muy probablemente, nunca saldrás...
Bueno, pues resulta que, a pesar de todo, hay veces que sí. Hay, digamos, momentos (aunque no podrías llegar a asegurar que tales procesos puedan ser encuadrables dentro de los parámetros de un marco espacio-temporal al uso) en que tienes la fuerte impresión, incluso convicción, de que hay algo más... ¡Qué diablos! cuando eso ocurre, no es que lo creas, es que estás total y absolutamente seguro de que existes, de que esto no es una broma de mal gusto y de que, realmente, vivir merece, y mucho, la pena.
¡Lo hemos saboreado tantas veces! Sí, es esa sensación de pleno goce, de satisfacción infinita, intemporal, ese punto del devenir que, si bien efímero por naturaleza, es precisamente, en tanto que unidimensional, permanente y eterno a la vez. Ese estímulo intelectual y sensorial en el que serías capaz de abrazar a cualquier ente, humano o animal, que cayese dentro de tu rango de acción; en el que serías capaz de perdonar a tu mayor enemigo y de invitarlo, casi de obligarlo, a participar de tu dicha. No hay muchos momentos así. A decir verdad, existen infinidad de personas en el planeta tierra que no los atisbarán jamás... pero tú sí... en tu caso son innumerables, casi me atrevería a decir que incluso se están volviendo escandalosamente habituales.
Hay momentos en que tienes la fuerte impresión, incluso convicción, de que hay algo más... ¡Qué diablos! cuando eso ocurre, no es que lo creas, es que estás total y absolutamente seguro de que existes, de que esto no es una broma de mal gusto y de que, realmente, vivir merece, y mucho, la pena
Los vives en tu templo y fuera de él; los vives en comunión con miles de almas, a veces en interconexión física y otras veces espiritual; sales de ti mismo en plenitud de júbilo y, en procesión generosa y festiva, acudes a ofrendar tu agradecimiento a la Diosa mientras los miembros de tu grey inundan las calles con los himnos y sutras de tu estirpe.
Eres feliz por pertenecer a esta sagrada comunidad de inmaculado atuendo; sólo eso, incluso aunque no tuvieses nada más en la vida, sería motivo de dicha permanente: hablo de ese tipo de dicha que no es flor de un día o reflejo instantáneo del momento, hablo de una sensación que se funde contigo como una segunda naturaleza y no te deja desfallecer ni perder la esperanza. Que siempre te acompaña. Que no te abandona jamás.
Ser del Real Madrid es una suerte que el destino ha puesto en ti. Reflexiona sobre ello y verás que, en realidad, no has hecho gran cosa para merecerlo: sólo nacer en una determinada época, ser hijo de unos determinados padres, quizá el regalo de una determinada equipación tuviera algo que ver... no deberías ensoberbecerte de tu condición. Es más, si analizas seriamente el asunto, deberías incluso sentir lástima de todos aquellos que no han podido, por las causas que sean, ser agraciados con tu don. Sí, porque, en el fondo... ¿quién no desearía ser del Real Madrid? ¿Quién, en su fuero interno, y si le fuese dado elegir, no preferiría haber sido ungido con ese regalo?
Ser del Real Madrid es una suerte que el destino ha puesto en ti. ¿Quién no desearía ser del Real Madrid? ¿Quién, en su fuero interno, y si le fuese dado elegir, no preferiría haber sido ungido con ese regalo?
Ser del Madrid es una adquisición de tipo mental y espiritual tan poderosa y transformadora, tan representativa, tan concordante con la bondad inmanente del universo, que de alguna manera te traslada, por analogía, a un registro de la realidad diferente y transformador. El aficionado del Real Madrid, el aficionado perfecto del Real Madrid, tiende a sintonizar con la propia esencia del club, la cual, a la manera de una forma platónica, no puede ser sino la suma de todo lo bueno.
