Por edad, mi primer contacto con el Real Madrid coincidió con la Quinta del Buitre y, claro, fue un amor a primera vista, incondicional y para siempre. Y, como a tantos nos ocurrió, nuestro primer ídolo fue el jugador que daba nombre a tal excelsa remesa de jugadores.
Me acompañaron en mi inocente despertar en el fútbol pero también en la vida. Eran modelos a seguir en los escasísimos partidos que presencié por lo que lo eran en mayor cantidad en todo lo que no era el fútbol propiamente dicho: reportajes y entrevistas en las revistas, apariciones en la televisión, participación en eventos sociales…
Y, además de la magia en el campo, me fascinaba el comportamiento de Emilio Butragueño cuando no estaba vestido de corto (donde también mantenía la misma actitud, por cierto): siempre era extremadamente educado, cortés, atento y honrado. Un jugador en la cima mundial que continuaba con sus estudios universitarios; una estrella absoluta que acudía tras cada partido a honrar al rival vencido con las mayores consideración y nobleza.
Pasaron los años (para mí y para Emilio) y la vida llevó a Emilio a México primero y a la gestión en el Real Madrid después; y a mí, a afianzar mis pasiones primeras, a interiorizarlas más y hasta a dedicarme a estudiar y profundizar en el Real Madrid y en todos aquellos culpables de haberlo hecho tan grande. Emilio Butragueño era uno de ellos, obviamente. Y descubrí que el chico no había sido admitido por el Real Madrid en la prueba para jugar en las categorías inferiores que hizo cuando era un niño mientras que el Atlético de Madrid sí supo ver su valor por lo que comenzó a entrenar con los rojiblancos. Pero don Emilio, el padre de la futura estrella blanca, no pudo soportar ver más de tres días seguidos a su retoño vestido con las rayas rojas y volvió al Real Madrid para pedir otra prueba, algo que consiguió. Y esta vez el club sí lo vio y se lo quedó, como no podía ser de otra manera.
Don Emilio, que registró a su hijo como socio del Real Madrid al día siguiente de nacer, vivió un madridismo ejemplar, pasional, intenso, educado y bien entendido durante toda su vida. Y, al margen de dar a una de las mayores estrellas de la historia del Real Madrid, siempre puso todo de su parte para ayudar al club. Don Emilio nació cuando Santiago Bernabéu aún marcaba goles en los campos de tierra y creció con la idiosincrasia madridista en los años más difíciles de la historia del club. Y educó a una de las personas y jugadores más ejemplares de la historia del Real Madrid.
Siguieron pasando los años y pude conocer a Emilio Butragueño Benavente, esto es, a don Emilio. Fue un saludo protocolario de un admirador a un admirado, de un pretendiente a quien lo consiguió, de un aspirante de señor a un caballero con mayúsculas. Aquel saludo no tendría por qué significar nada para un hombre acostumbrado a tratar con grandes personas y personajes. Era, nada menos, que el padre de “el Buitre”, sólo él podía decirlo.
Y, sin embargo, me hizo sentir a su altura, de verdad. Fueron unos pocos segundos, unas frases reglamentarias dichas para la ocasión pero a mí, aquel hombre, con su actitud para conmigo me hizo comprender una cosa muy importante en mi vida. Que mi madridismo se debía, en gran parte, al comportamiento de Emilio Butragueño Santos como futbolista y como persona; que mi madridismo creció con el ejemplo de “el Buitre” de corto y de traje; que aprendí que mi madridismo sólo podría entenderse desde el comportamiento que tenía mi ídolo.
Y que ese madridismo, en realidad y sin saberlo, se lo debo a usted, don Emilio. Gracias. DEP.
Fotografías: Imago.
Después de leer el artículo de Robber Andrades he quedado gratamente sorprendido, que en tan pocas palabras haya tanta carga de profundidad humana.
Es un artículo hecho desde el corazón de una persona que sabe profundizar en los valores de los seres humanos y descubrir lo bueno que tenemos cada uno.
Ese carisma que transmitimos, muchas veces sin proponernoslo, es innato en algunos......
Y ese carisma lo transmite.....
Emilio Butragueño hijo, heredado de su progenitor y reconocido en su justo valor por una persona con gran sensibilidad, como es Robber.
Descanse en PAZ.. D. Emilio.
Me uno al pésame de este magnífico obituario. Alma madridista.
Mi pésame para Emilio Butrageño Santos, jugador al que ví crecer desde el Castilla hasta la gloria.
Recuerdo la entrevista en TVE, que le hizo un también jovencísimo Matías Prats junior, tras su debut en Cádiz. Su padre asistió a la entrevista con la cara de felicidad propia de quien ha visto debutar a su hijo, en el equipo de su vida.
DEP, Emilio Butragueño Benavente.
Conocía a Butragueño padre de verlo en algún documental y siempre me pareció un señor entrañable. Ignoraba que siguiera vivo, sin duda ha tenido una vida larga y, espero que feliz, al menos en la faceta de ver cumplir sus sueños futbolísticos a su hijo.
DEP
Gran artículo, por su madridismo y su lado humano.
Enhorabuena,
Pues sí, yo lo vi en esa entrevista nocturna después del triunfal debut de su hijo en Cádiz. Lo vi con mi mujer, recién casados, y comentamos la sencillez con la que se comportó este gran señor. Pensamos que se trataba de una persona muy humilde y sin embargo luego he sabido que era un próspero comerciante. Ahora, cuando hemos conocido su muerte, hemos recordado el cariñoso y modesto orgullo que un padre mostraba por su hijo. Y ese señorío del padre lo ha llevado, y lo lleva, uno de los más grandes futbolistas que ha dado el Real Madrid del que muy pronto será sin duda su Presidente. Seguro que mantendrá el pabellón muy alto.
Me sumo a las condolencias para sus familiares y amigos.
Con todo el respeto y cariño para la ocasión. Tengo una anécdota que contar sobre Emilio Butragueño Santos. Creo que he tenido la oportunidad de saludarle y darle la mano en un par de ocasiones. La que mejor recuerdo fue en la ciudad condal. Antes de aquel partido que ganó el equipo de Mourinho 1-3 en aquella eliminatoria de Copa del Rey. Fue la leyenda del Real Madrid quien tuvo la amabilidad de recepcionarnos y permitirnos el acceso al vestíbulo del hotel. Nunca olvidaré el abrazo-estrujón para la ocasión , rompiendo el protocolo, que le dedicó un emocionado amiguete, un tanto efusivo, también madridista. Comentamos, posteriormente, el exquisito saber estar con el que nos atendió Don Emilio Butragueño en esos breves momentos. Otro personaje de su importancia quizás le hubiera invitado a contenerse ante aquella muestra impetuosa... Un caballero y una excelente persona me parece.