Hay quien piensa que el Madrid está jugando con fuego sin darse cuenta de que este es un negocio al que se juega con lanzallamas. Quiero decir que si el fútbol es un medio inestable y tornadizo por naturaleza, este fútbol distópico y pandémico de estadios desolados lo es de forma multiplicada. Antes o después uno se abrasa y debe estar listo para mudar de piel, nunca de alma, y hay mucho madridista errante por ahí de almario en almario.
Antes o después uno se abrasa y debe estar listo para mudar de piel, nunca de alma, y hay mucho madridista errante por ahí de almario en almario
El primer error de esta temporada que ahora mismo sigue sin pintar bien no es de Zidane ni del club, es de buena parte del madridismo. Arrancamos más reconfortados por el burofax de Messi, el quilombo culé y los ocho del Bayern (manita de pulpo y no la de Mérimée-Piqué) que por el calorcito de ganar una Liga rara. Una Liga rara, sí, una Liga de entrenador como haya habido pocas, ahora que todo el mundo anda perdonándole la vida a Zidane en el mejor de los casos. Puede que la más nefasta consecuencia del breve momento estelar azulgrana y de las brumas tóxicas del villarato sea esa exagerada tendencia de amplios sectores del madridismo a complacerse en las desgracias del rival, hasta el punto de que a veces pareciera que disfrutamos más con ellas que con nuestros éxitos. No digo esto en plan dómine condescendiente y aleccionador, que a mí también me pasa. El Barça es una fuente inagotable de razones para desearle todos los males, pero a veces me asalta el temor de reproducir paradójicamente el modelo mezquino del antimadridismo, ese de las cosas van bien si al Madrid le va mal, aunque a mí me vaya como el orto. Por momentos, al final del verano y al principio del otoño, parecía que la suerte de nuestra temporada debía fiarse antes que nada a si Messi se había ido o se estaba yendo o ninguna de ambas cosas o todas a la vez, qué fatiga de Schrödinger.
Si tan mal le venían dadas al Barça, poco habríamos de hacer nosotros para que nos fuera bien, y ese desfallecimiento lo estamos pagando en desconcierto ante un principio de temporada en forma de ducha escocesa. No me refiero (todavía) al club, sino a la afición, desenfocada, desprevenida y desarmada para afrontar la montaña rusa de la temporada que se nos viene encima, más rara aún que la anterior. Una temporada que empezó casi sin solución de continuidad con la precedente (todavía anda ahí bailando en el limbo la final de Copa), sin público, sin pretemporada, sin fichajes, con los cinturones de los clubs inventándose agujeros para ceñir cinturas de avispa lampante y marcar costillares de rucio desnutrido. Al Barça le va como el orto, sí, pero los demás van tiesos. Las lesiones se multiplican, el estado físico de las plantillas está a la altura de la situación financiera de los clubs y las bajas por covid caen como fuego graneado de mortero. No hay equipo, ni los aparentemente más boyantes, como el proverbial Bayern, que no muestren altibajos extraordinarios de rendimiento. La disparidad del calendario, que no está acompasado, convierte las clasificaciones en papel mojado. Hay que aprender a leer esta temporada, ininteligible como una carrera de 400 en mitad de la curva. Toda posición es engañosa y nadie sabe cómo va a estar nadie en enero o en mayo.
Hay que aprender a leer esta temporada, ininteligible como una carrera de 400 en mitad de la curva. Toda posición es engañosa y nadie sabe cómo va a estar nadie en enero o en mayo
Si hacer diagnósticos en noviembre-diciembre siempre es temerario, este año es sencillamente insensato. Lo único que se atisba es un turbión de arreones, una sucesión de alternativas. Como ya se ve en Champions, en esta temporada todas las competiciones apuntan a dientes de sierra, un sube y baja cuajado de match-balls, no por casualidad la especialidad de la casa. Los medios extremos y alterados, los episodios de máxima tensión y el desafío de las expectativas recientes son aguas en las que el Madrid sabe nadar, que le atraen histórica y fatalmente como las sirenas a los navegantes, así que los intangibles, el fulgor de la casaca blanca cegando al enemigo y la mística del escudo suben enteros este año. Para eso es necesario que la afición, que no por faltar en la grada deja de estar presente, visible y audible por tantos medios, ande atenta y aviente las señales oportunamente.