Pero cuidado. La virtud nunca puede ser una actitud pasiva, un dejarse ir. La virtud debe trabajarse cada día: por su propia constitución intrínseca demanda actividad. Ser del Real Madrid es también, me atrevería a decir que incluso sobre todo, una responsabilidad: hay que saber estar a la altura. Creer que todo el mundo tiene que reconocer nuestros méritos es incompatible con la realidad; sabemos, por supuesto, que hay personas cuya condición mental es tan lastimosamente débil que no están, simplemente, en condiciones de ejercer tipo alguno de generosidad para con nosotros. Sabemos que, muy al contrario, se empeñarán, hasta el límite de sus fuerzas si hace falta, por despreciarnos y perjudicarnos; artera y sibilinamente cuando la ocasión lo requiera, o con luz y taquígrafos, si intuyen al amparo de la impunidad.
Sabemos que se creará una suerte de caldo de cultivo, o comunidad de intereses, al socaire del cual habremos de padecer menosprecios injustificados, dobles raseros y atropellos sin igual. Y bien, y he aquí la gran pregunta, ¿cuál tendría, en buena lid, que ser nuestra respuesta? ¿Abominar de la selección nacional de nuestro país, quizá?, ¿recluirnos en una cueva?, ¿vivir infelices y resentidos?
No será mi caso.
Percibo en el ambiente de la comunidad a la que pertenezco una especie de estado de opinión, no me atrevería a decir que mayoritario, pero sí muy representativo, según el cual parecería que lo normal es preferir la victoria de otra selección distinta a aquella que representa a tus vecinos, familiares y amigos. Distinta a aquella que te representa a ti. Empiezo a percibir una suerte de estado de opinión, mucho más inquietante aún (por lo ridículo), que cree sinceramente que llamar "la roja" a un equipo que viste de color rojo porta, inoculado, una suerte de mensaje epigramático destinado a zaherirnos.
Colijo, con estupefacción, que en el club al que pertenezco, en determinados foros al menos, antes abiertos y volcados en todo lo que tuviera que ver con el deporte, se deslizan, distraídamente, opiniones políticas con las cuales no me siento en absoluto identificado y que, si he de ser sincero, me parecen despreciativas e intolerantes. Pero que lo que sobre todo me parecen es inoportunas.
Percibo en el ambiente de la comunidad a la que pertenezco una especie de estado de opinión, no me atrevería a decir que mayoritario, pero sí muy representativo, según el cual parecería que lo normal es preferir la victoria de otra selección distinta a aquella que representa a tus vecinos, familiares y amigos
Agradezco a La Galerna que, después de un comentario crítico hecho a vuela pluma y sin mayores pretensiones en su web, contactaran conmigo para ofrecerme la posibilidad de desarrollar mi argumento. Actitudes como esas fortalecen y honran a quienes las ponen en práctica y, por extensión, nos fortalecen a todos. Tengo la más alta consideración por este punto de reunión educado, sosegado y alegre. Así lo había percibido siempre; de hecho, jamás había escrito comentario alguno: no había sentido la necesidad.
Pero, puesto que considero que en ningún grupo humano debe faltar la crítica bien intencionada y honesta y el examen de conciencia debe de acompañar cualquier proyecto humano, por un lado, y que me encuentro sumido en la incomprensión más absoluta por la desafección palmaria hacia la selección española que localizo por doquier, por el otro, es por lo que decidí aceptar la amable invitación de esta bendita Casa (sean reiteradas las gracias).
Y por ello, en aras a la reflexión de mis amados correligionarios y camaradas, y a la mía propia, me gustaría dirigirme a ti. Sí, a ti. A ese que puede que hasta tengas dificultades para hablar o escribir correctamente el castellano y que, a pesar de todo, o precisamente debido a ello, vive con bonhomía y candor las hazañas de unos chicos entusiastas que te representan y con los que te sientes identificado. A ese que se siente agradecido de estar viviendo esta época tan inenarrablemente bonita, porque, no es sólo que su club amado roce el paraíso cada temporada, sino que encima los del equipo del país en el que vive, al que pertenece, asombran al mundo, siendo que, por otro lado, percibe, con inconmensurable asombro, ciertas resistencias para hacer lo propio, esto es, dejarse arrastrar por la más desbordante dicha, por parte de gente a la que cada vez entiende menos.
