El primer extranjero en Liga de la historia del conjunto madridista fue Gyula Alberty. En 1935 fichó por el Madrid FC con la etiqueta de ser el sucesor a corto plazo en la portería de Ricardo Zamora. ‘El Divino’ contaba con 33 años, estaba en el tramo final de su carrera y por algunos problemas físicos ya no gozaba de la continuidad necesaria para disputar una temporada completa sin percances. Voces dentro del club y en la afición abogaban por un cambio inmediato en el marco, aunque el guardameta catalán cuando estaba en plenas facultades seguía siendo el mejor. Esta era la opinión de Santiago Bernabéu, por entonces directivo, que como contó en una entrevista a Televisión Española muchos años después hubo una campaña muy centrada en él porque “no quito y no cambio a Zamora, Valle y Eugenio cuando ya no valen y están acabados”.
La primera apertura en la Liga española para incorporar extranjeros a los equipos se aprobó en 1933. La insistencia de varios equipos tuvo su premio y se acordó la inscripción de jugadores foráneos a partir de la temporada 1934-35. El equipo blanco firmó a mediados del mes de febrero de 1935 a Alberty tras observarle en el homenaje nacional a Zamora el 20 de diciembre de 1934 y poco después en un entrenamiento en Chamartín. La selección se enfrentó en un amistoso a un combinado húngaro con mezcla de jugadores del Újpest y Bocskai. Aquel conjunto tenía en su marco a Gyula Alberty, que pese a encajar seis goles dejó sensaciones bastante convincentes. El Diario de Madrid definió su encuentro como “gran actuación” y que se “lució”, en La Voz se destacó que a “Alberty, el portero húngaro, se debe que el equipo español no ganara por mayor número de tantos”, mientras que I. Corbinos en su crónica de AS escribió que “Alberty, jugó un partido espectacular”. La secretaría técnica del Madrid FC con Hernández Coronado echó el ojo al portero y lo tentó con varias ofertas. En un principio se mostró reacio a abandonar su país, pero finalmente lo convencieron y decidió jugar en el extranjero para crecer profesionalmente.
Alberty, había nacido el 21 de agosto de 1911 en Somsály (según el periódico húngaro Eszka-Magyarország), tenía 23 años y un gran futuro por delante. En su país militó en el O.B.T.K., el Attila FC de Miskolc y luego en el Bocskai FC de Debrecen hasta la llamada del club blanco. Las crónicas de la época le definían como un hombre de goma, un guardameta felino, pundonoroso y muy valiente, que salía con facilidad del marco y tenía un estilo espectacular y vistoso. Por su traspaso la entidad madridista pagó 12.000 pesetas a su club de procedencia. En cuanto al salario, el cancerbero magiar iba a cobrar 650 pesetas mensuales.
Ricardo Zamora le proporcionó una gran bienvenida y en el diario YA firmó una columna comentando: “celebraré que el Madrid haya encontrado en este jugador el hombre que me permita estar algún día enfermo, sin consecuencias graves para el club”. Una gripe de El Divino estuvo cerca de provocar el debut oficial de Alberty en Liga contra el Donostia en Chamartín el 24 de febrero, pero finalmente el catalán se recuperó y el estreno del húngaro se aplazó hasta un mes más tarde. Se puso por primera vez bajo palos en un partido de aúpa en Chamartín contra el Athletic Club el 24 de marzo, en la jornada 17. Los blancos vencieron con solvencia y la actuación del magiar fue discreta y con los lógicos nervios de su primer encuentro. Así lo vio Rienzi en AS: “Su labor ni nos entusiasmó ni nos defraudó. Tiempo tendremos para juzgarlo mejor. Ayer el público le acogió con toda la simpatía con que recibe a todo jugador debutante este gran Madrid. Estoy seguro que la afición no le regateará nada, porque es lema en ella darlo todo a quien es merecedor”.
A partir de ese duelo, por una lesión de Zamora que se alargó más de la cuenta, recibió continuidad por parte de Paco Bru y disputó cuatro partidos de los cinco restantes en Liga, uno en Sevilla y el resto en Chamartín, todos con victoria blanca. También empezó como titular en la Copa, en los octavos de final frente al Sevilla. En Nervión, encajó un tanto de Campanal que certificó la derrota madridista. En la vuelta, con Zamora recuperado de sus problemas físicos, los merengues no lograron remontar y el choque terminó en tablas. Antes del verano actuó en un amistoso ante el Salamanca en El Calvario, donde el Madrid FC viajó con mayoría de jugadores suplentes.
