Uno de los primeros genios que vistieron la camiseta blanca. Cuentan los que le vieron jugar que si tenía el día era imparable para los rivales. En cambio si su actitud era perezosa o no estaba fino llegaba a desesperar a los aficionados, que siempre esperaban mucho de él.
Valenciano de nacimiento, concretamente de Serra, localidad que le vio nacer en 1907, se ganó el apodo de El Mago por su calidad y el del Rey del Astrágalo por sus problemas con ese pequeño hueso del pie. Delantero de gran clase, destacaba por su dominio del esférico, su habilidad, su inteligencia y por una destreza para el regate superlativa.
Comenzó a jugar al fútbol en varios clubes modestos hasta que firmó por el Levante. A finales de los años 20 Pablo Hernández Coronado, secretario técnico merengue, le vio jugar y quedó prendado de sus condiciones. El club madridista pagó por su traspaso 4.000 pesetas y formó parte del equipo que debutó en la recién creada Liga española.
De carácter peculiar, cuando pisó la capital se definió a si mismo como un “Samitier, pero mejor”. Tenía todas las condiciones para triunfar pero su temperamento siempre fue un obstáculo. Veía el fútbol como un espectáculo y también fue de los primeros futbolistas en exigir primas en caso de hacer goles o tener buen rendimiento durante los partidos.
En sus dos campañas y media con la zamarra blanca tuvo un rendimiento fantástico. En el curso 28-29 hizo 11 dianas y fue el mejor artillero del equipo junto a Lazcano. Mientras que la temporada siguiente fue de los pocos que se salvó en un cuadro merengue que ocupó puestos de mitad de la tabla. Logró 19 tantos, que le convirtieron en el segundo máximo goleador en Liga, y tres de ellos los marcó en un derbi ante el Athletic de Madrid en el que fue una pesadilla para la zaga rojiblanca.
Sin embargo, a nivel de títulos se tuvo que conformar con tres Campeonatos Regionales. El plantel dirigido por José Quirante alcanzó la final de Copa en los años 1929 y 1930, pero en ambas cayó derrotado. Primero se cruzó con el RCD Español de Zamora y Bosch en la famosa ‘Final del agua’, y a continuación sucumbieron frente al Athletic de Bilbao de Pentland tras una prórroga. De este modo los vascos vengaron su eliminación el año anterior en el ‘Partido de las ranas’ donde los madrileños apabullaron a su adversario en San Mamés por 1-4.
se definió a si mismo como un “Samitier, pero mejor”. Tenía todas las condiciones para triunfar pero su temperamento siempre fue un obstáculo. Veía el fútbol como un espectáculo y también fue de los primeros futbolistas en exigir primas en caso de hacer goles
En el periodo estival de 1930, y tras varios meses quejándose de dolores en un pie (las malas lenguas decían que eran inventados), fue intervenido en el astrágalo. Le extrajeron cuatro esquirlas y estuvo varias semanas de baja. Sin embargo, para sorpresa del club y los aficionados, su carrera tomó otro camino en noviembre. Decidió hacer las maletas y junto a dos amigos embarcó en Vigo en el ‘Cristobal Colón’ con destino Cuba. No avisó a nadie y su despedida fue fría y premeditada, al considerar injusto que Zamora fuese el jugador mejor pagado de la plantilla.
En la isla jugó en el Juventud Asturiana y poco después también en el Real Club España de México. En 1932 retornó a Madrid con la intención de retomar su trayectoria como madridista, pero ya nada fue lo mismo. Sus compañeros no le recibieron con los brazos abiertos y tuvo desencuentros con varios de ellos. Después de disputar un amistoso ante el Athletic de Madrid, criticó a Hilario Marrero y Luis Regueiro y la directiva le traspasó precisamente a los colchoneros.
Militó un par de años en el eterno rival blanco y también en el Valencia y el Levante donde alzó la Copa de la España Libre. Después de la guerra disfrutó de una tercera etapa en el Madrid con el que disputó el Campeonato Mancomunado Centro de 1939, pero tras el torneo no se quedó en el club.
Internacional español en únicamente cuatro ocasiones, tiene el segundo mejor promedio de tantos en la historia de la selección. En sus dos primeros partidos frente a Portugal y Francia logró tres y cuatro goles respectivamente, aunque su mejor actuación aún estaba por llegar. Inglaterra visitaba el Metropolitano el 15 de mayo de 1929 y en Madrid perdió por primera vez ante un equipo del continente. Rubio aquella tarde brilló con luz propia y, además de batir en dos ocasiones a Hufton, cuajó un choque para el recuerdo según las crónicas de la época. Un año más tarde se despidió del combinado nacional contra Checoslovaquia en un encuentro celebrado en Montjuic.
En su vida posterior al balompié se dedicó a entrenar. Dirigió al Levante, el Hércules y la UD Lérida, y también cruzó el charco para sentarse en el banquillo de varios conjuntos mexicanos. Allí instaló su residencia hasta que falleció a los 75 años víctima de una pulmonía en la capital azteca.
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Artículo muy curioso y del que conocer historias nuevas del RM. Se agradece.
Muchas gracias Marco.
Un saludo
Buen articulo, espero que sigas repasando la historia del Real Madrid. Es lo mejor que puede ofrecer una web madridista.
Muchas gracias. Esa es la intención y por fortuna hay mucho que contar. Un saludo
Repasando la vida profesional de mi abuelo, el Dr. Víctor Manuel Nogueras, he descubierto que fue él, el que le operó del astrágalo en el hospital de la Cruz Roja. En aquel tiempo era el primer director del Hospital y jefe de cirugía.
Interesante artículo del díscolo jugador. Enhorabuena