Quiero que sepas que, efectivamente, como intuyes, ser del Real Madrid es incompatible con estar enfadado, simple y llanamente porque ser del Real Madrid es sinónimo de felicidad
Quiero que sepas que, efectivamente, como intuyes, ser del Real Madrid es incompatible con estar enfadado, simple y llanamente porque ser del Real Madrid es sinónimo de felicidad y que, además, bien entendida y aprovechada, nuestra feligresía constituye una guía ética tan buena como la que más para conducirse por la vida: si eres de esta familia, querido amigo, nunca te abandonará la alegría.
Getty Images.
Me ha encantado.
Yo soy de los que ha perdido el sentimiento por la selección. No me entristeceré si pierde el domingo, es más, me alegraré por mis amigos y vecinos que, como dice el artículo, sí sienten emoción con la selección.
Pero no puedo evitar contar en el tablero con un interés muy poderoso porque el aficionado madridista no se sienta identificado con la selección. Y digo poderoso porque a fe mía que lo consigue. No es algo aislado, es algo muy extendido.
Y además es algo que no va aparejado al éxito o al fracaso. Es un experimento sociológico.
Por mi parte, la eventual victoria o derrota de España el domingo no va a añadir ni quitar un ápice de la dicha que me proporciona ser del Madrid.
Un saludo y gracias. Me ha ayudado la lectura de este artículo.
Coincido con la línea argumental del artículo. Ya está explicado hasta la saciedad el uso partidista del equipo que debía pertenecer a todos. Pero... en serio que preferís que gane Francia? Francia? En serio? Los gabachos? O Inglaterra? En serio? Hemos perdido un poco el oremos. Desear que Francia gane a España nos ha puesto puntualmente en el plano de los atléticos o de los antis en general: Resentimiento. Nos guste o no, esta selección ha puesto a los antiseleccion en el lado incorrecto de la historia.
Abrazos madridistas
No se merecen otra cosa de parte de un madridista, que pierdan...
Pues lo que pasa es que todo lo que rodea a la Selección española hace queaviónhasta el más entusiasta madridista que quiera ilusionarse con la Selección termine por odiarla, bien sea por los directivos de la Federación o por la masa de periodistas que a la mínima oportunidad atribuyen cualquier éxito al equipo corrupto de Barcelona. En la Selección de 2008 y siguientes nunca se menciona a Ramos, Xabi Alonso, Casillas o Arbeloa; ahora no se menciona a Carvajal, Naco o Joselu. Todo es mérito de barcelonistas.
Baruch Spinoza
Gracias por el artículo
Pues a mi como si se la pillan con la puerta solo quiero y amo a mi Madrid de mi alma el resto se pueden ir un poco al.. periodistas, opionistas, mamporreros lameculos del poder y por supuesto todos los que ocultan y justifican el mayor robo de competiciones del robalona f.c nunca iré en el mismo viaje que esa gentuza nunca..7,3 millones 2 décadas de robos como mínimo y ahí siguen como si nada y todos estos golfos me van a decir a mi a mi edad a quien debo o no querer que gane, el negreilonaf.c ya lo hace con su complicidad...jejeje
Como la prensa mamporrera del Barça,es decir: toda la deportiva de este país, se adueña en las buenas del relato para hacer que los éxitos de la selección sean debidos a los méritos del Barça, como he de reaccionar? Enfadándome, no respirando y dándoles la razón?
Al igual que cuando opinan de Madrid y Barça me importan una higa sus opiniones, con la selección me la traen muy floja.
No voy a dejar de sentir por la selección nacional lo que siento por el relato de periodistas de tres al cuarto, ni de la Federación que tenemos. Por esa regla de tres tampoco sería madridista. Pueden decir lo que quieran, otra cosa es la verdad.
Tengo amigos que dicen que no llevan apenas madridistas, pero si culés. Salvo el caso de Brahim, que creo que la Federación ha llevado de pena, le digo a mis colegas: salvo a Lucas Vázquez que no ha ido, a quién más puedes llevar?
Comportarse de este modo, deseando muchos que gane otra selección, te pone en realidad a la altura de aquello que críticas. Cada uno sabrá lo que quiere, pero yo lo tengo claro: he gritado los goles de la selección como los del Madrid.
Una última cosa: no he oído sino alabanzas sobre Carvajal de todos los periodistas y de los culés que conozco. Dejad el victimismo para nuestro vecinos malakitos, que un madridista no necesita esos lloros.