Vaya por delante que cuando Juanito Alonso se ponía debajo de los palos de las porterías mi padre era todavía un chavalín. Escribir sobre un futbolista al que no has visto jugar requiere consultar abundante documentación: libros de historia, viejos periódicos, revistas, recortes, entrevistas, fotografías, vídeos… Cualquier fuente de información es bienvenida. Pero no se trata de recopilar datos y exponerlos sin más. Se trata también de saber interpretar esos datos para comprender la dimensión real del personaje investigado.
Vamos con un ejemplo. De Juanito Alonso se puede contar que fue portada del álbum ‘Fútbol. Campeonato 1959-60’ de Ediciones FERCA. Eso es un dato. Pero de ese dato podemos extraer la conclusión de que Juanito Alonso era una personalidad importante que servía de reclamo. A ojos de los niños, principales consumidores de las colecciones de cromos, Juanito Alonso era un futbolista lo suficientemente relevante como para captar su atención pese a jugar de portero. O, quizás, precisamente por jugar de portero. Su imagen, brazo estirado a mano cambiada para desviar un balón frente al Barcelona, en el marco de un Santiago Bernabéu con las gradas repletas, supone una estampa espectacular de un futbolista que formó parte de un equipo espectacular, valga la redundancia. El portentoso Real Madrid de la gran época dorada, el de las 5 Copas de Europa consecutivas, contó en sus filas con futbolistas absolutamente legendarios, toda una constelación de estrellas de la época. Pero, como decía Don Alfredo, ningún jugador es tan bueno como todos juntos. Sobre los terrenos de juego de aquí y de allá Di Stéfano hacía gala de su fútbol total, Gento corría la banda como una galerna, Puskas destrozaba las redes a base de cañonazos, Kopa regateaba con clase y habilidad… Y atrás, en la portería, estaba Juanito Alonso.
Juan Adelarpe Alonso nació el 13 de diciembre de 1927 en la localidad guipuzcoana de Fuenterrabía. Era cuatro años menor que su hermano Gabriel Alonso, también futbolista de élite, con el que llegaría a coincidir en el Real Madrid y que, como podemos deducir, supuso una clarísima influencia a la hora de encauzar su vida deportiva. Sus primeros pasos futbolísticos los dio en el colegio y en el Kerizpe Txiki. Con solo 10 años tuvo que dejar la escuela para ponerse a trabajar en una cordelería, pero sus quehaceres laborales no le impidieron seguir jugando en las filas del infantil del Kerizpe, donde ya ejercía de portero. Sentía admiración por el arquero donostiarra Ignacio Eizaguirre y seguro que soñó muchas veces con llegar a ser como él. Con quince años pasó a trabajar junto a su padre en el sector de la construcción, en Irún, pero sin desvincularse nunca del mundillo del balompié. Ya jugaba en categoría regional con el primer equipo del Kerizpe y sus actuaciones no pasaban desapercibidas para el público, por lo que paso a paso se fue haciendo un nombre e incluso recibió una primera propuesta para salir de Guipúzcoa. El Logroñés se interesó por sus servicios para jugar en Tercera División, aunque Alonso no lo tuvo fácil para llegar al conjunto riojano dado que, en un principio, no contó con el beneplácito de su madre. Tras superar las reticencias familiares y pese a su corta edad el portero terminó jugando en el Logroñés donde, poco a poco, logró convencer a los aficionados de su valía bajo el marco.
Dejó el fútbol con un palmarés impresionante, en el que figuran 5 Copas de Europa, 5 Ligas, 2 Copas Latinas y 1 Copa Intercontinental
Muy bien tenía que hacerlo para que toda una leyenda de las porterías, el gran Ricardo Zamora, a la sazón entrenador del Celta de Vigo, se fijase en él y tratara de ficharlo para el cuadro gallego. Alonso estuvo a prueba en Vigo pero diferencias a la hora de llegar a un acuerdo contractual echaron al traste el pase del jugador guipuzcoano. Alonso se desplazaría de nuevo a Galicia, pero por razones que poco tenían que ver con lo deportivo. Llamado a filas para cumplir con el servicio militar acabó destinado en El Ferrol. Allí sirvió en la Capitanía General del Departamento Marítimo llegando a jugar con el equipo de aquel centro militar y con el de la ciudad, el Ferrol, entonces en Segunda División. Dos campañas disputó el cancerbero con los ferrolanos, 1947-48 y 1948-49. En el verano de 1949, superadas sus obligaciones castrenses y con solo 21 años de edad, empiezan a llegar las ofertas de Primera División: la Real Sociedad, equipo de su tierra; el Celta de Vigo, en el que jugaba su hermano mayor Gabriel… Y el Real Madrid.
Un histórico de la portería blanca, el internacional José Bañón, causó baja retirándose prematuramente del fútbol a causa de un problema pulmonar y fue el propio Bañón quien propuso a los directivos madridistas el nombre de su posible sustituto: Juan Adelarpe Alonso. Tras una rápida y fructífera gestión del enviado Ángel Rodríguez hubo acuerdo y el joven Alonso pasó a ser guardameta del Real Madrid, equipo con el que debutaría en San Sebastián frente a la Real Sociedad el 25 de septiembre de 1949.
