Getafe, 1 - Real Madrid, 0: Empezamos bien

Han pasado 2022 años, pero la vida sigue igual, que diría un insigne canterano madridista universal como Julio Iglesias. Serán las fechas, las peladillas, los polvorones o, sobre todo, este horario caudaloso que nace en el aperitivo y desemboca en la merienda. Se le suelen indigestar estos partidos intempestivos al Madrid, como bien sabe ya el hincha merengue medio, máxime si enfrente se topa con su pétreo vecino del sur. A pesar de la dinastía flamenca de su entrenador, es el Getafe de Quique Sánchez Flores un equipo poco folclórico. No en vano, es el conjunto menos goleador de la Liga, pero también es el quinto que menos encaja, informaba Al Cosín en el chat de La Galerna minutos antes de arrancar el encuentro. Todo un lujo disponer de la Enciclopedia Británica del balompié en el güasap.

Poco proclive a las sorpresas, en el banquillo merengue Carletto nos dejó una. La suplencia de Hazard en un partido indigesto. El belga, que en sus días de gloria anunciaba hamburguesas demoniacas con la camiseta de su selección, se quedó con cara de Ronald McDonald en el banco. Lo decíamos en líneas precedentes: el partido se adivinaba indigesto, pesado y aerofágico cual comilona navideña, y apenas tardamos ocho minutos en comprobarlo.

El caso es que Militão, de trayectoria incólume e impecable esta temporada, se fue mentalmente a por uvas a la hora de tapar al turco azulón Enes Ünal, que le robó hábilmente la cartera cual turista nipón en la Plaza Mayor en Navidad. Serán las fechas. Error grosero del central brasileño que supuso el 1-0 definitivo.

Empezamos bien, que diría tu suegra en Nochevieja.

La pifia de Militão -en uno de los clásicos cortocircuitos de Pepe- insufló fuerzas al Getafe, que siguió rascando tibias con mayor ahínco si cabe, pero con la misma impunidad. Tuvo nísperos que la primera amarilla la viera Rodrygo con esa cara imberbe de niño bueno por cortar un contraataque cuando los Damián Suárez, Arambarri, Oliveira y compañía se afanaban en segar espinillas merengues. Una detrás de otra. Poco después, conmocionado por el error de su compañero de zaga, sería Alaba quien protagonizara un nuevo dislate defensivo que afortunadamente para el Madrid malogró Maksimovic pensando en los Reyes Magos.

Ante tanta indigestión, Modric fue el omeprazol del Madrid. Al cuarto de hora, un violento disparo del croata que astilló la cruceta del arquero del Getafe, tras una fenomenal jugada de auténtico tiki-taka en la banda izquierda, pareció ser el aldabonazo que despertara al líder. Sólo lo pareció. La posterior bomba inteligente disparada poco después por das Metronom Toni Kroos resultó también un espejismo.

Tarascada a tarascada, palito a palito, el Getafe y el trencilla acabaron por desquiciar al Madrid. Mendy vio cómo se le sancionaba una falta en una jugada muy similar a la del primer gol de los locales, Carletto elevó su ceja al cielo del Coliseum y además se llevó una amarilla mientras se le indigestaba el vigesimocuarto chicle.

Desconectado definitivamente del partido, los primeros 45 minutos pudieron tener un fatídico broche si la rodilla de Militão, en un tímido intento de redención, no desvía un disparo de Sandro tras un excelso taconazo en la banda de Damián, que rompió la zaga blanca. El Madrid, al diván… pensando en Vinícius, en Ómicron y su santa madre. Marcelo y Hazard calentando. Y no el banquillo, precisamente. Ambos ingresaron al partido en detrimento de Asensio, desaparecido en combate, y un obtuso Mendy.

No llegaron, sin embargo, las buenas nuevas en la reanudación. Cuenca casi extrae la clavícula de Rodrygo y el del pito no vio ni falta. Había llegado la hora de los valientes.

Llamados a ser revulsivos, los cambios no activaron a un Madrid que se deslizaba peligrosamente a la atonía. A medida que Modric se apagaba llegó la confirmación: el líder era incapaz de sobreponerse a las adversidades, enredado en la telaraña de Sánchez Flores.

Y cuando desde la zona técnica la solución que proponía Carletto era Mariano, huelga decir que comenzó a cundir el desánimo en la hinchada merengue. Rodrygo, insípido, al banco.

El 67' fue no obstante el minuto de la esperanza. Hazard, Marcelo y Benzema combinaron con rapidez en una baldosa y Karim disparó contra la cabeza de Cuenca, que entre tibia que rasca y clavícula que pule, también despeja esféricos como cosaco. Ese era el camino, pero al Madrid le costaba un potosí recuperar esa senda. El agarrón que reclamó Marcelo en el área fue un buen ejemplo: tan inocente el agarrón como reclamarlo como penalti, aunque lo fuera, al menos en esta Liga, a secas, de Javier Tebas. Tras la reclamación del brasileño pudo sentenciar el Getafe en una temeraria salida de Courtois, tras imprudente cesión de cabeza de Alaba. Faltaba un cuarto de hora, pero realmente sólo quedaba la heroica.

Con Marcelo y Lucas como extremos, con Benzema por detrás de Mariano y Hazard moviéndose por todo el frente de ataque, el Madrid tocó la corneta. Con el Getafe acogotado, el portero se lució a disparo envenenado de Casemiro y el central serbio Mitrovic se partió literalmente la cara para salvar un obús de Kroos. El Getafe achicaba agua en un área azulona en la que sólo faltaba Ángel Torres por colgarse del larguero.

El único que faltaba por ingresar en la fiesta, Isco, lo hacía a falta de cinco minutos de agonía. También lo hacía el castillista, Peter Federico. Poco tiempo para el canterano; para el de Arroyo de la Miel, a estas alturas de la película, todo el tiempo del mundo. Kroos, desdibujado, y Lucas, mal como acostumbra últimamente, sustituidos.

No hubo milagros ni minutos noventaytreses. Y eso que hubo siete minutazos de descuento. La pifia de Militão fue suficiente.

El Madrid mordía la arena del coliseo.

Fotografías: Imago