Ahora bien, no quiero subirme al carro del wishful thinking y olvidarme de los datos crudos y terrenales, y ahora sí que toca hablar del club. Nos las vemos con una plantilla en decadencia o en transición, escojan el término que menos les moleste. Una plantilla con desequilibrios e insuficiencias a la vista de todos que han glosado aquí plumas mucho mejor pertrechadas de conocimiento técnico que la mía. No cabe hacer reproches a la política de fichajes cero de este verano; no hay otra sensata cuando se les está pidiendo a los jugadores que reduzcan su salario y se ha evitado por todos los medios rebajar el de los empleados o recurrir a un ERTE (no oigo los aplausos de la prensa ni de la afición por esto último, que honra al club y a sus dirigentes, y en lo que no parece que otros hayan puesto el mismo empeño).
Los hechos relevantes se remontan aquí algo más en el tiempo: entre los fichajes de Bale y Hazard hay seis años, y en ellos solo despunta el de James como compra estelar. No voy a entrar en detalles de jugadores cuyo rendimiento haya podido ser mejor o peor, pero en todo caso por debajo de las expectativas que en su momento suscitaron: esas cosas pasan, las bolas de cristal no existen. Pero no hay que ampararse en herramientas de vidente para captar a la primera que desprenderse de Morata tras una temporada en que había hecho veinte goles, o ceder con parecido desprendimiento al Bayern a James después de un año que sin ser deslumbrante había sido fructífero, fueron decisiones que rebajaron el potencial del equipo. Otro tanto cabe decir de los casos de Reguilón y Achraf no yendo precisamente sobrados de efectivos en defensa. Todavía estamos esperando que alguien apunte una explicación razonable para haber vendido a un Llorente cuyo destape rojiblanco solo sorprende a quien no tuviera ojos para mirar. Y en medio de todo esto un cráter más grande que el Mar de la Tranquilidad: la ausencia clamorosa desde la temporada pasada del mayor goleador de la historia del club.
Y en medio de todo esto un cráter más grande que el Mar de la Tranquilidad: la ausencia clamorosa desde la temporada pasada del mayor goleador de la historia del club
No voy a cuestionar que para cada caso considerado individualmente pueda haber buenas razones que avalen la decisión tomada. Pero vistas en conjunto, es inevitable percibirlas como satélites orbitando en torno a ese inmenso agujero negro que las absorbe con la fuerza abrumadora de su masa. Cincuenta goles al año es una densidad insoportable de materia oscura sin que nada se haya arbitrado para conjurarla. A cambio, una política oficiosa de captación de talento adolescente (y digo oficiosa porque nadie sale a dar la cara por ella: en los últimos tiempos Florentino recuerda a la esfinge de Novalis, cuyo rostro devuelve como un espejo el de los discípulos que se llegan hasta ella por toda explicación). Una política oficiosa y una promesa etérea que nadie tampoco ha formulado, pero todos asumen: el horizonte Mbappé, el maná Mbappé, la Tierra Prometida Mbappé, que hará buenas tantas privaciones cuando nos pringuemos hasta hartarnos en baños pantagruélicos de leche y miel.
Nuestra situación presente no es una encrucijada, es una ecuación con dos niveles que conviene no confundir entre sí. Por una parte, hay un barco de resonancias míticas que ha hecho más travesías que nadie con éxito, y con más éxito cuanto más inciertas eran las travesías; hay una tripulación, la que hay, quizá no la más lustrosa, quizá no la más vistosa, pero en la que no faltan marinos cuajados, viejas glorias con ánimo de reivindicar que quien tuvo retuvo, y patitos feos de los que bien podría salir algún que otro cisne blanco o negro, pero majestuoso, a puro pulso de las ganas de darle con la metamorfosis en el hocico a tanto cenizo como menudea. Y hay sobre todo un capitán calvo e impasible de quien nunca pudo decir nadie que llevara el barco a la escollera, un tipo amarrado al timón cuyas cartas de navegación solo él entiende, aunque suelan acabar conduciendo a los mejores puertos. La mar viene encrespada, hasta microdragones víricos acechan en sus crestas, ¿pero acaso no son esas las singladuras en las que el barco madridista ha forjado su leyenda más a menudo? Vender la piel del oso antes de matarlo es apenas tan insensato como tirar el cuchillo y salir corriendo al primer rugido.
Por otra parte, está el futuro, que bien haríamos en desligar del presente porque está más vinculado, por paradójico que parezca, al pasado. Y esa parte de la ecuación viene señoreada por el agujero negro de Cristiano. Sean cuales sean los desequilibrios actuales, todos son bordes de ese inmenso agujero de inoperancia ofensiva que padecemos. Urge compensar esa materia oscura y todo se recompondrá a su alrededor como un puzle mágico. Fred Gwynne, que en La Galerna ejerce de gurú y arúspice de fuerzas oscuras, viene difundiendo desde este verano la imagen de un gigante nórdico y sonriente aferrado felizmente a una motosierra en medio del bosque durante sus cortas vacaciones. A mí me ha recordado una visita de hace años al pueblo finlandés de Fiskars, una aldea en los bosques de Pohja donde en el siglo XVII florecieron las fundiciones de hierro. Hoy es un lugar idílico poblado por diseñadores y artesanos y la cuna de la más antigua empresa de Finlandia, que fabrica unas emblemáticas tijeras y las más míticas herramientas de jardinería del mercado. Diseño sofisticado y contundencia vikinga.
