En ocasiones, mis amigos barcelonistas se asombran cuando les comento que su versión arbitral no es consecuente con la relación que su club guarda con el poder futbolístico desde hace casi dos décadas.
Cuando les explico que en el año 2004 Ángel María Villar ganó las elecciones a la presidencia de la Federación Española gracias a las triquiñuelas de Joan Gaspart -que logró cambiar a última hora el sentido del voto de un buen número de clubs-, me miran con cara de no entender nada.
Cuando les relato que, a raíz de esos méritos, el hotelero fue nombrado vicepresidente y que su primera labor como tal fue posicionarse en favor de las reivindicaciones del colectivo de árbitros que –no es difícil descubrir inducidos por quién- señalaron a Florentino Pérez como su principal enemigo en la negociación del convenio, reaccionan como si escuchasen que Caperucita se ha comido al lobo.
Si les enumero que Joan Laporta era miembro del Consejo Estratégico de la UEFA, cargo que luego ocupó Josep María Bartomeu que, a su vez, pertenece a la Comisión de Competición de Clubs de dicho organismo, o que el propio Villar comanda el estamento arbitral a nivel europeo desde el 2007, soy consciente, por la tensión de su vena carótida, que nuestra amistad comienza a correr peligro.
Y cuando por último les remato que Javier Tebas fue reelegido, hace tan solo unos meses, presidente de la LFP con el apoyo del FC Barcelona y con el voto en contra del Real Madrid, con cuyo presidente mantiene un fuerte enfrentamiento, ya se bloquean de tal modo que recurren directamente al comodín de Franco. Y todavía me podría extender mucho más citándoles la totalidad de directivos barcelonistas infiltrados todos estos años en federaciones, ligas profesionales y organismos internacionales pero ni tengo tanto tiempo, ni deseo provocar ningún síncope culé. Y es que el objetivo de este texto es otro.
Hoy me propongo hablar de las consecuencias de ese poder al que el FC Barcelona se ha acostumbrado en los últimos tiempos y que ha derivado en una actitud de arrogante intolerancia que a menudo provoca situaciones tan rocambolescas como la sucedida anteayer, durante el transcurso del partido disputado entre el FC Barcelona y el PSG, cuando miembros de la seguridad azulgrana “invitaron” a Nicolás Sarkozy a abandonar el palco privado en el que estaba instalado por haber celebrado el gol de su equipo al grito de “¡Hala Madrid!”.
Hasta el día de hoy sabíamos que el club azulgrana había impedido la entrada a su estadio a aficionados que portasen la camiseta del Real Madrid. Alegaban motivos de seguridad, dando a entender que las posibilidades de que un hincha del equipo blanco fuera agredido, en cualquier sector del recinto, eran muy altas por más que su actitud fuera del todo correcta.
Posteriormente supimos del disgusto que provocó en la hinchada azulgrana que, durante el último clásico, se infiltraran miles de madridistas extranjeros que habían adquirido su derecho a acudir al partido en packs ofrecidos por touroperadores. Semanas atrás, las agencias habían anunciado en la prensa catalana su interés por alquilar carnets del Barça por un valor que duplicaba el coste anual del mismo. Cuando Sergio Ramos marcó el gol del empate se pudo comprobar no solo la enorme cantidad de socios que habían atendido a dicha oferta sino también la universalidad del club de Concha Espina. El Barcelona respondió, a lo que entendía como un ultraje, con un comunicado anunciando medidas para evitar que volviese a suceder.
Ayer, vivimos el último episodio del segregacionismo azulgrana con la expulsión de su localidad del que fue durante ocho años presidente de la República francesa. La prensa catalana es unánime a la hora de describir la acción de Sarkozy como una provocación. Algo que tampoco puede extrañar a nadie si entendemos que hablamos de una institución que no admite la menor disonancia en sus gradas, ya sea en forma de camiseta, celebración o cántico. Esta pretensión por preservar la pureza queda ratificada en la circunstancia de que los hechos sucedieran en un palco privado en donde el ex mandatario galo se encontraba acompañado de jugadores del PSG. Siendo, por tanto, un lugar acotado se puede deducir que ni su supuesta provocación tuvo un gran alcance ni se le expulsaba por correr el menor peligro, máxime cuando damos por descontado, como es obvio, que el expresidente iría acompañado por su propia seguridad privada.
Se nos informa, no obstante, que al ex presidente de Francia se le permitió volver. No nos dicen si porque se comprometió a no dar más testimonio de madridismo o si porque los empleados azulgranas se dieron cuenta, por fin, del calibre de la personalidad a la que habían expulsado. Atendiendo incluso a una versión menor, ¿alguien se imagina la reacción que provocaría una expulsión de Artur Mas de un palco del Bernabéu por gritar Força Barça tras un gol de su equipo?
El caso es que si, en su ausencia, Sarkozy se hubiese perdido el penalti de Mascherano a Di Maria, no estaría en una situación diferente a la de los millones de telespectadores que presenciaban el partido en su casa y que por gentileza del realizador de Mediapro también nos vimos privados de ver la jugada con cualquiera de las otras muchas tomas que el secuaz de Jaume Roures tendría a su disposición pero que en virtud de las directrices de su cadena –afines al Barcelona en el segregacionismo- no pudimos gozar.
Y por último cabe plantearse la contrariedad, cuando no la enorme hipocresía, de una entidad que lleva cuatro años defendiendo el derecho de sus socios de pitar el himno de España en cada edición de la Copa del Rey en aras de la libertad de expresión –negando al resto de aficionados su legítimo derecho a escucharlo- pero que es incapaz de conceder el menor margen de expresión a sus rivales en su casa. La tremenda desfachatez de unas personas que cada año reclaman poder acudir al Bernabéu para presenciar una final a sus anchas, pero que denuncian como provocación –y censuran- la más nimia manifestación del equipo rival en su estadio.
