Cuando uno ve los primeros minutos de ‘The Affair’ piensa que Noah Solloway intenta huir de su pasado, reencontrarse de nuevo. Necesita volver a sentirse ese padre y marido ejemplar que otrora conformaba su figura. La ‘voz en off’ que acompaña las escenas así lo desliza. Un hombre atormentado por lo que hizo cuando no debía hacerlo, por pensarlo ahora y no en su momento.
En el fútbol también hay fases en las que uno pierde de vista el camino y luego sufre para cogerlo de nuevo. Algunos, de hecho, nunca regresan a la senda. Pero Gareth Bale sí lo hizo. 2015 fue un año complicado para él. Venía de ser héroe en 2014, firmando goles decisivos en las finales de Champions League y Copa del Rey. Parecía que estábamos ante una estrella consagrada, un jugador de altos vuelos. Sin embargo, se cayó. Lo hizo a la vez que todo el equipo, pero su presencia, el status que se había ganado dentro del campo y el nivel que venía ofreciendo multiplicaron el eco de su bajón. Y muchos le dijeron “adiós” antes de ver si él quería despedirse.
Sin embargo, Bale ha sabido emerger. A finales del complicado 2015 ya mostró una mejoría notable que ha refrendado en un extraordinario inicio de 2016. Bale se ha reencontrado con Bale, con aquel chico que deslumbró en White Hart Lane y el Santiago Bernabéu cuando todavía muchos se preguntaban cuánto costó en lugar de qué podía ofrecer. Siempre pesó más el dinero que su rendimiento. Florentino Pérez pagó tanto por él que había incluso quien lo veía como un enorme fajo de billetes con endiablada velocidad. Otros, mientras tanto, lo imaginaban soportando heroicamente una hernia. He utilizado el verbo “imaginar” en vez de el de “informar” porque el jefe no me deja mentir.
Lo curioso es que Bale ha sabido mejorar tras reencontrarse consigo mismo. Acarició de nuevo un gran nivel y quiso añadirle ciertas mejoras, no quedarse simplemente en un llamativo gama alta de segunda mano.
Más implicado que nunca en defensa, también ha ampliado sus registros en ataque. Entra por derecha, por izquierda, por el centro. Aparece por todos los lados. Es como los programas de cocina, que uno ya no sabe si hay dos o doscientos. Desborda, asiste, se asocia, remata, genera. Por si esto fuera poco, se empieza a destapar como un cabeceador fabuloso, imparable. Lo demostró ante Valencia y Deportivo de La Coruña con remates secos y bien dirigidos. Hace de todo. Cualquier día le vemos cantándole una nana al hijo de Carolina Bescansa en el senado.
Dicen que los reencuentros siempre son especiales y que hay que saber aprovecharlos, exprimirlos. Gareth Bale está ante el suyo y no quiere que quede en algo pasajero.
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