De cara a la siguiente campaña, en verano de 1935, se rumoreó que una bajada del sueldo a Ricardo Zamora podría suponer su salida del Madrid FC. Sin embargo, el guardameta catalán se quedó en la capital y renovó su contrato. Alberty, en un principio, partiría como suplente, pero la edad y el físico hacían mella en ‘El Divino’, por lo que el húngaro jugó mucho más de lo esperado. Zamora, que amagó durante el curso con la retirada y llegó a apartarse silenciosamente de la vida activa como futbolista, regresó para los grandes días en los que volvió a demostrar que todavía era diferencial.
En verano, el Madrid FC realizó una larga gira por las islas Canarias de tres semanas jugando ante el CD Tenerife, RC Victoria y el Marino FC. Alberty solo jugó dos de los choques frente al Tenerife y saliendo tras el descanso por Zamora. Sin embargo, una distensión muscular de ‘El Divino’ le dio paso a la titularidad durante buena parte del Campeonato Regional Mancomunado, la primera competición futbolística de la temporada. En total actuó en ocho de los diez partidos y consiguió su primer título como jugador blanco al superar el Madrid FC en la clasificación al Zaragoza.
En noviembre comenzó la Liga con el magiar afianzado bajo palos. Ricardo Zamora no estaba en plena forma y vio como Alberty se hacía con el puesto durante los primeros dos meses de competición. En ese tiempo, tanto el club, como los aficionados y la prensa coincidían en que el húngaro lo estaba “haciendo bien y seguirá en la brecha”, mientras que Zamora recibía críticas de “ya no es portero. Es redactor deportivo”.
Pero una lesión a mediados de enero cortó de raíz el buen momento de Alberty. En San Mamés, ante el Athletic, en un choque al salir a los pies de Gorostiza se fracturó dos metacarpianos de la mano derecha. Después de casi dos meses de baja regresó para instaurarse de nuevo en el marco merengue en cinco de las últimas seis jornadas ligueras. El Madrid FC luchó hasta el último día contra el Athletic, pero el título voló a Bilbao.
Con el rodaje del final de la Liga y la buena dinámica que mantenía, el guardameta de la Europa del Este empezó la Copa como titular. Fue de la partida en los dos primeros partidos de octavos de final contra el Arenas. En la ida, en Chamartín, los blancos vencieron por 2-1 y en la vuelta, en Ibaiondo, los areneros lo hicieron por el mismo resultado. Sin embargo, su mala actuación en el campo guechotarra le pasó factura. Según la crónica de Excelsius, estuvo “inseguro”, y en la de El Nervión se pudo leer que “Alberty, en la puerta, no tiene disculpa al tanto segundo que le marcaron”. Paco Bru, en las declaraciones pospartido, le culpabilizó de la derrota y decidió dejarle fuera del equipo en el desempate disputado en Chamartín unos días después. Ricardo Zamora volvió a la portería y jugaría el resto de la competición hasta la famosa final contra el Barça en Mestalla, en la que detuvo de forma excepcional aquel disparo de Escolá que se colaba cerca del poste. Alberty amplió su palmarés con la Copa, pero con un regusto amargo después de no poder actuar en cuartos, semifinales y la final.
Tras el verano, y con la guerra civil ya iniciada, lo que quedaba de la plantilla blanca comenzó los entrenamientos el 9 de agosto. Alberty no pudo incorporarse a tiempo, pero sí estuvo incluido en una convocatoria de una selección madrileña para un amistoso en Tarancón el 23 de agosto y para la que realizó Paco Bru de cara a la posible participación madridista en el Campeonato catalán de octubre. El magiar y Espinosa eran los porteros de una expedición que tenía previsto concentrarse en El Masnou. Finalmente, el Barça, en la figura de su delegado, Rosendo Calvet, y el presidente incautador de la Federación Catalana, Ramón Eroles, se opuso a la participación de los blancos en la competición y la plantilla quedó liberada sin más compromisos a la vista. El Madrid FC suspendió su actividad deportiva, por lo que Alberty terminó su vinculación con los capitalinos.
El bagaje total como blanco del cancerbero fue de 31 partidos oficiales (20 en Liga, 3 en Copa y 8 en el Campeonato Mancomunado) y 3 amistosos. La opinión generalizada es que Alberty en el Madrid FC tuvo un rendimiento magnífico, dio buen resultado en el marco merengue, cumplió con satisfacción su cometido y no desentonó. Para Ricardo Zamora, el magiar “no defendía la portería con racionalidad como lo hago yo. Sin embargo, su flexibilidad es sorprendente, es un verdadero acróbata y eso ahora le gusta al público". Su compañero de retaguardia, Jacinto Quincoces, declaró a la publicación Neko en el mes de diciembre de 1935 que tenía una impresión “muy buena de Alberty, que se está adaptando muy bien al juego español”. Mientras que Luis Regueiro, en una entrevista en AS en 1969, habló de aquella época en el conjunto blanco y calificó a su compañero en la portería como “excelente”.