Suerte tienen de que tras el bochorno que luego se vio en el terreno de juego a golpe de silbato Le Petit Napoleón no descolgara el teléfono. Por mucho menos que lo sucedido el miércoles ellos tomaron la Bastilla.
¡Hala Madrid et rien de plus!
No tiene desperdicio el artículo. Enhorabuena.
Qué poco eco se ha hecho la prensa del affair Sarkozy. Y la noticia sería como para salir en todos los telediarios.
Pero claro, se mancharía un poquito la imagen impoluta del Barcelona y eso debe estar prohibido.
Cada día me asombro más del inmenso poder que debe tener, que tiene que tener el Barcelona para conseguir todo lo que se propone indecentemente y que el mundo entero encima le aplauda...
Si Hitler, Nerón o Judas Iscariote hubiesen poseído el secreto de la estrategia propagandística de la que goza el Barcelona, puede que hoy en día fueran personajes venerados...
Tal cual, señor Kollins.
El Farça sólo es fiel reflejo de lo que es hoy Cataluña, una región xenófoba y segregacionista a más no poder. Siempre me viene a la cabeza la típica imagen de los desfiles militares coreanos. Y la culpa la tenemos nosotros por permitírselo y los catalanes por votarles.
Buenas tardes y enhorabuena por este fenomenal artículo Pepe, sino es por usted ni nos enteramos
hacerle tamaña felonía a semejante autoridad de un Estado vecino y amigo sólo puede manchar
al que la perpetra. Me imagino que ahora entenderán los que me lean lo que voy a decir y es que
desde hace mucho tiempo, ( desde que vi por primera vez BIENVENIDO MISTER MARSHALL)
es para mí una deshonra y un deshonor compartir ciudadanía y Estado con esta banda de maleantes
Saludos blancos, castellanos y comuneros
Muy buen artículo. Si le hacen eso a Sarkozy en el Bernabéu no habría ningún rincón en España que no se hubiera enterado que los centralistas y opresores madridistas han echado al expresidente de la nación francesa porque no soportan la admiración al eterno rival. Habrían llenado programas y programas, debates y debates durante varios días, pero como es el Barça nos hemos enterado por las redes.
Cada día que pasa alucino más con el poder que tiene el Barça en este país. Ni en un país totalitario tienen tanto control de la propaganda y de los medios como tiene el Barça en este país de antimadridistas.
Saludos
Lo que no entiendo, amigo Pepe Kollins, es cómo después del mayor atraco ocurrido en un acontecimiento deportivo en la historia del deporte mundial, mira que los ha habido sonados y recientes, y todos, "casualmente", siempre con el mismo favorecido, la mafia más grande de la historia del deporte mundial, sigue Vd teniendo amigos culerdos..... yo tenía un amigo culerdo desde los tiempos del colegio, y lo mandé a esparragar de malas maneras por whatsapp ya que vive en una ciudad distinta a la mía el día del año pasado que el Real Madrid fue atracado por estos mafias en su visita liguera de cada temporada, todos los culerdos son tan sinvergüenzas que ninguno admite lo obvio y todavía, después de atracos tan evidentes como aquel para cualquiera que entienda un poco de fútbol, siguen alardeando de triunfos deportivos y títulos conseguidos en buena lid deportiva y sin regalos arbitrales. No tienen remedio, y cuanto más lejos de un culerdo, mejor porque todos son tóxicos para la salud.
Hola navarrista72
La razón es muy clara, del mismo modo que soy tan madridista como el que más también soy catalán (de lo cual estoy muy orgulloso). Vivo en Barcelona y como es lógico estoy rodeado de barcelonistas, muchos de los cuales son mis amigos (y hasta familiares cercanos) y como tal les tengo un gran aprecio.
No creo, por otro lado, que todo el barelonismo sea igual, de hecho no es así. Lo cual no me priva de criticar una conducta que el club ha hecho suya y que podría reconocerte incluso que podría ser mayoritaria entre los aficionados. Pero vamos, que aunque a veces padezca las consecuencias de dicha conducta (más que el resto del madridismo que no vive aquí) entiendo que en la vida hay cosas más importantes.
Un saludo
Perodn pero segum mis informaciones, desde el 3.7.2010 Collina es el jefe de la comision de arbitros. Sus interinos son Dallas y Barta.
Un Saludo
No creo que a nadie del Barceroba le importe lo que se les pueda decir, de sus maneras de manejarse en los despachos. Mientras esas formas les hagan ganar títulos, muy tontos serían si las repudiasen. Hace años era el Madrid el que sabía manejarse en esos despachos y a mi nunca me importó. Es más, lo celebraba. Era una muestra más del poder del club. Si después perdimos ese poder, por una sucesión de mala cabeza y peores dirigentes, es evidente que alguien iba a ocupar nuestro lugar y ese alguien ya sabemos quien es Recuperar ese poder nos va a costar mucho. Hay que emplear los medios precisos, apostar por la gente adecuada y dejar "fluir" nuestro poder económico por determinados lugares. Dádivas quebrantan peñas. Enarbolar la bandera de la ética y de la pureza estará muy bien para ganar el cielo, pero el fútbol profesional es algo muy mundano.
Con todo,lo más grave de la propaganda nazi catalanista es que están muy asentados y respaldados en Madrid.Políticos, empresarios,periodistas y cierta intelectualidad del tipo progre,buenísta y pseudó izquierdosa,todo un aparato que va a toda máquina.