Haaland jugará en el Real Madrid

Anuncia Bengoechea que Haaland jugará en la Premier League, y fundamenta su conclusión en un puñado de buenas razones expuestas con el donaire y la claridad que le son propios al concluyente editor de esta revista, razones que Bengoechea afirma apoyadas además en "mis fuentes" (o sea, las suyas) y en "mi instinto" (o sea, el suyo). Yo, sin embargo, asevero que Haaland jugará en el Real Madrid, y me veo impelido a escribir la presente refutación de sus razones -acaso arriesgando la exclaustración forzosa, no olvidemos que Bengoechea es el prior de este convento-, en atención a una simple pero poderosa consideración: Bengoechea, "los mensajes que recibe de aquí y de allá" y "el instinto que Dios le ha dado" están equivocados, y yo no.

Debo decir, en primer lugar, que el uppercut en el mentón del madridismo que Bengoechea ha escrito bajo ese titular que no esconde la magnitud de su mortífera carga, me ha sorprendido con el paso cambiado (y sospecho que conmigo, a todo el madridismo). Por fin, después de años y años de sufrir la infernal tortura del inacabable y tormentoso pajiplantilleo mbappiano, parece que podemos dar por sentado que la estrella francesa vestirá de blanco. Así que la atención madridista está centrada en la emergente estrella noruega, ese futbolista con expresión de recién salido de un centro de salud mental que marca goles como quien estampa impresos con el sello de entrada en una oficina de registro.

Y en lo que todo el mundo -salvo ese humorista llamado Laporta- parecía coincidir, al menos hasta el jarro de agua fría bengoecheano, es que los posos del café, el vuelo de las golondrinas y hasta las espiritosas cábalas de As y Marca indicaban que Haaland estaba más cerca que lejos. Hombre, Jesús, convendrás conmigo que venir ahora con tan funestos presagios es una manera un tanto cruel de felicitar el nuevo año al madridismo. Sí, ya sé que no eres anestesista y que los madridistas somos de tomarnos las malas noticias a punta de whisky y mordiendo un palo, pero la bofetada que nos has arreado ha dado con el vaso de whisky hecho añicos en el suelo y el palo volando al otro extremo de la habitación. Un poco de... Vamos, digo yo.

Bien, concluido este pertinente e insensato tirón de orejas al jefe, vayamos a lo mollar. Dejando a un lado las certeras y algo melancólicas reflexiones sobre la evolución del fútbol, tres son las razones esgrimidas por Bengoechea para su negro pesimismo haalandiano. A saber:

• El Real Madrid tiene asumido que no podría asumir el salario de las dos estrellas simultáneamente.
• Haaland se inclinará por un club en el que tenga una indisputada condición de prima donna, sin otras estrellas que le puedan hacer sombra.
• El Real Madrid no puede luchar contra los petrodólares.

Vayamos con ellas, y empecemos con la primera y la última, porque en realidad son las dos caras de una misma moneda a los efectos que nos interesan: que el Real Madrid tenga o no tenga capacidad para arrostrar la carga financiera derivada de tener a Mbappé y Haaland en su plantilla, es lo que determinará si en este caso concreto tiene o no tiene capacidad para competir con los petrodólares.

Confieso que tengo delegada la contabilidad doméstica en mi contraria, así que, si eso ha de servir como exponente de mi interés por las cuestiones pecuniarias, pueden hacerse a la idea de la dimensión oceánica que tiene mi desconocimiento de los estados financieros del Real Madrid. Ahora bien, es de todos conocidos que el club, al que el propio Bengoechea tilda de "rico", cuenta con una situación financiera envidiable, por más que no sea comparable a la de los petroclubes. Llevamos varios años con una política de notable austeridad, que siempre hemos entendido destinada a llenar las arcas para acometer una renovación de la plantilla que situara al club en situación de liderar el fútbol mundial durante los próximos diez años.

El fichaje de Mbappé, por el que estábamos dispuestos a gastar una fortuna hace unos meses, saldrá gratis en verano. Entendiendo la enormidad de la inversión y del coste en salarios que conllevaría juntar al francés con Haaland, ¿de verdad resulta creíble el argumento de que el club renuncia a intentarlo de antemano, sin explorar opciones más o menos creativas?

