“¿Es el enemigo? Que se ponga. Oiga, ¿no les importaría a ustedes parar la liga de fútbol un momento? Es que lo que viene ocurriendo de un tiempo a esta parte nos ha pillado de sorpresa. Nos han mandado a un espía vestido de árbitro que no se ajusta a lo que pedimos. Matar no mata, pero no concede goles que entran casi medio metro. Creo que lo vamos a devolver, no nos sirve”.
“Oiga, si no saben aguantar una broma márchense de la Liga”.
“Me habéis anulado un gol, pero lo que me he reído...”
“Alguien no ha concedido un gol a alguien”.
"No puedo más, lo confieso, fui yo, Victoriano el Destripador".
Don Miguel Gila, cuanto te añoro, qué falta nos haces en estos tiempos que corren, así como otros inmortales genios del humor que aún deben pulular por el universal e inacabable cielo de la comedia del absurdo. Porque, queramos o no, esta liga de fútbol de nuestras entretelas y todo el tejemaneje mediático que la sustenta se han convertido ya en un perfecto corral de la comedia del esperpento. Yo, un ingenuo irredento con más años ya que Matusalén, aún conservo intacta una cierta capacidad de sorpresa, aunque cada vez me va quedando menos, como mi pelo.
Confieso abiertamente que no veo los partidos del Fútbol Club Barcelona, mi médico de cabecera me lo tiene totalmente prohibido después de un jamacuco que me dio hace algún tiempo, el cual puso en peligro mi ya de por sí precaria salud mental. Suelo consultar los resultados a través de una aplicación de android bastante apañada y después miro de reojo las crónicas sin entrar en mucho detalle. Cuando leí algo de "escándalo arbitral" hace un par de domingos inmediatamente se me vino a la cabeza que al fin les habían pitado un penalti en contra después de 19 días ó 500 noches, ya he perdido la cuenta. Pero no, resulta que un avispado linier no había visto el balón del Messías entrar en la portería unos 30 cm. Pardiez, pensé, mañana tendré que salir a la calle con casco para protegerme de los exabruptos dialécticos de unos periodistas deportivos ávidos por echar en cara a los madridistas sus más que fundadas quejas por un desigual trato arbitral. Me quedé corto, la cosa fue mucho peor de lo que ingenuamente esperaba.
Aquella misma noche las sesudas tertulias ardían clamando justicia, la implantación del VAR de forma retroactiva, la nevera para el trencilla, que le devolvieran la liga pasada a la organización culé y de paso la presencia de Victoriano el Destripador en los medios explicando en sesión plenaria lo que había acontecido, no sin antes disculparse públicamente más o menos como el rey emérito después de la caza de inocentes elefantes africanos. ¿Es el enemigo? Que se ponga, que me va a oir.
Mientras, por lo demás todo sigue igual. Un penalti bastante claro de Umtiti a un jugador valencianista fue llevado al limbo de los justos y los ignorantes, porque palideció en comparación con la enorme afrenta que supuso no ver lo evidente. Que el dichoso VAR es necesario en la liga española y en todas las de primer nivel del mundo lo saben hasta los esquimales más ignotos de Groenlandia, pero lo que no resulta de recibo es que los sesudos periodistas deportivos, auténtico aunque de alguna forma encubierto brazo armado de la cruzada nacionalbarcelonista, saquen a colación de una manera furibunda sus campañas únicamente cuando perjudican a su amado juguetito blaugrana, lo cual sucede más o menos con la frecuencia del cometa Halley en sus visitas a este sufrido planeta.
-¿Oiga, usted cree que los árbitros perjudican adrede al Madrid?
-Qué va, qué va, qué va, yo leo a Ángel Villar”. (Esta frase no la parió Gila, sino otros monstruos del humor absurdo: Faemino y Cansado).
Ahora que por fin me he desahogado lo suficiente, tendré que hacer notar que aquel mismo fin de semana el árbitro de turno tangó dos penaltis al Madrid y anuló un gol por fuera de juego inexistente a CR7, aunque eso sí, en la última jugada del primer tiempo pitó una falta discutible de un jugador del Málaga antes de que entrara la pelota. Adivinen ustedes por qué y sobre qué pusieron el grito en el cielo los ciudadanos de la alcachofa sufridora. Han acertado. Y la cosa no quedó ahí, porque una semana después otro discípulo aventajado de nuestro amado Victoriano no aplicó la misma vara de medir con Sergio Ramos que con los fieros leones de San Mamés, tan proclives algunos de ellos a enseñar sus garras.
¿Sabe una cosa, don Miguel? Cuando yo nací mi madre no estaba en casa y fui a decírselo a la portera. Que sea la última vez que naces sólo, me respondió. Esto debió ocurrir más o menos cuando al Barcelona le pitaron un penalti en contra. Y otra cosa le voy a preguntar antes de que se me olvide. ¿Qué sería de nosotros sin nuestra amada “h”, verdad, don Miguel? La h de humor, la h de horror, la h de hipocresía.
El jeta de Digne diciendo que perdieron la liga pasada por el gol que entró en el Villamarín, único fallo grave contra el barcelona en toda la liga. De que no les piten los penaltys en contra no dijo nada y si influía o no en ganar una liga.