Haaland jugará en la Premier League

En los últimos días hemos asistido a una intensificación de la rumorología que une el futuro de Erling Haaland con el del Barça. En paralelo, se ha insistido en la posibilidad de que la estrella noruega podría tenerlo prácticamente hecho con el Madrid. Un presunto fan se lo encontró en Marbella y presuntamente le preguntó por su futuro, a lo que de forma también presunta Haaland respondido que el año que viene jugaría “here in Spain”. La presunta conversación la reflejó de manera nada presunta Roncero en el As. “Here in Spain” significa (salvo que yo no sepa inglés o Monchi haya heredado de su prima, a quien Dios guarde muchos años, o salvo que el Cholo quiera contratar a otro gran delantero para luego no saber qué hacer con él) en el Madrid o en el Barça. Sin embargo, y aunque no conozco el porvenir del atacante, tanto mi instinto como mis fuentes me conducen a la conclusión de que no va a suceder ni una cosa ni la otra. Que me perdonen Roncero y el marbellí que se llevó el selfie y el rumor.

Desgraciadamente, creo que Haaland no va a jugar en el Madrid. Lo siento, no soy anestesista y además creo, a estas alturas, que ya somos todos mayorcitos para afrontar estas cosas a punta de whisky y mordiendo un palo, como en el far west. En el club priorizan de modo muy claro la opción Mbappé -la enormidad de cuyo fichaje no debería deslucir en modo alguno el hecho de que no todos los jugadores extraordinarios puedan recalar en Valdebebas- y consideran casi fuera de las opciones de un club como el Madrid el mantener salarialmente a los dos jugadores que en buena lógica deberían ser los mejor pagados del planeta, el uno y el dos. Cuando digo “un club como el Madrid” me refiero a un club rico pero no infinitamente rico ni perteneciente a un estado petrolero ni beneficiario de las anuencias más flagrantes por parte de la UEFA para hacer con su petrodinero lo que quiera. Se duda también de la voluntad de Haaland de compartir estrellato con otro primerísimo espada. El Madrid tiene toda la pinta de poder fichar a Mbappé y, en mi modestia como receptor de mensajes de aquí y de allá, así como procesador de dichos mensajes con el instinto que Dios me ha dado, llego a la conclusión de que algo de agua debe de llevar el río de la pretensión de estrella exclusiva que al parecer caracteriza al noruego cuando tanto suena.

Este último punto me subleva. Activa en mí el viejo cascarrabias, ya inocultable, en que me he convertido. Algo está especialmente mal no ya en el fútbol, sino en la sociedad actual, cuando el name dropping de otros grandes fichajes hipotéticos no anima a un futbolista a querer compartir plantilla con ellos, sino todo lo contrario: lo desincentiva. El que le antecediera Di Stéfano no produjo ningún rechazo a Puskas, al contrario, y vaya si firmó. La presencia de Figo no echó para atrás a Zidane ni la de Zidane a Ronaldo, pero se ve que han pasado más años de los que indica el calendario desde la primera era galáctica, no digamos nada desde los cincuenta. ¿Son los grandes cracks de hoy tan insoportablemente individualistas como para no valorar la bondad que para su propia marca personal supone el jugar junto a otros tan buenos como ellos?

Ya está. Ya lo he dicho. No puedo descartar nada, porque con el Madrid nada es descartable, pero la hipótesis de Haaland vestido de blanco seduce tanto a mi corazón como repugna a mi información y a mi instinto. No va a suceder por lo que digo y por otra cosa tan entendible, sencilla, devastadora y universal como la siguiente: hay cosas que son demasiado bonitas como para ser verdad, incluso verdad madridista. El fútbol no se parece absolutamente nada al que fue alumbrado por la saeta rubia, ni siquiera al que convirtió en arte el francés que nos encandilaba con sus pasos de ballet. Es otro contexto radicalmente distinto. Los sueños blancos nacen ahora contaminados del negro de los hidrocarburos. El sueño de Mbappé, arrancado de la misma arena que estos, habrá de ser suficiente, aunque a ver quién es el guapo que pone tapias a los sueños. Alguien, en todo caso, que sea dolorosamente consciente de que un Di Stéfano-Puskas-Gento, un Zidane-Figo-Beckham o un Cristiano-Benzema-Bale son hoy prácticamente inalcanzables. The dream is over, ya lo cantó John Lennon a comienzos de los 70 por más que el Madrid haya estirado el chicle de la gloria hasta más allá de lo factible. El único dream que no está over es el de Mbappé. Nos hará muy felices rodeado de un gran equipo, pero el esplendor en la hierba, tal como lo conocimos, es cosa del pasado. Demos gracias a Dios por lo vivido y miremos al futuro con una ilusión controlada por las restricciones del sistema. Ya se encargará Kylian de enjuagar la decepción de quien en junio no esté radiante.

Por lo demás, Haaland tampoco va a jugar en el Barça. No va a hacerlo por la sencilla razón de que dicho club no tiene ninguna opción de pagar lo que Erling Haaland pretenderá cobrar. Laporta es un maestro de la propaganda, un feriante dicharachero a quien prometer la luna cuesta tanto como abrazar un maniquí a la luz de la misma. Tiene una sonrisa tan recauchutada que no se quiebra ni asegurando que el Barça ha vuelto un segundo después de anunciar que no tiene la menor idea de cómo inscribirá a Ferran Torres. Solo habría para Laporta un modo de vestir de azulgrana al noruego: desvestir prácticamente a todos los demás, declarar la liquidación de existencias y jugar con Haaland, otro de Raiola y nueve canteranos de la nueva hornada. Si Haaland lee a diario Sport y Mundo Deportivo (aunque atención: también Marca y As), es posible que se sienta personalmente realizado ante la opción de jugar con una pléyade de nombres de guardería candidatos infalibles al Balón de Oro todos ellos. Posible es. Probable ya es otra cosa. Como lacónicamente suelen expresar su escepticismo los anglófonos (ahora llegaremos a ellos), good luck with that. Una cosa es no querer compartir vestuario con Mbappé y otra desear rodearte exclusivamente por Pedris.

el barcelona no tiene ninguna opción de pagar lo que haaland pretenderá cobrar

La cosa es, al final, lo que el primer arreón de sentido común os trajo a la mente: Erling Haaland jugará en la Premier. En España no por lo que se ha contado, en Alemania tampoco porque el Bayern se ha autodescartado, y en París menos porque incluso ellos están condicionados por sus estrellas en decadencia. Solo queda lo que, en el fondo, ya sabíais desde el principio, esa isla que ha decidido ir por libre y a la que no termina de irle tan mal como presagiábamos, no al menos en lo relativo al balompié. Por mi parte, ya que seguramente este descomunal goleador no llegue a jugar allá donde había nacido para hacerlo, me queda aferrarme al posible consuelo de que añada algo de honor a la mera llamada del vil metal, y se decante por United o Liverpool en lugar de hacerlo por Pep. Aunque, para ser sinceros, y disculpad esta última manifestación de descreimiento: el escenario británico más aciago de todos me parece también el más probable.

Fotografías: Imago