Durante la guerra civil, Alberty primero emigró a Francia para jugar en el Le Havre. En 1938, cuanto la situación mejoró en la zona Cantábrica, se instaló en Fuenterrabía y se enroló en las filas del Unión de Irún para disputar varios amistosos. Su siguiente destino, en el que volvió a dejar actuaciones espléndidas, fue el Racing de Ferrol. Con los gallegos actuó en la Copa de 1939, llegando a la final contra el Sevilla en Montjuic en la que no logró la evitar la derrota. Una vez finalizada la contienda esperó una llamada del Madrid para un posible regreso a la capital con su esposa Eugenia Álvarez. Sin embargo, esa reincorporación nunca se produjo y volvió de Francia, donde se encontraba en esos momentos para fichar por el Celta en octubre de 1939, gracias a las gestiones del presidente Pedro Braña Merino. Con los vigueses permaneció las temporadas 1939-40 y 1940-41, siendo titular para Joaquín Cárdenes y Ricardo Comesaña y resultando vital en la promoción disputada ante el Depor la primera campaña. Alberty se adaptó perfectamente a la ciudad y cuando se marchó del equipo celeste abrió una cafetería llamada el Bar Club.
En el mes de noviembre de 1941, el Celta le concedió la libertad por los problemas existentes para inscribir extranjeros y salieron rumores de su fichaje para el Valencia, el Sevilla y una segunda etapa en el Madrid. Al final, la Federación Nacional dio el OK a tramitar su ficha y la entidad que más apostó por su refuerzo fue el Granada, donde se volvió a encontrar con Paco Bru, que había llegado en verano al cuadro nazarí. Alberty firmó un año por 30.000 pesetas, las primeras 25.000 en el momento que estampase su rúbrica en el contrato y las restantes 5.000 al final del curso.
Bru lo situó bajo el marco nada más llegar y rápidamente se hizo muy popular en la ciudad. El técnico madrileño, en una entrevista en el diario GOL el 7 de febrero de 1942, señaló que el magiar está “muy bien; creo sinceramente que en la actualidad es el mejor portero de España”. Alberty seguía jugando con su típico jersey de cuello alto tejido a crochet y saltando al césped con una bolsa de naranjas de las que exprimía y bebía el jugo cuando el balón se encontraba lejos de su área.
Su prematura muerte tuvo lugar el 9 de abril de 1942. Había jugado 14 partidos ligueros con los granadinos hasta que después del disputado en Oviedo enfermó de fiebres tifoideas. Durante un mes en la prensa se informó que estaba lesionado por una entrada del sevillista Campanal, que tenía fiebre muy alta debido a un catarro y más tarde que su cuadro podía derivar en una peritonitis. Un día se decía que mejoraba y al siguiente que volvía a estar en peligro su vida. Finalmente, la trágica noticia apareció en los periódicos el 10 de abril informando que había muerto el día anterior tras ser operado de una perforación intestinal y no haber podido superar una congestión broncopulmonar y una insuficiencia cardiaca.
El ayuntamiento de Granada, con su alcalde Antonio Gallego Burín, cedió en el Cementerio de San José una tumba a perpetuidad donde reposan sus restos. Falleció con apenas 30 años y todavía con una trayectoria de varias temporadas más por delante. Estaba considerado uno de los guardametas más contrastados y espectaculares del panorama nacional y en Madrid, el lugar en el que debutó, su deceso causó también una enorme conmoción.
Fotografías: archivo Alberto Cosín.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos
Apasionante reportaje. Uno más de D. Alberto Cosin.
Nunca deje de redactarlos
Muchísimas gracias por compartirlos
Un afectuoso saludo
GABRIEL
Lo que no sé es el primer jugador extranjero en la historia del Madrid, supongo que un británico como en muchos otros clubes, cosas de inventarlo, tenían la patente.
Hola, Vastic
El primer extranjero es Arthur Johnson.
Gracias Alberto, irlandés del Reino Unido en su momento acabo de mirar.
¡¡ Menudo artículo señor Cosín !!. Me ha parecido realmente excelente, muy entretenido y perfectamente documentado e ilustrado. Me apasionan este tipo de biografías deportivas. Me gustaría (si ello es posible) poder leer muchas más.
Un saludo.