A estas alturas del relato quizás alguien se esté haciendo las preguntas más importantes. Sí, sí, ¿pero qué tal era como portero? ¿Qué clase de guardameta era? En definitiva, ¿era bueno? Lo primero que hay que decir al respecto es que estamos hablando de la época de Don Santiago Bernabéu. Si un portero se tira diez años en el Real Madrid ganando títulos es que, por narices, era muy bueno. En cualquier caso, echando mano de referencias bibliográficas podemos describir a Juanito Alonso como un guardameta muy seguro y efectivo, cualidades indispensables para mantenerse tanto tiempo en la portería del equipo blanco. No era muy alto, medía entre 1,72 y 1,78 según las fuentes consultadas y, efectivamente, en las imágenes de las alineaciones no destaca respecto a las siluetas de sus compañeros. Sin embargo suplía esa carencia física con esfuerzo, entrega, buena colocación y muchísima concentración.
No era para menos. Jugando con quienes jugaba quizás podía darse el caso de que agarrasen el balón entre Rial, Gento y Don Alfredo y el rival no oliese la pelota durante diez minutos. Pero, claro, no había que dormirse en los laureles y cuando el contrincante se acercaba al marco madridista había que estar ahí preparado para intervenir con acierto. Hay muchas fotografías de nuestro protagonista en acción y de todas ellas se desprende la sensación de que Alonso blocaba la pelota con precisión y que realizaba valientes intervenciones en un fútbol muy físico que no estaba dotado de las comodidades actuales. Se paraba muchas veces sin guantes o con manoplas muy rudimentarias, con balones que pesaban lo suyo. Y recibir un puntapié del delantero rival con aquellas botas de hace más de sesenta años no debía de ser muy agradable.
Juanito Alonso tardó muy poco en hacerse con el puesto de guardameta titular del Real Madrid y casi no lo soltó pese a compartir demarcación con grandísimos profesionales como Adauto, García, Cosme, Pazos, Berasaluce, Bagur y, sobre todo, Rogelio Domínguez. Superó todo tipo de contratiempos, incluyendo una terrible tragedia personal. En 1953 falleció por enfermedad su joven esposa, con la que había contraído matrimonio solo un par de años antes en Ferrol. Fruto de aquella unión había nacido su hija, huérfana de madre con solo un año de edad, a la que el guardameta vasco sacó adelante con todo el cariño del mundo y el apoyo de los abuelos de la pequeña.
En lo profesional siguió a lo suyo, acumulando partidos y títulos defendiendo el escudo del Real Madrid. En la temporada 1954-55 hubiese ganado el Trofeo Zamora al cancerbero menos goleado de la Liga, pero el diario Marca no instauró este trofeo individual hasta la temporada 1958-59. En 1956 tuvo el honor de jugar la primera de sus tres finales de Copa de Europa, por lo que se puede decir que Juanito Alonso fue el primer portero de fútbol Campeón de Europa. Tras retirarse Miguel Muñoz, el guardameta pasó a ser el capitán del Real Madrid, distinción que le permitió recoger la Copa de Europa de 1958 , que se ganó en Bruselas frente al Milán. Su imagen bajando majestuosamente las escaleras del palco sosteniendo el trofeo continental entre las manos es una fotografía icónica de su álbum particular. Igual que esa otra en la que aparece recogiendo el balón encaramado a una montaña de nieve junto a los aficionados que pueblan la grada. Asiduo en las convocatorias de la Selección, llegó a jugar 2 partidos con el equipo español debutando frente a Irlanda del Norte el 15 de octubre de 1958 y volviendo a actuar con el combinado nacional frente a Italia el 28 de febrero de 1959.
Juanito Alonso consiguió ser protagonista. Solo las lesiones le privaron de agrandar aún más si cabe su leyenda. Una enfermedad pulmonar le impidió jugar el tramo final de la campaña 1958-59. Se recuperó y regresó a la portería para disputar su único partido de la temporada 1959-60, un derbi con el Atlético en el que se fracturó la clavícula y tuvo que ser retirado del campo, momento recogido por otra famosa fotografía, en este caso además histórica, que capta el preciso instante en el que Alonso ejerce por última vez como portero del Madrid en competición oficial. Fue el 21 de febrero de 1960. En el siguiente ejercicio, 1960-61, ya no jugaría y el 14 de junio de 1961 recibió su partido homenaje en un duelo con el River Plate. De ese encuentro hay una bonita fotografía en la que Alonso, en el césped del Bernabéu y cargado de obsequios, está acompañado por su hija. La pequeña tuvo que sentirse tremendamente orgullosa al comprobar el aprecio que suscitaba su progenitor entre el público merengue que tanto le quería.
Posteriormente trató de volver a ponerse en forma en el Plus Ultra, equipo de la órbita madridista, pero aquello no prosperó y terminó colgando los guantes. Dejó el fútbol con un palmarés impresionante, en el que figuran 5 Copas de Europa, 5 Ligas, 2 Copas Latinas y 1 Copa Intercontinental. En total, defendió la portería del Real Madrid en 296 partidos oficiales. Una vez retirado no ejerció de entrenador a nivel profesional, como suele ser habitual, y se desvinculó del mundo del fútbol. Se dedicó a sus negocios de hostelería y falleció el 8 de septiembre de 1994 a los 66 años. Para la historia quedará en el recuerdo como el magnífico guardameta del Real Madrid de la década de los cincuenta. Seguramente muchos de quienes fueron niños entonces quisieron ser porteros de fútbol como el gran Juanito Alonso, aquel que salía en la portada del álbum de cromos.
Fotografías Getty Images
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Índice de "Guardarredes ilustres":
Capítulo 1. Ricardo Zamora
Capítulo 2. Keylor Navas
Capítulo 3. Antonio Betancort
Capítulo 4. Miguel Ángel
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