Fred Gwynne, que en La Galerna ejerce de gurú y arúspice de fuerzas oscuras, viene difundiendo desde este verano la imagen de un gigante nórdico y sonriente aferrado felizmente a una motosierra en medio del bosque durante sus cortas vacaciones
Yo diría que la motosierra de este Odín de los bosques parece de Fiskars. Aún diría más, el vikingo mismo parece forjado en Fiskars, diseñado para sembrar de tocones el área contraria, para talar los postes y dejar el pasto como una aldea curonia tras el paso de Ragnar Lodbrok. El vórtice oscuro de la ausencia de Cristiano solo podrá conjurarse con un torbellino equivalente de energía goleadora y pagana. Despejemos la ecuación en la que x vale tanto como un noruego sonriente blandiendo motosierra y de pronto los planetas Kubo, Odegaard, Vinicius, Brahim, Rodrygo se alinearán como la más natural de las constelaciones. Abandonemos la quimera Kylian y abracemos la ecuación Haaland.
Número Uno
Fotografías Getty Images.
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Volver a leer a número 1 es todo un lujo para empezar la mañana. Crítica de la buena, de la que es tan importante resaltar lo positivo como señalar lo negativo. Hace falta ese vórtice, cierto. Algunos pensamos que Jovic era un proyecto de ello, aún todavía no desecho que pueda explotar, pero cosas raras de vestuario andan por en medio, que no termino de comprender, y que me hacen pensar que, en realidad, no sé nada.
Menos mal que lo aclaras por si no estaba ya bastante claro gracias te sean dadas mil gracias
En algo me tendría que diferenciar a ti, que lo sabes todo.
Permítame felicitarle por el artículo, con independencia de estar o no de acuerdo con su contenido, es serio, bien argumentado y mejor escrito.
Es un placer volver a leerle en La Galerna.
Excelente artículo, bien argumentado y bien escrito, y además estoy de acuerdo con el fondo del asunto: "Abandonemos la quimera Kyllian y abracemos la ecuación Haalland".
Saludos.
Se le echaba de menos, el artículo destila clase y madridismo, como el partido de Modric el pasado miércoles. ¡ENHORABUENA!
Un saludo
Es como si el autor me hubiera leído el pensamiento Llevo diciendo lo mismo desde hace años. Suscribo letra por letra. Ser consciente de nuestras debilidades y de lo que se ha hecho mal en lo referente a fichajes y planificación no es poco madridista, más bien lo contrario, es el primer paso para recuperar el sitio que este club merece. No se puede ganar siempre, pero hay que intentarlo. Y repito, el mérito de Zidane es enorme.
Y es cierto lo que dijiste el otro día. Si a este equipo le pones a Mbappe y Haaland arriba no nos gana nadie. Es lo que nos falta. No es un problema del entrenador. Saludos.
Siento discrepar. Suponiendo que se dieran las condiciones para el fichaje de uno de estos jugadores, cosa que a día de hoy es mucho suponer, no tengo tan claro que la apuesta por el noruego sea la mejor.
Ambos son buenos goleadores, aunque lejos de las cifras de Cristiano y Messi , pero me parece que Halaand necesita tener buenos pasadores y centros desde las bandas, mientras que Mbappe es más capaz de autogenerarse las ocasiones y depende menos de los demás. Actualmente los jugadores de banda del R. Madrid son bastante limitados a la hora de poner centros de calidad lo que perjudicaría al noruego.
Sin que haya seguido demasiado la trayectoria de ambos, por lo que he visto creo que en este momento la opción Mbappe es la mejor.
Llevas razón, Mbappe es más jugador. Pero si hubiera que elegir quizá necesitamos más un 9 no?
Yo no sé qué número es cada Faerna, pero me ha encantado volver a leer un artículo de ellos.
Me gusta más Mbappe. Pero últimamente tengo pocas esperanzas de que pueda venir, me da que va a renovar.