También se decía que el fichaje de Figo era inasumible e imposible, como lo eran los de Ronaldo, Zidane, Cristiano o Bale. A todos ellos los trajo Florentino, con fórmulas de compensación innovadoras, si no revolucionarias, que redundaron en jugosísimos -y más que competitivos- ingresos para los futbolistas y un pingüe retorno de la inversión para el Real Madrid, tanto en el aspecto financiero como en el futbolístico. ¿De verdad hemos de creer que acometer la doble inversión de Mbappé y Haaland, que pondría al club en situación de máximo aspirante en cualquier competición durante los próximos lustros, dando así al nuevo estadio el brillo que merece, es algo que el presidente que ha hecho tantas veces posible lo imposible va a descartar sin agotar todas las posibilidades? Por más vueltas que uno le da, no encuentra razones para pensar tal cosa.

Sobre los supuestos recelos de Haaland a jugar al lado de Mbappé, diré simplemente que no hay elementos objetivos, ciertos y demostrables para pensar tal cosa. Vamos, que no hay nada. Rien de rien. No hay una sola declaración de Haaland ni de su representante que permita extraer tal conclusión, ni en primera ni en segunda derivada. Sencillamente, Haaland jamás ha afirmado o insinuado algo ni remotamente parecido.

no hay una sola declaración de haaland que permita pensar que no quiere jugar al lado de mbappé

Se trata, pues, de meros rumores, a los que tan dado es el fútbol y que tan radicalmente se oponen al rigor intelectual y, casi siempre, a la verdad. Creo que fue Bismarck quien dijo aquello de que la tolerancia a los rumores es inversamente proporcional a la inteligencia. Jesús Bengoechea, que es uno de los hombres más inteligentes que conozco, afirma dar pábulo a tal rumor por haberle llegado a través de alguno de esos "mensajes de aquí y de allá", y tras escuchar a su instinto. Yo, que no recibo mensajes ni de las casas de masajes que llenan los inbox de otros, y que cuento con un instinto que a duras penas me alcanza para saber lo que yo mismo opino, me permito sugerirle cariñosamente que no se deje contaminar por tan luctuosas lucubraciones que, además, espantan a la lógica.

Sólo un redomado idiota, sabiéndose futbolista extraordinario, renunciaría a jugar en el mejor equipo posible, aquel que le ofreciera mayor probabilidad de triunfos, de títulos, de gloria; en definitiva, de marcar una época. Y si Haaland tiene ese gen competitivo que le hace querer destacar sobre Mbappé, ¿dónde podría hacerlo mejor y más claramente que compartiendo vestuario y alineación con él? ¿Qué otro club le podría ofrecer la posibilidad, no ya de demostrar que es mejor que Mbappé, sino de superar en el orden universal del fútbol a leyendas de la talla Di Stéfano o CR7? En definitiva, si Haaland es tan individualista y egocéntrico como sospecha Bengoechea, no va a encontrar mejor sitio para alimentar ese ego y ese individualismo que el Real Madrid. ¿Habrá que traer a colación el nombre de Cristiano Ronaldo?

Así que sí, yo sé que Haaland va a venir al Real Madrid. Por las razones apuntadas, pero también y sobre todo, por una fundamental: porque soy madridista. Y el madridismo, para mí, o es optimismo o no es nada. Es una forma luminosa de ver la vida, es asomarse a una ventana de diversión, de júbilo, de entusiasmo, que hace olvidar -siquiera por un rato- los sinsabores que nos regala este pícaro mundo. De la misma manera que sé (no "pienso", no "estoy convencido": "sé") que el Real Madrid va a ganar todos los partidos que disputa hasta que el árbitro pita el final, y aunque a veces la realidad demuestre que mi conocimiento estaba equivocado, no puedo dejar de saber que Erling Haaland va a venir al Real Madrid. Porque, a diferencia de Bengoechea, yo no creo que "hay cosas demasiado bonitas para ser verdad, incluso verdad madridista". Al contrario, si hay algo que en mi opinión define y da sentido al madridismo, al menos a mi madridismo, es que no existe belleza demasiado grande para tener cabida en el Real Madrid.