Buenos días, amigos. Se acaban los adjetivos para definir a Arda Güler, en vista de lo cual hemos decidido tratar de innovar con los verbos. La RAE no reconoce el verbo suliveyar, delicioso americanismo que sin embargo no encontramos recogido por la Academia. Sí lo encontramos, por contra, en el libérrimo Wiccionario (el diccionario de Wikipedia), donde hallamos la siguiente definición: "Suliveyar(se): Encontrar deleite, goce o placer en algo, especialmente en términos intelectuales o estéticos. Relacionados: maravillar, gustar".
No nos importa lo que diga la RAE, institución cuajada de culés, todos ellos deseosos de sabotear los intentos de La Galerna por unir madridismo y cosas bellas (por ejemplo, verbos bellos). No recordamos ahora si fue el sillón J o el Q, pero hace poco pasamos por allí a tomar un café y, de manera extraoficial, espontánea, se nos dijo: "Negreira no pintaba nada. Era un florero. Lo dicen los que saben: pasaba por allí, se comía unas gambas y ya. Yo creo que esto era una cosa de ida y vuelta, yo te doy el dinero y tú me lo devuelves. El Barça habría ganado igual sin haber pagado a Negreira, igual que Armstrong habría ganado sus Tours de Francia sin doparse. Viva la posesión. Viva Armstrong".
De manera que entenderéis que nos rebelemos contra la RAE. No nos importa lo que diga el sillón Q, ni el J, como también nos da igual lo que recoja o no recoja su diccionario, extraoficialmente conocido como "Tot el camp semàntic". Güler suliveya. Lo sabe todo el mundo.
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2 comentarios en: Güler suliveya
El nicaragüense Rubén Darío también era del Real Madrid. Es fácilmente deducible por su extraordinaria calidad intelectual y los continuos guiños en sus poemas relacionados con el blanco.
Aquí en esta orilla blanca
del lecho donde duermes
estoy al borde mismo
de tu sueño. Si diera
un paso mas, caería
en sus ondas, rompiéndolo
como un cristal. Me sube
el calor de tu sueño
hasta el rostro. Tu hálito
te mide la andadura
del soñar: va despacio.
Un soplo alterno, leve
me entrega ese tesoro
exactamente: el ritmo
de tu vivir soñando.
Miro. Veo la estofa
de que está hecho tu sueño.
La tienes sobre el cuerpo
como coraza ingrávida.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves
toda entera, desnuda,
cuando te vas al sueño.
En la orilla se paran
las ansias y los besos:
esperan, ya sin prisa,
a que abriendo los ojos
renuncies a tu ser
invulnerable. Busco
tu sueño. Con mi alma
doblada sobre ti
las miradas recorren,
traslúcida, tu carne
y apartan dulcemente
las señas corporales,
por ver si hallan detrás
las formas de tu sueño.
No lo encuentran. Y entonces
pienso en tu sueño. Quiero
descifrarlo. Las cifras
no sirven, no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto
silencio de la noche,
un soñar mío empieza
al borde de tu cuerpo;
en él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
hacíamos lo mismo.
No había que buscar:
tu sueño era mi sueño.
Buenas noches, buenos días, buenos vientos de galerna. Precisamente: hace un mes le dije a un amigo que, al igual que Mourinho inició la transición de un tal Modric de mediapunta a patrón de la zona de máquinas (sin perder su llegada a la frontal para aprovechar su recorte y su tiro de parábola evangélica, pues casi siempre traía buenas noticias), Ancelotti debería iniciar la metamorfosis de Güler en Kroos, mutatis mutandis (locución latina que encaja fenomenal con la voz griega "metamorfosis"). Ojalá lo veamos y lo disfrutemos con nuestros ojos. ¡Que sople la galerna y nos refresque este verano como heraldo de la tempestad del Madrid está temporada!