Hoy en día lo complicado es encontrar el gol. Así que cualquiera de los dos sería un gran fichaje
Es fácil: está firmado por número 1, jeje
Lo que a estas alturas deberíamos haber asumido todos, y si no lo hemos hecho es nuestro problema, es que estamos en una época de transición. Cuanto antes se reconstruya el equipo mejor, pero mientras tanto toca resistir y por supuesto, apoyar a los equipos (todos, el de fútbol, el de fútbol chicas, el de basket y los filiales), y al club frente a sus numerosos y poderosos enemigos.
Nuestros padres y hermanos mayores se comieron la travesía del desierto de los 32 años. Y no creo que dejaran de apoyar al Madrid setentero, al Madrid de los García y a la Quinta. Nosotros tenemos el morro más fino y ya no nos acordamos que tuvimos 12 años entre la 9ª y la 10ª de horrores continuados. Las eliminaciones en octavos que ahora nos parecen apocalípticas eran la orden del día. Si damos pábulo a toda la canallesca, que ya no nos va a tregua ni un día (impagable el podcast de Richard Dees de hoy), que en cuanto se pierda no varios, sino un solo partido están con el soniquete del alambre, no hacemos favor. Eso no quiere decir que no haya que resaltar las cuestiones que son manifiestamente mejorables. Crítica constructiva por favor.
Abrazos madridistas
Julio, estamos en una época de transición, y se entiende, pero no podemos sentarnos a esperar a ver qué pasa el año que viene y los siguientes. Se trata de ver que se puede mejorar y ponernos manos a la obra. Mira yo vi llorar a mi padre y otros hombres hechos y derechos el día de la séptima. Pero para mi el día que cambio la perspectiva de lo
A socios fue el de la portería del Borussia. Yo estaba allí y te puedo asegurar que ese bochorno fue un aldabonazo para todos nosotros. Ese no era el Madrid que queríamos. A pesar de las dos champions soñábamos con un Madrid sin problemas económicos, sin directivos cutres y que pensara en grande, y eso nos lo dio Florentino, que comprendió perfectamente lo que querían y anhelaban los socios. El resto es historia. Ya sabemos que no se puede ganar siempre pero el Madrid debe actuar como si así fuera. Pensar en pequeño y ser conformista nos acerca más al Atlético o al Barcelona actual que a lo que nos enseñaron Di Stefano, Raul, Juanito y compañía. La situación actual debe ser transitoria y no podemos ver cómo algo normal estar 30 años sin tocar la orejona, 7 sin llegar a octavos o jugar la europa league. El día que lo aceptemos se convertirá en normal. Y en el Madrid la normalidad es ganar. saludos.
Camavinga y Halaand.
Antes que Mbappe. Neymar le da mil vueltas al francés.
Si Zidane y sus chicos compartieran la opinión manifestada por el articulista , hoy estarían aterrados ante un partido contra el Atlético de Madrid.
Sólo le faltó decir donde juegan hoy Xavi e Iniesta ,los mejores medios del mundo y donde juega un defensa del montón,Sergio Ramos. Otro jubilado.
Parece mentira que el Real Madrid esté donde está si hace todo mal. Será la flor.
A otro perro con ese hueso.
Habla el autor de este artículo (magnífico), del agujero negro de los 50 goles de Cristiano. Y yo añado a ese agujero los 60 o 70 millones que habría costado retener al portugués. Eso significaría que ahora mismo el Real Madrid tendría una situación económica aún más delicada.
Sí, tendríamos esos goles, aunque menos, que el rendimiento de Cristiano ha bajado hasta cifras más cercanas a los 30 (18-19) y 40 (temporada pasada). Que oye, ahora mismo para el Madrid sería como si cayese oro. Pero solo deportivamente hablando, porque económicamente nos pareceríamos más a la Juventus o hasta el Barsa que al club sólido que somos.
Para el aficionado ligar lo deportivo de lo económico es imposible. El madridista quiere goles, quiere disfrutar el domingo, y no disfruta con la contabilidad ni le entristece en absoluto. Para la realidad es la otra. Es la economía, estúpido. Esa es la realidad de un club que aspira no a ganar si no a sobrevivir.
El artículo está bien escrito, con algún pespunte barroco que unas veces se agradece y otras empalaga. Pero lo importante es que discrepo en el fondo. Cristiano se marcó un chantaje y el club no lo aceptó. Hizo muy bien; no hay más que ver cómo está la Farsa C.F con su adorado Leo. Y sin duda Mbappé es la apuesta. Tiene una carita de estrella madridista que tiembla el misterio. Me temo que el noruego de blanco se convertiría en otro Jovic, mucho menos determinante de lo que es en el Borussia. No hay que fiarse demasiado de los highlights yotuberos. Ves un partido entero y la percepción es otra.
Un saludo.